LA ECONOMÍA SIN HOJA DE RUTA
Diego Dequino
10/01/2022
(también en La Voz del Interior https://www.lavoz.com.ar/negocios/la-economia-sin-hoja-de-ruta/)
Nuestro presidente es un político
experimentado, ocupó a lo largo de su vida numerosos cargos públicos con
responsabilidad institucional creciente, alcanzando en 2019 la máxima
magistratura de la Nación.
Cómo todo político experimentado
tiene saberes y aprendizajes adquiridos en las innumerables discusiones y cruces
que protagonizó o asistió de manera privilegiada.
Si hiciéramos una analogía con el
automovilismo, diremos que el presidente tiene la experiencia suficiente para saber
y conocer que conducir la economía de un país no se parece en absoluto a
diseñar una pista de carreras.
Conducir la economía de un país es
lo más similar a transitar un territorio a veces amigo y a veces hostil, donde
el desafío es hacerlo con la mayor velocidad y con distinción, a la vez de
minimizar el daño recibido en la unidad-país.
Para ello es indispensable contar
con una hoja de ruta y con navegantes que sean capaces de leerla correctamente,
para que el conductor ejecute en su momento las maniobras óptimas.
No obstante, el gobierno continúa
diseñando un trazado en un territorio imaginario, para transitar la carrera en
absoluta soledad, sin competidores, sin jueces y con un público que comienza a retirarse
de las gradas.
Corriendo en el simulador
Si el gobierno tuviera la
posibilidad de practicar para conducir la economía a la victoria, debería al
menos hacerlo en un simulador para aprender a optimizar sus capacidades de
conducción sin producir daño a terceros.
La simulación conlleva introducir
las experiencias y dificultades atravesadas en el pasado antes que los viejos
éxitos logrados. Incorporar los obstáculos que se advierten para el camino,
antes que los sprint pretéritos ganados con aplausos.
Quedarse en relatos viejos
conduce a errores que nos acercan a lo risible. Un claro ejemplo de ese error
es intentar exponer la situación financiera del estado argentino del año 2021
como si equivaliera a lo ocurrido en el año 2001.
El deterioro financiero del
estado en la economía del año 2001 comenzó desde la periferia hacia el centro:
empezó en los municipios, pasando luego a las provincias, para por último copar
al estado nacional.
En 2021, la situación es la
contraria, la crisis financiera impacta primero en el centro del estado nacional.
Continuará seguramente con las Provincias y luego con los Municipios sino hay
una mejora sustantiva en la lectura del mapa para recorrer la ruta.
Sin embargo, el gobierno nacional
está empecinado en transmitir a las jurisdicciones menores su impericia para
resolver problemas financieros que dañan la cotidianeidad de los ciudadanos.
Los distritos provinciales y
municipales asisten azorados desde gestiones económicas razonables, a la vez
que atrincherados sobre sus arcas públicas, preparándose para resistir que los intentos
de enseñanzas no se transformen en realidades en sus distritos.
El gobierno nacional debería intentar
aprender de los gobernadores e intendentes en lugar de querer explicarles cómo
conducir las cuestiones económicas.
La fecha del calendario FMI
Los préstamos FMI no se pueden
asimilar a un crédito hipotecario que se utiliza para vacacionar, en vez de
utilizarse para comprar una propiedad.
El empréstito de la Argentina se
contrajo y se utilizó para repagar deudas que ya tenía el país, en un contexto
donde el estado no utilizaba la “maquinita” de fabricar dinero para pagar deudas
y donde el financiamiento de los mercados para países emergentes se cerró a
fines de enero del 2018.
El sendero de ajuste de gastos y
presión fiscal que el FMI reclama a la Argentina, por lo cual el gobierno
plantea discusión; no debe confundirse con la solución financiera de plazos,
tasas y repago de la deuda vigente con el organismo, por el cual el gobierno
intenta imponer una ecuación desconocida.
¿Qué haría en estas circunstancias
otro estado con una deuda similar, con el organismo económico multilateral más
importante del concierto de naciones, para implementar una solución financiera?
Veamos. Si esa deuda es de corto
plazo - 36 meses -, nominada en una moneda que no es la propia, por un monto
equivalente al 8% de su PBI; una estrategia racional de solución financiera
consistiría en un plan concertado donde el país coloca deuda a una tasa
levemente superior en los mercados, o de forma bilateral con países con
excedentes de divisas en stock y ganas de cooperar con la Argentina, con una
curva de plazos significativamente mayores de 10, 20 o 30 años y con períodos
de gracia de devolución del capital significativos.
Con esos fondos obtenidos por la
confianza conseguida en mercados o con terceros países, el país honra su
relación multilateral y consigue oxígeno de tiempo para crecer. Pero para ello
es necesario acordar, no imponer una fórmula de alquimista desconocida.
Cayéndonos del mapa
La Argentina luce empecinada en
el sentido contrario al necesario.
Intenta imponer condiciones y licuar
pasivos a la primera oportunidad, pero exponiendo cotidianamente voluntad por suscribir
deudas con lógica cada vez más cercana al usurero: un registro con doble
contabilidad de ingresos, gastos, deuda e intereses.
De manera interna el registro
fidedigno indica a cada uno a qué atenerse. Hacia afuera del estado predominan papeles
arrugados y desordenados provenientes de las más variadas fuentes, con muchas
capas de inflación como pintura que oculta todos los defectos de la superficie.
El gobierno decidió desde el
inicio de su gestión, sin interrupciones, firmar papeles al portador con montos
y tasas de interés según su parecer.
Se emiten sin precisiones de
horizonte temporal billetes por billones de pesos que equivalen a cheques al
portador sin interés.
Se emiten Letras del tesoro que equivalen
a pagarés con plazos similares al resumen de la tarjeta de crédito.
Se emiten infinidad de múltiples y
creativos Bonos a plazos irrisorios para las necesidades de crecimiento de la
Argentina.
Esta sobreabundancia de papeles
emitidos cada vez con menores acuerdos colectivos, institucionales y de la
dirigencia, comienzan a parecerse a un festival de deuda en pesos que no tiene fecha
ni hora de finalización prevista.
Mientras tanto el gobierno como
si tuviera a mano una solución de alquimia, se resiste a firmar acuerdos con
opositores, terceros países y organismos multilaterales.
Decidió renunciar a tener un
presupuesto nacional que incluye un tercio de la riqueza de la Argentina.
No logra el apoyo financiero de terceros
países contactados para tal fin, según trascendidos, como Rusia, China o países
productores de petróleo.
No acepta las reglas de
negociación del concierto de los países desarrollados fijadas a través de
organismos multilaterales como el FMI.
En definitiva, el gobierno expone
a través de sus acciones, que no siempre son sus palabras, que desea seguir
gastando a su propio diseño, pero sin controles y sin acuerdos.
Quizá el presidente sigue
apostando y confiando en una regla no escrita del automovilismo para conducir
la economía a la victoria: lo importante es girar primero, pero en la última
vuelta.
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