FIN DE AÑO, UNA MONEDA EN
EL AIRE
Diego
Dequino
06/11/2025
(también en Comercio y Justicia)
Argentina enfrenta este
fin de año 2025 con dos caras bien definidas en materia económica.
Por un lado, los
resultados de las elecciones de octubre pasado devolvieron un clima de
optimismo a los mercados financieros y, desde allí, a determinados sectores de
la economía real, creando una expectativa favorable respecto de la posibilidad
de que el país logre finalmente llevar a cabo un conjunto de reformas
consideradas necesarias.
Por otro lado, desde
marzo o abril de este año el país transita un proceso de enfriamiento
económico, con caídas definidas en sectores como el comercio, la construcción y
varias ramas de la industria.
En esas dos caras de una
misma moneda puede definirse el futuro próximo de la Argentina.
En la medida en que no se
resuelvan ciertos temas institucionales, no se implementen mejoras eficaces en
los aspectos regulatorios de los mercados y no logren alinearse y estabilizarse
precios centrales de la economía —como el dólar, las retenciones, las tarifas
de servicios públicos y los salarios—, la economía argentina continuará siendo
una moneda en el aire.
El resultado electoral de
octubre le otorgó al gobierno un placet de confianza por parte de la ciudadanía
que durará, como mínimo, entre cuatro y seis meses. Eso significa que durante
esa ventana de tiempo el gobierno podrá ejecutar un conjunto de medidas
destinadas a retroalimentar el clima positivo que se instaló en los mercados.
Pero también podría ocurrir que fracase en esos intentos o, directamente, no
los lleve a cabo, reinstalando entre los ciudadanos una percepción de pobres
resultados económicos, similar a la que predominó en la segunda parte de este
2025.
Entre el optimismo y la
desazón se jugará el partido de la economía argentina en el próximo año 2026.
Volver a los mercados: oportunidad y riesgo
Las oportunidades son
claras en la medida en que este clima financiero positivo —sumado al apoyo del
gobierno de Estados Unidos— permita que nuestro país logre una rápida vuelta a
los mercados voluntarios de crédito, de los cuales está ausente desde 2019.
Esto facilitaría que el
extraordinario esfuerzo que realizan ciudadanos, empresas, trabajadores y el
propio Estado para reunir los dólares necesarios con qué afrontar los servicios
de capital de la deuda externa e interna, pueda aliviarse mediante lo que se
conoce como rollover o corrimiento de vencimientos de capital.
Este podría ser el punto
de palanca para el cambio de expectativas generales y de la calle. Solo en
2026, Argentina enfrenta vencimientos de capital por más de 6.000 millones de
dólares: más de un punto del Producto Bruto Interno o riqueza nacional, un monto
muy significativo.
Si el Gobierno Nacional
decide devolverle a la sociedad ese valor, porque logra refinanciar los pagos
de capital en los mercados con el crédito del país, podrá entonces, con bajas
de impuestos, mejor gasto público o incremento de la obra pública, recrear un
clima de expectativas positivas.
La clave: bajar impuestos al agro, las
pymes y los autónomos
La alternativa más rápida
será, sin duda, una baja de impuestos. Fundamentalmente, eliminando parte o la
totalidad de las retenciones, y reduciendo la presión fiscal distorsiva y
extraordinaria sobre las pymes y los autónomos.
Ellos son los grandes
generadores de empleo y quienes mejor traducen, en la vida cotidiana, el clima
económico positivo.
¿Por qué remarcar que la
baja de impuestos es el camino más rápido?
Porque puede decidirse casi de inmediato luego del retorno a los mercados, sin
riesgo inmediato para el Tesoro.
Mientras que aplicar una
mejora en la caja del Estado para aumentar el gasto público requiere tiempo,
gestión y ejecución —además de ir en contra de la filosofía del actual
gobierno—, bajar impuestos produce un efecto inmediato hacia adelante.
Al modificarse las
expectativas de los agentes económicos, al saberse que pagarán menos impuestos
en el futuro, se generan incentivos directos para movilizar parte del
patrimonio que antes permanecía inmovilizado.
Este efecto puede
multiplicarse si consideramos el amplio, profundo y entrelazado sector
agroindustrial argentino ante una baja —parcial o total— de las retenciones.
También si se implementa
una reducción eficaz del impuesto a las ganancias para las pymes, a través de
permitirles reinvertir en sus propias actividades.
Y, por supuesto,
eliminando el IVA para los autónomos, ya que parte de una concepción absurda
sobre cómo se crea valor en la actividad profesional: se trata de un
autoempleo, no de una cadena de valor.
De esta forma, se rompe
también con la idea paternalista de que el “Estado bueno” o el “gobierno
eficiente” deben recaudar para luego distribuir como gasto u obra pública. Algo
que, en la práctica, casi nunca ocurre.
Más allá de bajar la inflación
Este fin de año 2025 se
asemeja, en cierta medida, al cierre de 2023, cuando el Gobierno Nacional
recibió un fuerte voto de confianza que se transmitió rápidamente a los
mercados.
Sin embargo, en términos
coyunturales, este cierre de 2025 es mejor que el de 2023, ya que la parte más
dura y penosa del ajuste se ejecutó a lo largo de 2024 y parte de este año.
La sociedad ya pagó ese
costo. Por eso, necesita —y desea— comenzar a percibir otros beneficios, más
allá de la baja de la inflación.