Siete apuntes conceptuales para una discusión sobre la coyuntura del empleo
y el desempleo en la Argentina post Covid19
Diego Dequino
12-06-2020
1) Encuadre propuesto
El desempleo es un fenómeno que solamente se puede resolver o mitigar, en
la medida que se comprenda el proceso de creación de empleo.
El empleo del siglo XXI, es un empleo cambiante, dinámico, con pluriempleo
a lo largo de la vida laboral del trabajador. Con cada vez mayor tiempo para
tareas sociales y personales, con tramos de prestaciones laborales en distintas
condiciones con relación a los sistemas prestacionales (aportando como
trabajador independiente, como pluriempleo, como prestador de empleador único
por tiempo acotado, etc). Lo que prima hoy es la función del trabajador y ello
depende de sus capacidades.
El empleo del siglo XX, mono relación laboral, con cambios de empleo
solamente promovidos por el fracaso del empleador por su función misma o por el
despido quebrando la relación laboral. Casi nunca como decisión de renuncia del
trabajador o su autoexclusión del empleo. Ello junto a la identificación del
trabajador en relación al empleador como una identidad continúa y de época,
producía el efecto de alterar la identidad del trabajador en función de su pertenencia.
El trabajador en el siglo XX se definía por ser empleado de la empresa “EMPRESA S.A.”, en lugar de definirse como persona en el mundo del trabajo en el actual siglo
XXI, por sus saberes ("sé hacer TAL/CUAL") o sus aspiraciones ("quiero
dedicarme a SER/PARECER").
Los empleos modernos, actuales en cuanto que no sean rémoras de procesos
productivos del siglo XX, pueden y deben separarse en relación a sus funciones
de alta productividad versus funciones de baja o muy baja (o nula)
productividad.
Los empleos de alta productividad son aquellos que tienen la capacidad de
subsidiar a los tramos de la población que no trabajan, por edad o por
desempleo o por condición particular.
Los empleos de baja productividad solamente tienen capacidad para
sostenerse a sí mismos y su grupo inmediato, con muy baja o nula capacidad de
ahorro.
Los empleos de muy baja (o nula) productividad son aquellos asociados a
tareas que se promueven en función de lograr que el trabajador pueda mantenerse
insertado socialmente a la vez de construirle rutas de mejoras de sus
capacidades para escalar a empleos de baja o alta productividad.
2) Primera afirmación propuesta:
El desempleo solamente podrá ser reducido o mitigado en la medida que se
comprenda que la salida de esa condición es una vía con etapas.
Algunos trabajadores podrán alcanzar la etapa última de forma directa, el
empleo de alta productividad, porque poseen las capacidades necesarias y las
oportunidades correctas.
Existirán trabajadores que deban ser asistidos para alcanzar empleos de baja
productividad, sosteniéndolos para que transiten el camino a la alta
productividad.
Y también existirán trabajadores que deberán ser incorporados a empleos de
muy baja productividad para mejorar su integración en la comunidad y
facilitarles de esa manera el camino a las etapas siguientes de su probable
vida laboral.
3) Segunda afirmación propuesta:
El desempleo cuando se produce responde a dos fenómenos diferentes: 3.1) Momentos
de ruptura o quiebre de la función de producción; 3.2) Ciclos inerciales de
refreno de la actividad económica pero sin producir quiebres en la función de
producción.
El desempleo cuando se reduce, o aumenta el empleo, depende siempre de las
características de la función de producción vigente. La función de producción
es la que determinará el nivel de reacción para la absorción de los empleos de
la economía.
Si la función de producción agregada de la economía contiene mayores
bolsones (o subtramos) de generación de valor de alta productividad, entonces será
mucho más rápido la reducción del desempleo en la medida que el crecimiento
sostenido en la alta productividad produce excedentes suficientes para
dinamizar el consumo y la inversión, a la vez que generan un crecimiento más que
proporcional de impuestos al fisco que facilitan el financiamiento de sistemas
que sostienen los empleos de muy baja productividad y/o el financiamiento de la
mejora de capacidades e inserción de los empleos de baja productividad.
4) Primer corolario propuesto:
El Estado en general debería organizar sus recursos para fomentar el empleo
o combatir el desempleo, mirando y ajustando sus acciones con relación a los
tramos diferentes de productividad que posee la función de producción agregada
de la economía. Ello es equivalente a asignar recursos de forma diferencial con
relación a la productividad de la mano de obra.
En particular se puede prever la siguiente estrategia:
4.1) Para los sectores económicos de muy alta
productividad que aún no maduraron, se debería permitir conmutar impuestos de
forma puntual y acotado en el tiempo (de 2 a 5 años) para ser reinvertidos en
la propia actividad. A la vez de asegurar la continuidad de las condiciones jurídicas
en las cuales se desempeñan las relaciones laborales y comerciales.
