domingo, 16 de noviembre de 2025

La economía de la Argentina en el final de 2025

 

FIN DE AÑO, UNA MONEDA EN EL AIRE

Diego Dequino
06/11/2025

(también en Comercio y Justicia)

 

Argentina enfrenta este fin de año 2025 con dos caras bien definidas en materia económica.

Por un lado, los resultados de las elecciones de octubre pasado devolvieron un clima de optimismo a los mercados financieros y, desde allí, a determinados sectores de la economía real, creando una expectativa favorable respecto de la posibilidad de que el país logre finalmente llevar a cabo un conjunto de reformas consideradas necesarias.

Por otro lado, desde marzo o abril de este año el país transita un proceso de enfriamiento económico, con caídas definidas en sectores como el comercio, la construcción y varias ramas de la industria.

En esas dos caras de una misma moneda puede definirse el futuro próximo de la Argentina.

En la medida en que no se resuelvan ciertos temas institucionales, no se implementen mejoras eficaces en los aspectos regulatorios de los mercados y no logren alinearse y estabilizarse precios centrales de la economía —como el dólar, las retenciones, las tarifas de servicios públicos y los salarios—, la economía argentina continuará siendo una moneda en el aire.

El resultado electoral de octubre le otorgó al gobierno un placet de confianza por parte de la ciudadanía que durará, como mínimo, entre cuatro y seis meses. Eso significa que durante esa ventana de tiempo el gobierno podrá ejecutar un conjunto de medidas destinadas a retroalimentar el clima positivo que se instaló en los mercados. Pero también podría ocurrir que fracase en esos intentos o, directamente, no los lleve a cabo, reinstalando entre los ciudadanos una percepción de pobres resultados económicos, similar a la que predominó en la segunda parte de este 2025.

Entre el optimismo y la desazón se jugará el partido de la economía argentina en el próximo año 2026.

Volver a los mercados: oportunidad y riesgo

 

Las oportunidades son claras en la medida en que este clima financiero positivo —sumado al apoyo del gobierno de Estados Unidos— permita que nuestro país logre una rápida vuelta a los mercados voluntarios de crédito, de los cuales está ausente desde 2019.

Esto facilitaría que el extraordinario esfuerzo que realizan ciudadanos, empresas, trabajadores y el propio Estado para reunir los dólares necesarios con qué afrontar los servicios de capital de la deuda externa e interna, pueda aliviarse mediante lo que se conoce como rollover o corrimiento de vencimientos de capital.

Este podría ser el punto de palanca para el cambio de expectativas generales y de la calle. Solo en 2026, Argentina enfrenta vencimientos de capital por más de 6.000 millones de dólares: más de un punto del Producto Bruto Interno o riqueza nacional, un monto muy significativo.

Si el Gobierno Nacional decide devolverle a la sociedad ese valor, porque logra refinanciar los pagos de capital en los mercados con el crédito del país, podrá entonces, con bajas de impuestos, mejor gasto público o incremento de la obra pública, recrear un clima de expectativas positivas.

La clave: bajar impuestos al agro, las pymes y los autónomos

 

La alternativa más rápida será, sin duda, una baja de impuestos. Fundamentalmente, eliminando parte o la totalidad de las retenciones, y reduciendo la presión fiscal distorsiva y extraordinaria sobre las pymes y los autónomos.

Ellos son los grandes generadores de empleo y quienes mejor traducen, en la vida cotidiana, el clima económico positivo.

¿Por qué remarcar que la baja de impuestos es el camino más rápido?
Porque puede decidirse casi de inmediato luego del retorno a los mercados, sin riesgo inmediato para el Tesoro.

Mientras que aplicar una mejora en la caja del Estado para aumentar el gasto público requiere tiempo, gestión y ejecución —además de ir en contra de la filosofía del actual gobierno—, bajar impuestos produce un efecto inmediato hacia adelante.

Al modificarse las expectativas de los agentes económicos, al saberse que pagarán menos impuestos en el futuro, se generan incentivos directos para movilizar parte del patrimonio que antes permanecía inmovilizado.

Este efecto puede multiplicarse si consideramos el amplio, profundo y entrelazado sector agroindustrial argentino ante una baja —parcial o total— de las retenciones.

También si se implementa una reducción eficaz del impuesto a las ganancias para las pymes, a través de permitirles reinvertir en sus propias actividades.

Y, por supuesto, eliminando el IVA para los autónomos, ya que parte de una concepción absurda sobre cómo se crea valor en la actividad profesional: se trata de un autoempleo, no de una cadena de valor.

De esta forma, se rompe también con la idea paternalista de que el “Estado bueno” o el “gobierno eficiente” deben recaudar para luego distribuir como gasto u obra pública. Algo que, en la práctica, casi nunca ocurre.

Más allá de bajar la inflación

 

Este fin de año 2025 se asemeja, en cierta medida, al cierre de 2023, cuando el Gobierno Nacional recibió un fuerte voto de confianza que se transmitió rápidamente a los mercados.

Sin embargo, en términos coyunturales, este cierre de 2025 es mejor que el de 2023, ya que la parte más dura y penosa del ajuste se ejecutó a lo largo de 2024 y parte de este año.

La sociedad ya pagó ese costo. Por eso, necesita —y desea— comenzar a percibir otros beneficios, más allá de la baja de la inflación.