El fallo sobre YPF y los precios que marcan el rumbo. Una economía en tensión.
04/07/2025
Diego Dequino
Argentina atraviesa un momento económico
cargado de tensión y expectativas. Mientras el gobierno insiste en mantener un
tipo de cambio estable hasta fin de año, el mercado empieza a dudar de su
sostenibilidad bajo las condiciones actuales. El Tesoro y el Banco Central no
están comprando dólares en el mercado spot; están operando con futuros, cuando
deberían estar acumulando reservas. Con superávit fiscal y liquidaciones del
campo y la energía, lo lógico sería comprar y guardar. Es lo que cualquier
ciudadano haría con un excedente: ahorrar.
El FMI lo sabe y lo insinúa. Aunque
reconoce que se están implementando políticas fiscales y monetarias apropiadas,
está preocupado por el nivel de reservas. A esto se suma el reciente fallo de
la jueza Preska que vuelve a poner a la Argentina en el radar judicial
internacional. Esto, como en 2014 con Griesa, no es un detalle menor: marca la
cancha y condiciona cualquier intento de regreso a los mercados de deuda.
Lo que debe quedar claro es que el
gobierno ha conseguido resultados técnicos. El ajuste fiscal se hizo, el
déficit bajó, y la emisión monetaria se contuvo. ¿Cómo se logró? Esa es otra
discusión. La ejecución de ese ajuste ha golpeado a muchos sectores,
especialmente a la clase media, que se encuentra en un proceso de redefinición.
El pacto conservador-popular que propone este gobierno deja a la ancha avenida
del medio en el lugar más frágil. Es esa franja, entre 1,5 y 3 millones de
pesos mensuales por hogar, la que más siente el impacto. Ya no trabaja para
progresar, sino para sobrevivir.
El gobierno debe convencer a la sociedad
y al mundo de que los precios actuales son precios de equilibrio. Pero hay
cuatro precios clave que hoy presentan un desfase del orden del 30%: el tipo de
cambio, las tarifas públicas, las retenciones al agro y los salarios. Todos
están por debajo de su valor histórico, todos distorsionan, y todos presionan.
El caso del dólar es paradigmático: la
UVA ha evolucionado al ritmo de la inflación minorista, mientras que el dólar
ha quedado 25% por detrás. Las tarifas tienen un retraso del 23%. Las
retenciones, un impuesto excepcional, afectan a un sector que sostiene a
millones de argentinos. Y los salarios tienen un retraso que varía entre el 18%
y el 35%, dependiendo del rubro.
El gobierno parece decidido a llegar a
las elecciones de 2025 con estos cuatro precios congelados. Eso implica
riesgos. La economía no es matemática pura, no es que si algo no cierra, se
cae. Depende de los apoyos y de quién esté dispuesto a sostener un modelo que
reconfigura ganadores y perdedores. Milei intenta lo que Macri no pudo:
redistribuir el mapa económico con otros actores, en un contexto de mayor
confrontación y con una clase media que, una vez más, debe ajustar su proyecto
de vida.
Mientras tanto, los sectores populares
encuentran cierto alivio en la baja de la inflación y en la desintermediación
de la asistencia. Allí, el gobierno parece haber ganado algo de tiempo. Pero el
reloj no se detiene, y la economía tampoco. Habrá que ver si este rumbo puede
sostenerse o si habrá que corregir el desfasaje inevitable de los precios.
Porque si no lo hace el gobierno, lo hará el mercado. Y ya sabemos cómo termina
esa historia.