PRESUPUESTO
2023, ENTRE LA PROMESA Y LA PIRÁMIDE DE PONZI
20/09/2022
Diego Dequino
(también en https://www.lavoz.com.ar/negocios/presupuesto-2023-entre-la-promesa-y-la-piramide-de-ponzi/)
Hace diez días el gobierno nacional
presentó el proyecto de presupuesto para el año 2023.
El documento es una pieza
indispensable para conocer las ideas y decisiones principales que se impulsan
en materia económica.
Con sus cinco mil carillas (leyó
bien) que incluyen textos y cuadros, es una pieza documental que desborda el
discurso y los argumentos del sofisma político.
Es el primer remedio efectivo luego
de un año sin previsiones claras sobre las cuentas públicas, debido al fiasco
del ministro Guzmán cuando su propia coalición gobernante le reprobó los
contenidos del que hubiera sido el presupuesto del año en curso.
Los cambios en el gabinete nacional
de agosto pasado sirvieron para que la coalición volviera a pactar sus acuerdos
internos, quedando sin excusas para desconocer los números propuestos para el
último año de gobierno del presidente Alberto Fernández.
Este año 2022 debemos considerarlo
perdido para el análisis de las cuentas públicas del país, porque el gobierno
decidió gestionar al “bulto”.
Resta comparar los planes para los
años 2021 y 2023, para observar cuánta distancia existe entre dichos y
realidad, entre el presente escrito y el futuro prometido.
Pasen y vean.
Asfixiando
al sector privado
Los gastos totales del Estado Nacional para 2023 se estiman en 29 billones de pesos
(veintinueve con doce ceros), valor 3.45 veces superior al último presupuesto
aprobado por el Congreso Nacional correspondiente al año
2021 y presentado en septiembre de 2020.
En términos porcentuales el
presupuesto del año 2023 es 245% superior al del año 2021.
En los mismos dos años transcurridos
entre la presentación de ambos presupuestos, la inflación minorista alcanzó
170%.
El gobierno aumenta los gastos a un ritmo mensual de 1% por encima de la inflación
minorista.
Este crecimiento nominal exacerbado, según datos
del propio presupuesto, se explica más de la
mitad por decisión de las autoridades de aumentar la participación del Estado,
correspondiendo el resto a la recuperación de la economía post COVID19.
En términos de producción implica un
pase -inquietante- desde el sector privado hacia al sector público del orden
del 5% del PBI, en apenas dos años.
Ello siempre y cuando la economía
crezca según las predicciones oficiales: 4% en el año 2022 y 2% en el año 2023.
La asfixia a los privados parece una
emboscada porque el pase desde lo privado a lo público será mayor si el
crecimiento económico es menor al previsto, y será menor si la inflación es
mayor a la prevista.
Peor
resultado económico con menor inversión
Los recursos corrientes o habituales
para el año 2023 se estiman en 22.4 billones de pesos, un valor de 3.25 veces
superior al presentado en el presupuesto 2021.
En el caso de los gastos corrientes
o impostergables serán 26.6 billones de pesos, representando un valor de 3.54
veces superior al presupuesto 2021.
El resultado económico corriente
se deteriora al doble de velocidad que los gastos y los recursos, aumentando
unas extravagantes 6.7 veces en veinticuatro meses.
Por su parte los gastos de
capital como estimación de la inversión pública aumentan apenas igual que
la inflación cayendo su participación en el total de los gastos desde
el 10% en 2021 hasta menos del 8% en 2023.
Los resultados señalan que lo
escrito en el presupuesto nacional contradice las afirmaciones públicas del
propio gobierno que lo envió.
Tomándose
todo el crédito
El déficit fiscal se puede medir de varias maneras
pero tomemos como en casa el valor final, el que duele a fin de mes, a ese se
lo conoce como déficit financiero.
Para el año 2023 se estima un déficit financiero de 6.4
billones de pesos, con un crecimiento del 184% respecto al presupuesto
2021.
Ese
crecimiento sería un estrafalario 340% si fuéramos estrictos y dejáramos una
“avivada” de aquel momento del Ministro Guzmán, al poner como fuente de
recursos a las ganancias del Banco Central, es decir el impuesto inflacionario.
El déficit crece entonces, de piso, 14% por encima de la
inflación minorista entre la presentación de ambos presupuestos.
El gobierno nacional decidió parece cambiar de táctica desde
la máquina de imprimir dinero hacia la máquina de aspirar crédito.
El crédito del gobierno es muy corto y con tasas altas, por
ello tendrá que realizar colocaciones brutas durante el año 2023 por 30
billones de pesos (leyó bien), en una estrategia de tapar los agujeros de los
vencimientos que él mismo generó por 23,7 billones (leyó bien de nuevo).
La apuesta entre montos de colocaciones y montos de
vencimientos, es aspirar la diferencia mientras los agentes económicos “no se
dan cuenta”.
Por las dudas se asegura una parte de ese crédito con la
emisión de dinero por 880 mil millones como anticipos netos del Banco Central.
Mientras en el sector privado si se suman los stocks de
todas las hipotecas, prendas y saldos de tarjeta de los argentinos y sus
empresas, se alcanza apenas tres cuartas partes del financiamiento en un solo
año del gobierno nacional.
Para agravar la perspectiva debemos remarcar que el
financiamiento a privados para inversión está disminuyendo en valores reales, y
el crédito para el consumo de las personas apenas acompaña la inflación.
La
contabilidad es enemiga de Ponzi
El apalancamiento financiero total o cantidad bruta de
dinero que se pide representará en 2023 el 103% del total de los gastos,
mientras que en 2021 ese valor alcanzaba 84%.
Esos veinte puntos de mayor necesidad bruta de
apalancamiento podrían alcanzar los treinta puntos si descontamos las
travesuras contables del ministro Guzmán.
Las alertas se intensifican cuando aparecen en el margen
anotaciones por valores sorprendentes, que parecen cheques al portador, como
por ejemplo la ANSeS prestando un increíble número redondo (sí, redondo) por un
billón de pesos exactos.
Las relaciones entre el total de gastos, el agujero fiscal
por falta de recursos, los vencimientos de deuda y la duración de las
colocaciones financieras del Tesoro Nacional revelan riesgos efectivos de que
la Argentina desemboque en una corrección disruptiva en los próximos meses.
Y recordemos que las pirámides del tipo Ponzi cuando
fracasan, lo hacen por los documentos contables que no cierran y por los
vencimientos que superan a los créditos.
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