La Velocidad de Circulación del Dinero, una digresión
analítica para analizar sus implicancias en la Argentina 2014
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Ensayo -
11 de Noviembre de 2014
Diego Dequino
Economista
Existen tres influjos
indispensables para llevar adelante el análisis y la práctica de la disciplina
económica: historia, estadística y teoría. Menospreciar cualquiera de estos
tres influjos intelectuales implica degradar a la economía como disciplina útil
para mejorar nuestra comprensión de la realidad y por lo tanto disminuir la probabilidad
de construir un futuro de mejor calidad.
Largas son las discusiones y
muchos quienes las alimentan cuando de historia se trata, particularmente
cuando se refiere a la historia económica de una Nación joven como la Argentina considerando
que su inclusión en la división internacional del trabajo apenas roza los 150
años.
En materia de teoría
económica, los grupos de formadores de contenido intelectual resultan de más
fácil identificación habida cuenta que existen ciertas adhesiones previas e incuestionables
a determinadas corrientes del pensamiento basal de la disciplina económica,
todas por cierto con una definida y fuerte tradición anglosajona.
En cuanto a la estadística económica
y social, si bien existen recomendaciones internacionales, manuales de buenas
prácticas, clasificadores, entidades supragubernamentales que hacen las veces
de homologadores y reuniones anuales en ámbitos multinacionales para ajustar la
intercomparabilidad entre naciones y dentro de las naciones entre sus propias
aperturas jurisdiccionales; lo cierto es que todos países tienen una fuerte autonomía
para llevar adelante su práctica estadística de la forma más convenientes a su
Estado y especialmente a sus gobiernos.
Es decir abordar la disciplina
económica por algunos de sus tres afluentes intelectuales: historia, teoría y
estadística suele ser una travesía no indemne de sofocones, discusiones y miradas
encontradas sobre problemáticas únicas en cuanto se traducen en obstáculos para
comprender y mejorar la realidad material y social de las personas. No obstante
existen algunos filones tautológicos en los cuales es posible incursionar sin
riesgo de movilizar nada más que inquietudes intelectuales ligadas a la
economía como disciplina.
LA
ECUACIÓN CUANTITATIVA DEL
DINERO
En efecto en economía existen
algunas constantes del análisis descriptivo de la realidad, no objetables en la
medida que no se intente obligarlas a decir más de lo que expresan, tales como
puede resultar la tabla periódica de elementos en el caso de la química, o las
tablas de multiplicar en el caso de la aritmética.
Una de estas tautologías
descriptiva es la ecuación cuantitativa del dinero, que insistimos si no nos
adentramos en tratar de desarrollar o argumentar teorías económicas sobre el
comportamiento humano y su prospección, no es más que una verdad expresada de
distintas maneras.
La ecuación cuantitativa del
dinero simplemente expresa que dada la cantidad de dinero disponible en la
economía y a su vez dada la cantidad de bienes y servicios que se producen en
un período de tiempo – un año -, entonces ese dinero deberá “girar” o pasar de
manos una cierta cantidad de veces para que los bienes y servicios producidos
puedan comprarse y venderse, puedan pasar de manos de quienes producen a
quienes consumen y viceversa. Esa cantidad de veces que el dinero “gira” o pasa
de manos, se la conoce como la velocidad de circulación del dinero.
Los términos de esta ecuación
son: M.V = P.Y
donde;
M = expresa
la cantidad de dinero disponible en la economía
V = expresa
la velocidad de circulación del dinero
P = expresa
los precios de la economía
Y = expresa
los bienes y servicios –en cantidades- producidos en un año
En los términos descriptos la
ecuación cuantitativa, es tan banal, que se emparentan más con la fisiología de
las cosas que con una teoría sobre el comportamiento humano (Zygmunt Bauman y
sus perspectivas líquidas sobre el mundo, de parabienes).
No obstante en la banalidad de
algunos pensamientos se exponen muchas veces las mayores inconsistencias.