4.2) Invertir en formación profesional y empleabilidad de
los trabajadores que funcionalmente se encuentran en sectores de baja
productividad;
4.3) Ayudar a organizar sistemas de producción social y económica
que sean capaces de sostener la integración social de las personas en
condiciones de trabajar que por sus capacidades funcionales tienen muy baja o
nula productividad.
El abordaje entonces de las medidas sobre los trabajadores desocupados y de
las personas en condiciones de trabajar que no tienen ni buscan empleo, debería
ser consistente con la situación de época en la cual se encuentra la función de
producción de la Argentina.
5)
La historia
reciente como antecedente
Para analizarlo con relación a la historia reciente Argentina podemos citar
los hitos más relevantes en esta materia de modificación del empleo y desempleo
estructural desde 1983 a la fecha, a la vez de mirar el futuro inmediato y de
largo plazo de la situación actual.
5.1) En la década de 1980, gobierno de Alfonsín, el aumento
controlado del desempleo estuvo (creció alrededor de 2%) estuvo vinculado a
sostener un número significativo de empleos de muy baja (o nula) productividad
vinculados en especial a empresas públicas deficitarias y sin inversiones; junto
con actividades privadas con protecciones arancelarias que permitían vender
algunos bienes producidos a valores muy encima de precio de referencia
internacional. La falta de consistencia entre la función de producción vigente
y sus capacidades para absorber empleos de alta productividad, a la vez que no
se abordó con el suficiente tiempo y profundidad el cambio de dicha función de
producción, terminó construyendo un pasivo financiero colectivo que eclosionó
cuando se consumió todo el ahorro nacional y las reservas monetarias asociadas.
El cambio estructural no producido, que inhibió la creación de un ciclo de
inversión que generará mayor absorción de empleos de alta productividad,
terminó agotando las capacidades de la economía para crecer e incluir mayor
empleo de alta productividad, imponiendo tiempos más cortos de reconversión en
la década siguiente y aumentando por consiguiente los riesgos de realizar una
transición de la matriz de producción que produzca un daño permanente sobre los
grupos de baja y muy baja productividad.
5.2) La década de 1990, gobierno de Menem, el desempleo se disparó (subiendo
entre 5% y 6%) como consecuencia del cambio en la matriz de producción, con
reasignación de factores productivos -entre ellos el trabajo- de forma
disruptiva y de un solo golpe, fallando en la construcción de una red de
reintegración económica de los trabajadores directamente desvinculados:
trabajadores con capacidades funcionales de baja productividad, en general ligados
a los sectores protegidos en exceso, empresas públicas eclosionadas en el
cumplimiento de sus propias misiones productivas y sectores con prebendas de
protección sobre sus costos de producción excesivos.
5.3) La primera década del siglo XXI encontró a la Argentina con una
crisis bancaria terminal inédita como consecuencia de una crisis de
endeudamiento y capacidad de repago del sector público consolidado nación y provincias.
Esta crisis que tuvo impacto de shock con consecuencias sobre toda la economía
produjo un salto adicional en la tasa de desempleo del orden del 5% al 7%,
acumulando respecto de la década anterior. No obstante, su rasgo diferencial es
que el fuerte y rápido aumento del desempleo se produjo de forma más que
proporcional sobre el sector privado respecto del sector público, incidiendo de
forma más notoria más sobre los trabajadores con muy alta productividad.
Una vez corregido los precios relativos y absorbidas las consecuencias del
crack financiero, amortiguado también al evitarse la ruptura total del sistema de
entidades bancarias vigente, la característica señalada de impacto diferencial
de la crisis según productividad del empleo facilitó la recuperación rápida y
sostenida del empleo. En primer término la recuperación se localizó sobre los
sectores inmediatos más castigados, aquellos de muy alta productividad (campo,
agroindustria, industria competitiva, servicios de valor agregado,
esparcimiento), permitiendo ingresar en un círculo virtuoso de manera rápida
que facilitó promover la inserción y continuidad de los trabajadores de baja
productividad mediante fortalecimiento de las redes formativas y la educación,
especialmente mediante el incremento de los recursos destinados a educación. A la
vez que permitió financiar subsidios directos a trabajadores de muy baja o nula
productividad a través del fortalecimiento del sistema de sostén a la vejez
(jubilaciones sin aportes) y el crecimiento del modelo de planes sociales (asignación
universal por hijo).
