Desde la depresión a la euforia. Desde el sprint financiero al endurance económico.
Diego Dequino, 16/12/2024
(también en Diario Comercio y Justicia-Anuario)
Los precios de los bonos y los valores de los activos tuvieron un sprint durante el año 2024 difícil de comparar, por la fuerza y lo breve del plazo en que se ejecutó.
La euforia de los mercados financieros con la Argentina era previsible que acelerará a partir de la victoria de D.Trump en las elecciones de EEUU el 6 de noviembre último.
Esta euforia, quizá desmedida pero comprensible luego del depresivo año 2023 en materia financiera, se extenderá probablemente 90 días posteriores a la asunción de D.Trump.
Deberemos esperar mediados del segundo trimestre de 2025 para comenzar a visualizar con mayor nitidez cuánto de este entusiasmo financiero, tiene bases para sostener el nuevo nivel en donde quedan situados los precios de los activos argentinos.
Sostener los nuevos estándares de valores para nuestros activos y títulos de deuda, estará íntimamente ligado a las chances reales de que asistamos a una recuperación sostenida de la economía.
No será suficiente con un rebote en la actividad que compense la caída de los años 2023 y 2024, será necesario que los nuevos negocios ganadores de la economía (energía, minería, pesca, servicios públicos de gestión privada, servicios financieros, entre otros) puedan desarrollarse en un contexto de certezas institucionales y paz social.
El sprint de expectativas y negocios rápidos al cuál asistimos este año, deberá dar paso a una carrera del tipo endurance, que se regirá por la resistencia y perseverancia para lograr que la producción aumente e incluya cada vez a más personas.
El mayor obstáculo que deberá comenzar a sortear el programa económico es la gente que no trabaja y que no busca trabajo.
Este es el mayor problema estructural de la Argentina, que luego de una década larga de estancamiento económico con millones de personas viviendo de subsidios, se produjo un disparate estructural muy costoso de revertir.
La Argentina tiene sin mostrar más de cuatro millones de personas que deben sumarse progresivamente al mercado laboral desde el próximo año 2025.
Existen dos indicadores que son elocuentes al respecto.
La tasa de participación laboral representa aquellas personas que quieren trabajar como porcentaje respecto de la población total.
En la Argentina esa masa de personas son el 48,5% del total de la población. En Uruguay 64,3% de su población, en EEUU 62,5% de su población.
Es decir, en Argentina menos de la mitad de la población trabaja o quiere trabajar, mientras que en Uruguay y en EEUU dos de cada tres personas trabajan o quieren trabajar.
La tasa de empleo representa aquellas personas que trabajan como porcentaje respecto de la población total.
En Argentina los ocupados representan el 45% del total de la población. En Uruguay 59% de su población, en EEUU 60% de su población.
Es decir, en Argentina menos de la mitad de la población tiene algún trabajo, mientras que en Uruguay y en EEUU el 60% de su población trabaja.
Si la economía se tratara de fútbol, Argentina está jugando el partido con un jugador menos en su equipo.
Tengamos presente que los cuatro millones de personas que no están en el mercado laboral y deberían, son más del triple que la suma de todas las personas que buscan trabajo pero no consiguen (desocupados).
Pero esto no siempre fue así, en Argentina hubo buenos momentos de nuestra historia donde tuvimos esas tasas similares o aún mejores.
Este es el problema principal a abordar progresivamente desde el año próximo, siempre que la búsqueda sea una economía que crezca robusta y consistente.
Si no, el riesgo es que todo devenga en un nuevo amago de volver a crecer, pero que al fracasar nos devolverá al punto de inicio o a uno peor.
Si el año 2024 sorprendió por la resiliencia de nuestra economía, entonces el año 2025 será el primero, en muchos, que nuestra economía sea desafiada para dar respuestas.
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