PRECIOS,
PRODUCCIÓN Y DINERO EN LA ARGENTINA 2014
En la Argentina las estadísticas
oficiales económicas están sometidas a discusión intensa desde hace
aproximadamente 5 años. Tan intensa que hubo denuncias, multas y causas
judiciales, algo por cierto impensado inclusive en los peores momentos de la
producción estadística en la
Argentina. Esta discusión entre los productores de la
información oficial y los usuarios calificados de la misma ha permitido configurar
un escenario de relativa incertidumbre respecto del correcto valor de algunos
indicadores críticos en materia económica.
Considerando la citada
ecuación cuantitativa del dinero, deberemos prestarle particular atención a dos
de ellos: cálculo del Producto (Y en la ecuación) y cálculo de los niveles generales
de precios en la economía (P en la ecuación). Respecto de la cantidad de dinero
(M en la ecuación), por el momento no existen discusiones de fondo en esta
materia; aunque cuando nos referimos al cálculo del respaldo del dinero
circulante en la economía, las llamadas reservas, comenzamos a percibir en los
últimos doce meses una perspectiva divergente de cómo se realiza la
contabilización entre productores de la información y analistas, esperemos que
estas diferencias no se agudicen.
El término restante de la
ecuación cuantitativa del dinero, V o velocidad de circulación del mismo, es un
término derivado. Es decir es un término que no se calcula de forma
independiente, con metodología y fuentes propias de información, sino que el
mismo se deriva de despejar los términos de la propia ecuación. Es decir V = P
. Y / M ; toda vez que el mismo consiste en el factor de ajuste de la
tautología propuesta por la propia ecuación: que el dinero disponible debe
alcanzar (alcanza) para transar todos los bienes y servicios producidos en un
año.
Entonces la utilidad práctica
del cálculo de V es relativa, dado que no implica resolver ningún interrogante
útil para otros cálculos económicos, cómo si ocurre con el Producto (Y); con
los Precios (P) o con la cantidad de dinero (M) en la medida que estos son
indicadores que permiten referenciar la calidad de la política de crecimiento
de un país, o de la distribución del ingreso, o de la estabilidad, o del perfil
de su política monetaria. Nunca leeremos o escucharemos a economistas
profesionales o periodistas hablando de si la velocidad de circulación del
dinero subió, bajó o se mantuvo constante. Sin embargo permanentemente se
refieren a la evolución del Producto, del nivel general de precios y de la
emisión de moneda.
No obstante debemos señalar
que la velocidad de circulación del dinero (V) tiene una característica útil
para una dimensión del análisis económico, muchas veces despreciada por la
tecnocracia y sus gobiernos: la percepción de la gente, del ciudadano común, de
todos y cada uno de los argentinos en nuestro caso. Esta característica no la
poseen ni el Producto (Y) y ni la cantidad de dinero (M), aunque sí de alguna
manera la poseen el nivel general de precios (P).
Nos referimos especialmente a
que para todos y cada uno de los ciudadanos es difícil aunar una perspectiva
común respecto de cómo evoluciona el Producto (Y) de la economía toda vez que
algunos de nosotros podemos estar en sectores que van mejor que otros, o
sectores que tienen una ventaja competitiva que otros no lo poseen y así ocurre
que mientras algunos sectores se benefician del crecimiento económico más que
otros; otros ciudadanos en su carácter de trabajadores o empresarios son menos
dañados que sus pares en los momentos de carestía. Con ello debemos considerar
que la “sensación” de cómo evoluciona la economía, el Producto, es disímil
según el sector económico que se trate, la región en la cuál resida, o su rol
dentro de la economía como trabajador, o como empresario.