Ello produjo dos efectos rápidos sobre el desempleo para su reducción, a
diferencia de lo que no ocurrió en los '80 y de lo declamado, pero no logrado
en los '90:
a) Redujo el desempleo “core” por la dinámica propia de
la recuperación como herencia de la propia destrucción última de empleo, ya que
fue lo más cercano a darwinismo económico que tuvo la Argentina desde 1930;
b) Quitó del mercado de trabajo a personas que estando en
condiciones de trabajar tenían muy baja o nula productividad, reasignándolos a salario
de reserva sin amenaza de reincorporación al mercado laboral.
6) Segundo corolario propuesto:
Las crisis financieras globales, debido a que encontraron a Argentina con
una economía relativamente cerrada, incidieron de manera rápida pero puntual y
coyuntural, aunque no determinante sobre el empleo/desempleo estructural. Mientras
que las crisis financieras propias del país produjeron efectos también sobre el
empleo /desempleo pero tampoco de forma estructural.
Así ocurrió con la crisis de deuda de países latinoamericanos 1982, la
crisis del default argentino con pérdida de moneda 1989, la segunda hiper 1990,
el efecto tequila 1995, la crisis de deuda de Rusia 1998, incluso la crisis
default 2001. El desempleo se resintió de forma estructural cuando la Argentina
demoró en aceptar y absorber los cambios estructurales en su matriz de
producción o cuando lo hizo se produjo sin contener las consecuencias negativas
del mismo: siempre vinculadas estas a intentar reducir o eliminar el empleo de
baja o muy baja o nula productividad.
Las veces que el empleo se resintió de forma estructural, fue necesario
disponer de tiempo suficiente (4 a 8 años) para que los cambios que dinamizan
los sectores de mayor productividad de la economía se encarnaran en el proceso
productivo. No obstante, en estos casos, la situación no retorno al punto
inicial en cuanto a tasa de desempleo.
El desempleo cuando se resintió de forma coyuntural y puntual, a pesar de
ser más dañino desde la expectativa colectiva porque invade a todos los
sectores, la recuperación del empleo fue más rápida y poderosa debido a que los
sectores más dinámicos que poseen los puestos de mayor productividad relativa,
son los primeros en reaccionar a las nuevas oportunidades de precios relativos
y negocios.
7)
El empleo
y el desempleo desde la caída del PBI de 2018
Para encuadrar la recuperación de la economía con relación al empleo se proponen
siete puntos sobre los cuáles promover su discusión:
7.1) La suba del desempleo durante los años 2018 y 2019 no es de tipo
estructural sino coyuntural vinculado a la crisis financiera interna ligada a
la corrida financiera internacional de 2018 en contra de los mercados emergentes
y de frontera.
7.2) La suba del desempleo alcanzó a todos los sectores económicos, con
mayor o menor incidencia, en función de las características de cada uno de
ellos. Ello se corresponde con que no existen desde fines de '90 políticas
activas de eliminación/conversión de empleo de baja o muy baja o nula
productividad.
7.3) La suba del desempleo es menos que proporcional a lo esperado en
función de la elasticidad producto/empleo de la Argentina. Y ello es evidencia que
los sectores de alta productividad no perciben una crisis estructural en sus
sectores.
7.4) Si las condiciones macroeconómicas continúan su proceso de
estabilización es muy probable que la recuperación del empleo tenga impacto positivo
rápido sobre la pérdida producida. La historia económica reciente de la
Argentina demuestra que las crisis financieras que produjeron daño sobre el
empleo fueron puntuales en el tiempo y de alcance indefinido sobre los sectores
económicos, y las recuperaciones que sucedieron fueran rápidas y eficaces para
paliar la desocupación.
7.5) Dado que la política económica implementada desde 2016 no tuvo como
eje castigar a ningún sector económico en particular y en especial a ningún
grupo de trabajadores del sector productivo independiente de sus niveles de
productividad, las condiciones de crecimiento asociadas a la matriz
productividad se encuentran intactas y con mejoras relativas a los años
anteriores toda vez que hubo inversiones efectivas sobre sectores de energía,
comunicaciones y transporte, a la vez que correcciones de precios relativos de
referencia.
7.6) La redistribución solidaria del proceso de corrección de precios
relativos sobre las franjas de población con alguna capacidad de ahorro, pero
sin focalizar a ningún sector productivo en particular, permite entrever que la
recuperación será rápida y eficaz. Si ello así fuera, dejará al final del recorrido
al empleo de la economía en mejor posición en cuanto a productividad.
7.7) Será fundamental abordar de manera reformista y proactiva el encuadre en
cuanto a derechos de los trabajadores y cargas asociados a la creación de
empleo para optimizar y maximizar el impacto de la recuperación económica.
Excelente Diego, muy buen pantallazo de la realidad y claras recomendaciones.
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