sábado, 28 de junio de 2014

Litigio con Fondos Buitres: Una Hipótesis sobre la solución

El Litigio con los Fondos Buitres: Una Hipótesis sobre la solución en desarrollo.
Diego Dequino
28 de Junio de 2014

La situación de Argentina luego de la reunión del día vienes 27/06/2014 en sede del juzgado de Mr. Griesa en la ciudad de Nueva de York conduce, inducida por las circunstancias pero alentada por los actores del mercado financiero , a una solución de transición para corregir la situación presente e ingresar en 2015 con la cláusula ROFU caida. 

Proponemos como hipótesis más probable que esta solución de transición se implementará a través de un crédito stand by otorgado por alguna entidad "amiga" que hará de esta manera las veces de fiador de la Argentina por un monto que oscilara entre los 15 a 20 mil millones de dólares por un plazo inferior a un año (9 meses tal vez) de manera tal que:

1-Argentina logra demostrar capacidad de integración a los mercados internacionales de crédito.
2-El fiador será el que instrumentalmente pague a los fondos buitres mediante una fiducia y de esa manera se elimina el riesgo de que se active la cláusula ROFU de los bonos canjeados.
3-La Argentina legalmente estaría tomando deuda nuevamente en vez de pagar a los fondos buitres en mejores condiciones que a los bonistas.
4-El gobierno estaría logrando el retorno definitivo al mercado internacional de crédito en marzo o abril de 2015 con una emisión de deuda soberana por un monto  al menos igual o 25% superior al monto del crédito stand by que se obtenga en los próximos 30 días. Eemitir deuda soberana de calidad es el objetivo pretendido desde fines del año 2013, luego del arreglo con de los juicios en el CIADI, acuerdo con Repsol y acuerdo con el Club de París.
5-La política monetaria del país se fortalecerá de forma contundente, con ello también la política económica y la capacidad del gobierno para conducir al Estado hasta el final del mandato de la Presidenta Dra. Fernández de Kirchner.

Como aspectos colaterales de una solución que se desarrolle en base a los parámetros indicados debemos también considerar:

1-No perder de vista es que la conjunción entre el interés económico de los grupos financieros internacionales y su vectores de presión (v.g. fondos buitres) junto con la impericia del equipo económico del gobierno argentino al subestimar esos flancos de debilidad legal e institucional implicarán una pérdida económica de alrededor de 150 a 200 millones de dólares calculado ello por el spread de tasa que se pagará como diferencia entre la tasa del crédito stand by y la tasa de la emisión de deuda soberana que lo reemplace. Esta diferencia podemos preverla entre 2% y 3% anual, spread que sería efectivo durante 9 meses dependiendo de los plazos instrumentales de las acciones.
2-En segundo término la entidad financiera internacional o grupo de ellas que hagan las veces de fiadores mediante el crédito puente tendrán sin dudas ventajas para llevar adelante la operatoria de deuda soberana futura, servicios por cierto que también pagará el país en el momento qe ocurran, los cuales podría ser medidos en decenas o centenas de millones de dólares.
3- El mayor obstáculo que encontrarán será sin dudas la presión que grupos económicos locales e internacionales ejerzan debido a que una situación de previsibilidad cambiaria, fortalecimiento de la Balanza de Pagos y de las cuentas públicas constituyen factores adversos para sus apuestas económicas de corto y mediano plazo.

Entidades financieras internacionales "amigas" para el gobierno argentino ya existen, prueba de ello es la compra al contado que realizó Goldman Sachs de los Boden 2024 que la Argentina emitió por alrededor de 6000 millones de dólares más intereses para pagarle a REPSOL a comienzos del presente año 2014.




martes, 24 de junio de 2014

EMPATÍA, ARGUMENTOS Y CARISMA



Tres Ingredientes Útiles para Gobernar: Empatía, Argumentos y el Misterio del Carisma

Lic. Diego Dequino
23/06/2014


 
Los deseos de solución de los ciudadanos respecto de aquellos problemas más acuciantes que los alcanzan: seguridad y justicia; transporte y caminos; inflación y empleo; educación y salud; derechos civiles; vivienda digna entre otros, suelen depositarse en personas que ambicionan conducir el Estado. Las personas que pretenden  administrar la política pública son responsables de lograr diseñar el conjunto de herramientas y equipos necesarios para implementar soluciones a los problemas que los ciudadanos señalan como urgentes en el marco de una agenda pública. Este diseño instrumental no es otra cosa que un gobierno, el cual debe ser inserto en un espacio temporal definido, cuatro años por lo general, y en un contexto histórico en particular.