En relación a la cantidad de
dinero (M), es sin dudas un artilugio conceptual y técnico que esta fuera del
alcance de la mayoría de la población, incluyendo a profesionales, dirigentes
políticos y sociales, e inclusive empresarios. Nos atrevemos a afirmar que su
tecnicismo es de tal calibre en cuanto nicho analítico, que inclusive es una
variable ajena al análisis de muchos profesionales de la ciencia económica. Por
ello la cantidad de dinero (M) no implica ninguna percepción asociada en los
ciudadanos, en la gente. La cantidad de dinero (M) no tiene traducción en el
lenguaje de los ciudadanos, como si lo posee el Producto (Y) cuando se habla de
la mal o lo bien que está la economía del país, de la región, de la ciudad o de
un sector específico.
En cuanto al nivel general de
precios (P) sí posee traducción en el lenguaje de uso de los ciudadanos. Cuando
las personas expresan que las cosas, los bienes, los servicios, están más caros
o más baratos, allí están traduciendo a su percepción aquello que las
estadísticas de precios deberían expresar. Es decir el nivel general de precios
(P), término de la ecuación cuantitativa del dinero, efectivamente sí tiene
traducción a las percepciones de los ciudadanos pero en este caso nos
encontramos con la limitante de nuestras estadísticas oficiales de la
Argentina, discutidas de forma severa en los últimos cinco años tal como lo
señalamos. Es decir la percepción del todo, del conjunto de los ciudadanos
sobre los precios, la “sensación” de que todos los precios suben y con lo cuál
hay inflación persistente; es traducido en la estadísticas oficiales en un
sentido equivalente pero diluido toda vez que se instaló entre los ciudadanos
que las estadísticas de precios subestiman sistemáticamente la evolución al
alza en los mismo, en proporciones significativas. No obstante, debemos señalar
que los precios de los bienes y servicios, no aumentan igual y uniforme en todo
el país, en todos los sectores de la economía, en todos los bienes y servicios,
a igual ritmo y con igual intensidad. Esto implica que si las estadísticas
oficiales de precios de la Argentina dieran cuenta de la evolución efectiva y
percibida por los ciudadanos, en cuanto porcentaje de aumento mensual por
ejemplo; nos percataríamos que las percepciones en las distintas ramas de
actividad económica, entre las distintas regiones no serían idénticas.
LA
VELOCIDAD DE CIRCULACIÓN DEL DINERO EN LA ARGENTINA 2004-2014
La reseña pormenorizada sobre
la tautológica ecuación cuantitativa del dinero, tiene por objeto redescubrir
el legítimo y genuino interés por el término derivado de la misma: la velocidad
de circulación del dinero (V). Esta inquietud tiene por objeto intentar contribuir
a arrojar mayor claridad sobre aquello que las estadísticas oficiales no pueden
dar cuenta: las percepciones que poseen los argentinos respecto de los precios
de la economía y sobre el valor de su moneda.
La velocidad de circulación
del dinero (V), para el ciudadano podría traducirse en la cantidad de tiempo
que está dispuesto a mantener el dinero que posee en el bolsillo o en el banco,
incluyendo el interés que le devengue un depósito en la moneda local. Ello
antes de decidir gastarlo, trocarlo por algún bien de su necesidad o
convertirlo en algún otro medio de pago que le permita atesorar o reservar
valor (metales preciosos como el oro o la plata; o moneda fuerte de otro país,
dólar o euro en el caso de la Argentina). Puesto en tales términos, la
velocidad de circulación del dinero, a diferencia del Índice General de Precios
tiene una traducción cuasi homogénea y transversal a lo largo y ancho del país,
de los sectores económicos y de los sectores sociales. Es decir la velocidad de
circulación cuando aumenta, es cuando la gente percibe que el dinero en moneda
local “comienza a quemar” en sus manos y cuando disminuye es cuando la gente
prefiere ahorrar a consumir. Esta “sensación” o percepción sobre cuanto “quema”
el dinero en las manos es común a todos los ciudadanos, cada uno en su escala y
en sus capacidades económicas, pero no distingue escalas sociales ni estatus.
El refugio o el confort de
permanecer en la moneda de nuestro país, hablan de la confianza sobre la misma,
pero particularmente expone cuanto están dispuestos los ciudadanos a aceptar
emisión excedente de dinero por encima de lo necesario para transar los bienes
y servicios que la economía produce. En otros términos la aceleración en la
velocidad de circulación del dinero expone la negativa progresiva de los
ciudadanos a absorber dinero por encima de lo necesario para que la economía
funcione. Cuando se sostiene esa tendencia en el tiempo puede implicar en
procesos de muy alta inflación o hiperinflación la reversión o la negativa a
aceptar el dinero como fiducia para transar los bienes de la economía, ello en
el extremo puede conducir a un proceso de sustitución de la moneda como ocurrió
de forma parcial en la Argentina durante la vigencia plena de la Ley de
Convertibilidad o como ocurre actualmente en Ecuador con una economía que opera
sobre la base de una moneda emitida en otro país (el dólar americano).
Para tales fines se compilaron
sobre fuentes oficiales y reconocidas los valores de los indicadores de
referencia para los últimos diez años de la Argentina: 2004-2014, proyectando
por cierto este último año:
·
En particular se utilizaron las estadísticas oficiales
del INDEC en relación al cálculo del Producto (Y) incluyendo sus ajustes de
empalme metodológico luego de la readecuación en función del Censo de Actividad
Económica 2004 y aplicado a fines de 2013
·
En cuanto al nivel general de precios se utilizaron
las distintas alternativas que ofrece la misma estadística oficial: IPC (Índice
de Precios al Consumidor, con el cambio de metodología en febrero 2014 desde el
alcance en Gran Buenos Aires al llamado Nacional Urbano); IPI (Índice de
Precios Implícitos de la economía); IPIM (Índice de Precios Mayoristas) habida
cuenta de las diversas interpretaciones metodológicas que ello puede arrojar.
A su vez debido a
los notorios cuestionamientos al cálculo de los índices de precios oficiales,
incorporamos una cuarta medición que intenta dar cuenta de los precios
minoristas o al consumidor. En particular para el tramo 2004-2010 se utilizó
información del CENDA (Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino,
institución conducida en tal período por el actual ministro de economía de la
República Argentina, http://cyt-ar.com.ar/cyt-ar/images/3/34/IPC_7_Provincias_CENDA_a_mar-2011.pdf;
IPC sobre 7 Provincias) y para el tramo 2010-2014 proyectado se empalmó la
serie con el Índice que publica mensualmente el conjunto de bloque opositores
del Congreso de la Nación Argentina.
·
La cantidad de dinero, considerada esta como dinero
emitido o circulante en la economía, se obtuvo de las estadísticas oficiales
que confecciona el Banco Central de la República Argentina regularmente. Para
el cálculo de la cantidad de dinero (M), recurrimos a los tres opciones de cantidades
clásicas para estos fines: M0 que refleja la cantidad de dinero en
poder del público lo cual expresa la idea más cercana a los billetes y monedas
en la calle; M1 que suma al M0 la cuantificación de los
depósitos a la vista o en cuenta corriente lo cuál incorpora parte del llamado
efecto del multiplicador bancario del dinero; y M2 que incorpora al
M1 los depósitos en Caja de Ahorro lo cuál perfecciona la medida del
efecto multiplicador bancario del dinero y da cuenta en menor medida de las
necesidades de atesoramiento de las personas y empresas.
Tanto en el caso
del M1 como del M2; se incluyeron los depósitos en moneda extranjera convertidos
a pesos, de forma tal de incorporar algún rasgo del bimonetarismo de la
economía argentina.
Los resultados obtenidos
aceptan múltiples y diversas formas de presentación. En nuestro caso le hemos
dado prioridad a tres tipologías para la misma: a)la referida a develar las
inconsistencias de las estadísticas oficiales cuando de percepciones se trata
en relación a los ciudadanos argentinos; b)aportar información útil para
comprender las implicancias derivadas de una política monetaria errática que no
considera a la confianza como parte componente de su diseño; c)sobre la
inutilidad de ciertas categorías de las regulaciones bancarias y financieras
toda vez que no se respetan reglas básicas para asegurar el atesoramiento en
función de la política monetaria elegida.