El conjunto compacto de problemas que un gobierno decide afrontar en función de administrar los consensos colectivos, los recursos y las herramientas que se aplican para remediarlos, pueden admitir variantes de proporciones en cuanto al volumen o calidad de la solución, así como a cuál mayoría decide responder con la solución implementada.

Podemos admitir en tales términos, que pueden existir variantes no solamente en la solución específica administrada como en el reconocimiento de la mayoría de ciudadanos beneficiados.

Es importante advertir que la mayoría de los ciudadanos puede comenzar en el porcentaje justo para imponerse en una decisión, lo cuál podrá ser quizá 1/4 o 1/3 de los ciudadanos dependiendo como se distribuyen los grupos de interés en la solución o entre los afectados por el problema, hasta la llamada mayoría absoluta, es decir 50% más un ciudadano. Pero en todo caso, siempre la sociedad tendrá una porción de ciudadanos que no se benefician con la solución o que su problema no se resuelve.

De igual manera, es factible comprender a priori que pueden existir mecánicas de solución distintas a idénticos problemas, cada una con sus ventajas y desventajas, pero distintas y diversas en tanto la mecánica como en la calidad de la solución.

Es decir, definidos los problemas puede razonarse a priori que existirán diversas opciones de solución. Cada opción deberá tener características definidas, así como ventajas mensurables y aspectos de verificación de la solución instrumentada.

La gran varianza que puede preverse en cuanto a ciudadanos alcanzados por las soluciones, así como las indeterminadas opciones de política para resolver cada problema abordado, plantean un dilema para la conducción del Estado. En efecto, desde una mayoría justa en un escenario de opiniones fragmentario hasta un cuasi totalidad de los ciudadanos beneficiados, desde soluciones brutales hasta otras muy refinadas, percibimos que la brecha en la cual puede desarrollarse un gobierno en cuanto a política pública es enorme en términos teóricos al punto de asustar a quien reflexione sobre ello.

Esta brecha teórica se reduce drásticamente, es decir se transforma en un margen predecible y ajustado para cualquier ciudadano debido a tres elementos que las Sociedades interponen -desde la Revolución Francesa y de la Revolución Industrial en adelante-, entre los problemas de la población y las soluciones de gobierno: las leyes en cuanto delimitan los márgenes de aquello que es imposible; la ideología en cuanto aglutina los pensamientos que pueden ser sostenidos en cada etapa de la Sociedad sin reñirse con el futuro de la Sociedad misma; y las propias organizaciones políticas en la medida que son capaces de reunir a las personas para ocupar el Estado y conducir el gobierno.


Elementos útiles para formular un Teorema sobre Liderazgo Político

Ahora bien, en ningún caso se deduce cuales son las claves de un proceso político exitoso, medido éste no por sus resultados electorales ni por su permanencia en el gobierno del Estado, sino por una medida más etérea pero más exacta del resultado político de la gestión: su capacidad para perforar los ciclos históricos que registra la Sociedad en cuanto facilita una mejora en la condición global histórica de la misma.

Para ilustrar a qué nos referimos podemos decir que en el plano de nuestro país y con alcance nacional, es perfectamente comprensiva esta definición de las etapas fundacionales de la Nación (1810-1816 con nuestros próceres fundantes San Martín y Belgrano); la etapa de consolidación del País en cuanto homologación en el concierto de las naciones capitalistas modernas (la llamada generación del ’80 con nuestros próceres ilustrados Mitre y Sarmiento);  la elección de una organización Republicana , Laica y con Democracia Electoral (1916-1930 y 1945-1955; con los próceres populares en desarrollo  Yrigoyen y Perón).