LA INCONSISTENCIA ESTADÍSTICA
Para presentar la información
se optó por número índices de manera tal de evitar ingresar en la discusión
respecto de cuál es el valor asociado a la velocidad de circulación del dinero
en cada año (V) y concentrarnos en observar la evolución de V a lo largo de los
últimos diez años. Al considerar V calculado en relación a los cuatros índices
de precios señalados (IPC oficinal; IPI; IPIM; IPC CENDA+IPC Congreso no oficiales
pero incuestionables por sus fuentes), y calcularla en relación a los tres
agregados monetarios mencionados (M0; M1 y M2)
observamos una marcada inconsistencia entre los datos oficiales sobre precios,
el dato no oficial y la percepción que los ciudadanos poseemos sobre cuanto
tiempo estamos dispuestos a mantenernos en moneda local antes de desprendernos
de ella.
Si bien para examinar con
detalle puede el lector referirse al anexo estadístico del presente, para
incorporar una ilustración gráfica de la información se optó por considerar el
cálculo de V según el agregado monetario M2 en la medida que el
mismo expresa de mejor manera el concepto actualizado de dinero en poder del
público y la gente. De hecho al incorporar los depósitos en caja de ahorro está
dando cuenta del fenómeno masivo de la bancarización en la última década en la
Argentina, particularmente del pago de la mayoría de los salarios a través de
acreditaciones en cuenta. En tales términos una V calculada en base a M2
implicaría en términos teóricos una tendencia suavizada en relación a la V
calculada sobre M0 y M1; especialmente en los últimos
años donde los ciudadanos somos conscientes del proceso acortamiento del tiempo
en el cual los ciudadanos poseemos tenencias de pesos en nuestras manos antes
de consumirlos o buscar refugio en otros activos de resguardo. A la V elegida
la llamaremos entonces V2.
El gráfico es elocuente en
cuanto a la expresión de una inconsistencia que a todas luces aparece como
contraria al sentido más elemental en materia de reserva de valor. En efecto
cuando analizamos V2 para el período 2004-2014 en base a los índices
de precios oficiales se expone una caída continua en todo el rango con los
índices de precios al consumidor oficial y mayorista. Es decir en base a dicha
información habría que interpretar que la preferencia por los pesos como moneda
de atesoramiento se ha duplicado, dado que los índices caen de 100 en el año
base 2004 a
valores cercanos a 50 en 2014. Ello implica que los argentinos mantienen en promedio
el doble de tiempo en sus bolsillos cada peso que reciben, antes de gastarlos o
invertirlos. Esta es una imagen que poco se condice con la percepción ciudadana
de la aceleración, especialmente en los últimos cinco años, al huir de la
moneda local adelantando consumo, cambiando de moneda, invirtiendo en activos o
fugando capitales.
Cuando se considera V2
calculado con el índice de precios implícitos de la economía, que por cierto es
el índice que conceptualmente incluye la mayor canasta de productos, se observa
que la tendencia no es exactamente la descripta. En el período 2004-2011 la
velocidad de circulación se mantiene constante, encontrando inclusive un aumento
en el año 2007, el año previo a la crisis financiera global de 2008. Es decir
la preferencia por la moneda local no varió e inclusive tuvo un leve aumento en
el momento de repunte de la economía local en 2007. Luego en el período
2011-2014 V2 comienza a disminuir siguiendo allí sí la tendencia
prevista cuando V2 se calculó en base al IPC y al IPIM; ello
nuevamente es contrario a la percepción del ciudadano cuando particularmente
desde 2011 año de la implementación del cepo cambiario, la inflación al menos
como percepción se aceleró progresivamente y la cantidad de tiempo que los
actores económicos permanecen en la moneda local se acortaron, o el dinero
local comenzó a “quemar”.
Por último, al considerar V2
calculado tomando como referencia el IPC CENDA hasta 2010 inclusive para luego
empalmar con IPC Congreso 2011-2014, se observa una tendencia más próxima a la
percepción, a la sensación de los ciudadanos en tanto actores económicos.
En el período 2004-2007 el
índice permanece constante e inclusive desciende en 2006, ello expresa una
preferencia inalterable o en aumento en cuanto a la moneda local por parte de
las personas, que era acompañado con la etapa dura y próspera de los llamados
superávits gemelos, años de definitivo despegue de la economía y donde el Poder
Ejecutivo nunca recurrió a emisión para financiar gastos corrientes.
En el tramo 2007-2010 se
percibe una perdida paulatina de confianza en la moneda local, a través del
aumento en la velocidad de circulación del orden del 20% en dicho período, es
decir un aumento medio del 7% anual. Ello es consistente ya que este tramo se
inicia con el pago compulsivo al FMI y contiene la crisis de desconfianza
global del 2008.
Luego entre 2010-2013 la
velocidad permanece inalterada en el nuevo nivel de estabilización, lo cual es
consistente con la performance de la economía, la estabilidad cambiaria y el
crecimiento tenue del trienio.
Por último, en el último tramo
2013-2014 se percibe un quiebre en la serie, teniendo la velocidad de
circulación un aumento en un año equivalente al producido en el trienio 2007-2010.
Ello implica una aceleración al triple de tendencia del momento anterior de
aumento en la serie. Si bien es corta la información y prematuro realizar
proyecciones, es indudable que esta aceleración al “triple” coincide con el
cambio de conducción el equipo económico del gobierno nacional en noviembre de
2013.
LA TENDENCIA
En relación a advertir una
tendencia debemos descartar en el análisis los cálculos de V realizados con los
índices de precios oficiales toda vez que conducen a exponer resultados
contrarios a la sensación o percepción ciudadana, sobre la cuál no hay
objeciones para realizar. Mientras el dinero en moneda local “quema”
progresivamente en manos del público, lo cual implica una aceleración en
velocidad con la cual ese dinero circula, las estadísticas derivadas de los índices
de precios oficiales exponen exactamente lo contrario: que las personas deciden
permanecer cada vez más tiempo en pesos antes de gastarlos o invertirlos.
Ello nos deja con la única
opción de utilizar las estadísticas de precios oficiosas, que por cierto en el
tramo 2004-2010 no está demás remarcar que provienen del centro de estudios
CENDA que conducía el actual Ministro de Economía de la Argentina y en el cual
se reclutaron varios de los cuadros más importantes del equipo económico
actual.
Cuando se sitúan los índices
correspondientes a las tres maneras propuestas para medir, tal como se estila,
la velocidad de circulación del dinero según el agregado monetario utilizado (M0;
M1 y M2), es posible percatarse que la tendencia no
cambia sino es la manera de desarrollarse la misma. Los cuatro subtramos
identificados 2004-2007; 2007-2010; 2010-2013 y 2014 tienen una caracterización
similar cualquiera sea el V elegido (V0; V1 y V2)
pero la morfología es diferente cuando se toma en cuenta la Base Monetaria M0
, ya que los saltos del índice se acentúan, es decir son más marcados, ello
seguramente está explicado por las dificultades crecientes que poseen los
actores económicos para administrar dinero en efectivo debido a la relativa
baja denominación del papel moneda. Ello combinado con la progresiva
bancarización de la década, especialmente pago de salarios e impuestos, permite
explicar porque las series calculadas con M1 y M2 tienen
tendencias suavizadas en términos relativos a la calculada con M0 en
la medida que las primeras están compuestas también por dinero electrónico, no físico.
Entonces se reafirma como
rasgo distintivo la aceleración progresiva en el consumo de la moneda local
como medio de pago, es decir el acortamiento de los tiempos en los cuales los
ciudadanos deciden mantenerse líquidos en la moneda local del orden del 40% en
los últimos siete años, 2007-2014, con una especial aceleración en 2013-2014.