Si reflexionamos sobre el alcance de la Provincia de Córdoba de una medida de éxito político, entonces la memoria colectiva se recorta temporalmente de forma drástica al relato fragmentario y no academicista, por lo cuál extenderse más allá de una centuria convierte la reflexión en ajena y lejana para el imaginario colectivo. En este recorrido temporal inverso podemos hurgar en la memoria para hallar la referencia ética, progresista y popular de Amadeo Sabatini en la segunda mitad de la década de 1930; la referencia industrialista, organizada y de futuro materialmente próspero del Brigadier San Martín; la clave de un gobierno con cuadros de incontestable extracción popular con el arribo de Ricardo Obregón Cano- Atilio López al gobierno de la Provincia.

En igual sentido, cuando nos referimos al caso de la Ciudad de Córdoba el recorte es mayor pudiendo extenderse cuando mucho a unas pocas décadas a riesgo de retratar una épica propia de un libro de cuentos fantásticos de otra época, de otro mundo. En efecto, la memoria colectiva registra los hitos de la intervención en cuanto concepción modernizadora urbana de principios de la década de 1970 del Arq. Taboada; las intervenciones estructurales de infraestructura de la segunda mitad de la década de 1980 del Dr. Ramón B. Mestre; o el remozamiento institucional brindando una propia Constitución así como modificando la escala de abordaje del gobierno local con los Centro de Participación Comunal del Dr. Rubén A. Martí en la década de 1990.

Es de notar que cuando la reflexión alcanza el plano nacional, la distancia de los acontecimientos y la profusa documentación histórica relativa permite extenderse de forma más lejana en el tiempo. A medida que nos acercamos en el plano territorial, la memoria histórica se acorta tanto como se nos acercan los problemas, de forma tal que en el caso de la Provincia de Córdoba solamente se puede recorrer la centuria y en el caso de la Ciudad de Córdoba apenas algunas décadas como señalamos.

La épica de las acciones se extravía en los rincones miserables de las gestiones; mientras que la grandeza de los conductores se reafirma en la mirada lúcida de su tiempo.


Tres ingredientes indispensables del buen gobernante

Es necesario insistir que las claves para considerar un buen gobierno en los términos de facilitar una mejora en la condición global de la Sociedad, lejos de la retórica, el éxito se encuentran en los resultados mismos de las acciones que sea capaces de instrumentar la política y los gobiernos.

La inquietud que atraviesa a todo político, a todo proceso político que imagina trascender a su tiempo a partir de sus acciones de gobierno, sean ellas testimoniales, materiales o de consciencia, se ubica por lo general en una rara fantasía de interpretar como - pésimos - actores que remedan pasajes o extractos sueltos de las obras míticas con las cuáles se construye el imaginario político criollo, por caso “El Príncipe” de Maquiavelo, así como en reinterpretar los libretos de las organizaciones políticas argentinas que devinieron en abstractos por no disponer de una exhaustiva y completa revisión conceptual de su modelo germinal y la realidad histórica en donde se actúa.

Lo cierto, en todo caso, es que tanto dirigente político conductor como proceso político conducido, no disponen de reglas únicas y sencillas sobre las cuáles moldear un buen gobierno. Como señalamos las disquisiciones en cuanto a mayorías beneficiadas, o en cuanto a alternativas respecto de la mecánica instrumental de la política, establecen una especie de segundo orden de la ejecución.

Consideramos valioso tratar de buscar los cimientos del primer orden, del lugar precioso donde la razón, la confianza y el devenir se encuentran de forma limpia y simple. Sin ningún tipo de artilugio conceptual que transforme en difícil aquello que por su finalidad debería ser sencillo. Este primer orden, no es otra cosa, que tratar de realizar un aporte en la búsqueda de la verdad como motor develador del cambio, y la buena fe o buena intención como argumento perenne de las acciones que se impulsan. Recogerse sobre los valores, no es otra cosa que buscar en la propia dinámica de los grupos sociales los elementos que justifiquen las acciones que modifiquen su propia realidad.

En esta búsqueda proponemos una simplificación extrema en los términos respecto de cómo reunir los elementos de una solución política exitosa para los gobiernos. En este orden proponemos que las características y acciones de las organizaciones políticas tanto en su proceso de arribo a la conducción del Estado como ya en el gobierno del mismo deberán contar con tres elementos críticos, propios de la pretensión de conducir el proceso político:

1.     La Empatía ingrediente indispensable para sostener las mayorías de adhesión al proceso político. La capacidad del dirigente en tanto conductor y del propio proceso político de ponerse –al menos por un momento- en el lugar de aquellos que son los postergados, los más afectados por los problemas ciudadanos, constituye el capital por excelencia para comprender el daño que implica la ausencia de solución por parte del Estado a los problemas que la Sociedad encomienda resolver. Sin Empatía no existe soporte electoral sostenido, las mayorías se disuelven y fragmentan en la búsqueda de aquellos procesos políticos que se identifiquen con ellas mismas en tanto ciudadanos que reclaman. Por el contrario, la capacidad empática de un proceso político constituye la guía más férrea hacia el destino que exigen los ciudadanos, evitando dilaciones y distracciones inútiles y perniciosas en la implementación de las soluciones. La empatía es la última garantía que los dirigentes políticos sean capaces de percibir el dolor y la postergación que sufren los ciudadanos que los eligen para conducir la solución de los problemas que más los acucian de forma colectiva.

2.     Los Argumentos constituyen el elemento indispensable para convencer a los individuos y sus organizaciones respecto de la mecánica elegida para resolver los problemas comunes a la Sociedad. Los Argumentos transforman en consistente la acción, permiten a los ciudadanos auditar la mecánica de la gestión de gobierno en función de los resultados que se esperan y para los cuales la dirigencia política se hizo elegir. Argumentar es la manera moderna y adecuada de imponer soluciones para las mayorías, afectando los status quo en la medida que ello sea útil y necesario para mejorar la realidad. Los Argumentos deben permitir a los ciudadanos solicitar explicaciones por las acciones emprendidas por el Estado, a la vez que obliga a los dirigentes políticos y los procesos que integran a detallar los motivos y razones por las cuales gestionan el cambio de la realidad. Los Argumentos constituyen la base cualitativa del proceso político exitoso, poniendo en una especie de estadio de simulación el cambio de la realidad pretendido.

3.     El Carisma como parte integrante del misterio humano de la conducción. El Carisma opera como espejo de la ciudadanía respecto de su propia representación. El Carisma podrá ser exclusivo del dirigente político o un atributo del proceso político completo, pero siempre permite enrolar el deseo colectivo por ser aquello que no se es, no se alcanza, pero se desea. En términos de representación, el Carisma opera como la imagen proyectada de los ciudadanos que requieren soluciones respecto de la persona o entidad que sintetice su estereotipo ideal capaz de sostener en el tiempo la Empatía con los que sufren y los Argumentos que sostienen las acciones. Un Carisma sin Empatía y sin Argumentos es apenas un maniquí social expuesto en una caja de cristal.


La medida exacta de cada ingrediente o componente de la receta, así como la manera de mezclarlos, dependerá de diversos factores algunos propios de la decisión de los actores en tanto decisores políticos, otros frutos de las condiciones impuestas por el contexto y la realidad en la cuál se desenvuelve la Sociedad y el Estado.

La afirmación entonces consiste en sostener que lo certero ocurrirá cuando se verifique la ausencia de uno o más de estos tres ingredientes dentro de un proceso político específico, sea de gobierno o sea de arribo al gobierno. La carencia de al menos uno de los tres ingredientes Empatía, Argumentos y Carisma condenará al fracaso a cualquier proceso político, medido el éxito -tal como se señalo- en términos de su capacidad para perforar los ciclos históricos que registra la Sociedad en cuanto obtener mejoras en la condición global histórica de la misma.

Cuando los Argumentos del proceso político reaseguran las acciones emprendidas para atenuar el dolor y la frustración que Empáticamente la clase dirigente debe percibir de los ciudadanos, entonces es posible imaginar que los deseos de solución de sus problemas más acuciantes encuentran el sendero de respuesta esperada dentro de las expectativas generadas por la elección realizada para conducir la política pública. Si ello dispone de la dosis de Carisma necesaria para representar el estereotipo promedio que los ciudadanos desean proyectar como sostén del éxito buscado, entonces el proceso político tiene garantías de trascender temporalmente el imaginario colectivo y con ello de perforar el ciclo histórico en que se encuentre la Sociedad.