En términos de tiempo, podemos afirmar que los actores económicos están
dispuestos a quedarse en pesos un tiempo inferior en un 40% en relación a la
disposición que existía en el año 2007.
Los riesgos consideramos que
están a la vista, el gobierno nacional si bien en los últimos treinta días ha
matizado la estrategia de financiamiento del tesoro saliendo en parte de la
emisión para la captura de fondos voluntarios con Bonos, es importante
considerar que los plazos en los cuáles está calibrando estas operaciones son
excesivamente cortos –inferiores a treinta y seis meses- mientras que las tasas
nominales para los Bonos en pesos que está convalidando son contrarias al
arbitraje de plazos del mercado cuando se las compara con las tasas implícitas
con riesgo cambiario incierto en los Bonos dolarizados. Esta falta de
profundidad sumada a la inconsistencia que por el momento se advierte permite
imaginar que el Poder Ejecutivo deberá continuar recurriendo a la emisión como
mecanismo principal para financiar el déficit público corriente. Ese dinero en
exceso puesto en las manos del público en un corto período, tres meses es
factible imaginar, puede generar un nuevo salto en V, de dimensiones ya
registradas como se observó en el último año, produciendo una aceleración de la
propia dinámica de precios en la cuál está inserta esta estrategia de
financiamiento.
UNA REFLEXIÓN FINAL
Como todo ensayo, existen
algunas veces colaterales no deseados del objeto analítico puesto a considerar.
En este caso, nuestro esfuerzo por contribuir a encontrar evidencias de los
problemas económicos y monetarios que aquejan a la Argentina, así como avizorar
soluciones factibles, nos permitió percatarnos de la inutilidad de ciertas
categorías de las regulaciones bancarias y financieras toda vez que no se
respetan reglas básicas para asegurar el atesoramiento en función de la
política monetaria elegida.
En particular nos referimos a
la necesidad de que la autoridad monetaria se decida a rediscutir y rediseñar
la concepción vigente en los agregados monetarios. Esta concepción tiene casi
cien años, y es evidente en la caracterización que se realiza de las categorías
principales está perimida y es decididamente inútil a los fines del
planeamiento de una política monetaria que sea consistente con las capacidades
reales y técnicas de la economía, inclusive en lo referido al contenido
comunicacional de aquello que hace o deja de hacer en este caso el Banco
Central como autoridad de emisión.
Las tradicionales categorías
de Billetes y Monedas en poder del público, más los depósitos a la vista más
las mal llamadas Cajas de Ahorro, se muestran inadecuadas para analizar el
pleno funcionamiento de una política monetaria. El dinero electrónico, los
pagos por transferencias, las autorizaciones de giro incluidas las
especialmente previstas en los dineros plásticos de las tarjetas de crédito, al
igual que la distorsión de, insistimos mal llamada, Caja de Ahorro ya que no
genera beneficios por atesorar sino solamente costos de administración;
deberían ser una señal para repensar el status en el diseño de la política
monetaria. El concepto nativo del papel moneda como fiducia, o transferencia de
crédito por confianza, se ha irradiado en los últimos veinte años a los lugares
más inimaginables de la economía real tales como la construcción, los clubes de
fútbol, la administración de dineros públicos e inclusive la tutela educativa.
Mientras tanto el billete o papel moneda es sustituido en su uso por las
nociones más creativas que hoy permite la tecnología, desde créditos
inexistentes en cualquier contabilidad nacional tales como los que otorgan las
tarjetas de créditos hasta monedas de equivalencia sin un emisor legal de los
estatus regulados a partir de la aparición de los Bancos Centrales (v.g.
bitcoin).
Es un desafío de las
autoridades monetarias, en nuestro caso de la República Argentina, encontrar
las alternativas idóneas que faciliten mejorar las decisiones de los actores
económicos, aumentar las nociones de trazabilidad de las políticas públicas y
sean capaces de ser consistentes con la política económica que impulse el Poder
Ejecutivo Nacional.
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