domingo, 15 de noviembre de 2020

CUANDO LA CONFIANZA VALE BILLONES - MONEDA Y FINANZAS 2021

 

CUANDO LA CONFIANZA VALE BILLONES

10/11/2020

Diego Dequino

(especial para La Voz del Interior. https://www.lavoz.com.ar/negocios/cuando-confianza-vale-billones) 

Nuestro país enfrenta en materia económica múltiples desafíos, la claridad sobre la magnitud de estos y su adecuada comunicación entre los ciudadanos es condición necesaria para superarlos.

En los últimos días del mes de octubre, luego del recalentamiento en el mercado de los dólares financieros (MEP y CCL) y del dólar blue, el gobierno parece haber tomado nota que no puede seguir ignorando la desmesura del desajuste en las cuentas públicas y monetarias.

La mención apresurada sobre suspender los pedidos de financiamiento directos al Banco Central (BCRA), parecen haber dado cuenta de ello. El mercado recogió lo positivo de la señal. Resta al gobierno explicar la magnitud del problema y la manera en la cual prevé sustituir la fuente monetaria de financiamiento actual.

El foco de interés entonces comienza a correrse desde la emisión de pesos del Banco Central hacia las necesidades financieras del Tesoro Nacional. Veamos.

Un frente financiero de 6 Billones de pesos

Para los meses comprendidos en el período noviembre 2020 - diciembre 2021 las necesidades financieras brutas del gobierno alcanzan los $6 Billones, según información disponible y presupuesto nacional 2021.

Este monto abruma al lector experto porque equivale a un quinto de nuestro producto nacional, pero inquieta aún más cuando se advierte su composición entre calendario.

De los $6 Billones de necesidades financieras brutas, la mitad corresponde a vencimientos de deuda que deben renovarse: $0,8 Billones en este bimestre 2020 – el 9 de noviembre se refinanciaron $0,05 Billones- y $2,3 Billones en 2021.

La otra mitad está prevista obtenerla en 2021 mediante: $0,4 Billones con nueva emisión monetaria del BCRA, $0,8 Billones con impuesto inflacionario, $1,7 Billones colocando nueva deuda.

¿Cuánto representa $6 Billones en la Argentina? Transformados a dólares al tipo de cambio oficial incluyendo su proyección, equivalen a 70 mil millones de dólares o 5 mil millones de dólares mensuales. Siendo 40 mil millones de dólares para renovación de deuda y 30 mil millones de dólares para nuevas necesidades.

En los próximos catorce meses el gobierno debe gerenciar deuda financiera equivalente a más de un tercio del total de dólares bancarios y dólares billetes contenidos en la Argentina; o el equivalente a dos tercios del total de depósitos de todo el sistema financiero argentino.

La magnitud de las necesidades financieras que atraviesa el Tesoro Nacional es muestra elocuente de los reducidos grados de libertad que poseen las autoridades. No es casual, entonces, que se hubiere instalado la percepción de que se encontró un límite a la emisión monetaria para financiar déficit fiscal.

El 2020 trajo 3 Billones de pesos

Desde el inicio del año 2020 la suma del dinero en efectivo, el dinero en cuenta corriente y el dinero en caja de ahorros en bancos, aumentó $3 Billones. Ello representa un aumento del 80% respecto a 2019 y equivale a un promedio mensual de $300 mil millones.

En igual período las reservas brutas del BCRA cayeron 5,2 mil millones de dólares, hasta perforar los 40 mil millones. Mientras que las reservas líquidas se estiman alcanzaron valores negativos, similar a lo ocurrido en el año 2015. Ello a contramano del superávit de comercio exterior y de la interrupción del drenaje de divisas por los servicios de deuda en moneda extranjera.

El valor del dólar en la Argentina se sabe, es el termómetro que más rápido mide la confianza de los agentes económicos, quienes para proyectar su valor de corto plazo evalúan la relación entre pesos y dólares que administra el BCRA.

El tipo de cambio de conversión es el valor que hace equivalentes el total de pesos emitidos respecto del total de dólares que posee el BCRA, ajustado por regulaciones y expectativas.

Este cálculo en los últimos días arroja valores que lo ubican en el rango $138-$239, incluyendo en el cálculo Leliq y Pases del BCRA, así como los dólares netos depositados en bancos.

Nótese que $138 coincide con el valor del llamado dólar solidario, el techo del gobierno se asemeja al piso del mercado.

La mediana estadística marca $188 por dólar, funcionando esta como una referencia para las operaciones de compra venta a la cuales tiene acceso el público, es decir dólares financieros y dólar blue.

El gobierno puede operar sobre esos valores aumentando las reservas de dólares, reduciendo la emisión de pesos u operando sobre la confianza del público.

Más confianza respecto del futuro de la economía argentina empujará el dólar hacia límite inferior, por el contrario, dudas e incertidumbre sobre el futuro empujan a la divisa hacia el tramo superior del rango.

El valor de la confianza

Cada medida y anuncio del gobierno son acompañados por expectativas renovadas de duración limitada de parte del mercado. No obstante, debido a la magnitud de los problemas financieros y monetarios señalados, comenzó a instalarse un consenso que la resolución se encuentra fuera del alcance de la caja de herramientas hoy disponible para las autoridades.

El canje de deuda el 4 de septiembre funcionó como esperanza y promesa de solución, trayendo alivio de vencimientos en los próximos tres años y reducción de la carga de intereses en el tramo largo de la curva. Más no pudo recuperar la confianza de los inversores y ahorristas, tanto locales como extranjeros.

Para que los ciudadanos reciban más pesos emitidos sin escapar al dólar o le presten sus ahorros al Estado para financiar el déficit, la confianza monetaria y financiera debe ser reparada y sostenida.

Para ello se requerirán nuevas garantías sobre la credibilidad de las acciones que se emprendan.  ¿Será el nuevo acuerdo con el FMI? ¿Será un acuerdo político amplio como proponen sectores del gobierno? ¿Será el eventual cambio geopolítico por las elecciones de USA? ¿Será fruto de un ajuste fiscal aún no explicitado?

En cualquier caso, requerirá una hoja de ruta precisa donde los problemas sean bien medidos y expuestos. Sin medición fiable y comunicada los obstáculos, en algún momento, trasmutarán en crisis de confianza.

 

miércoles, 14 de octubre de 2020

DÓLAR EN $165, ¿VALOR DE EQUILIBRIO?

 

DÓLAR EN $165, ¿VALOR DE EQUILIBRIO?

 

13/10/2020

Diego Dequino

 

Las medidas tomadas por el gobierno en materia de política económica y en particular por el Banco Central (BCRA), luego del canje de la deuda pública en moneda extranjera, no han sido eficaces para los objetivos definidos.

No se pudo detener la sangría de dólares de las reservas del BCRA, ni tampoco frenar el ascenso persistente en el tipo de cambio.

El cúmulo de medidas minimalistas, tomadas en torno a las operaciones de cambio de moneda, han agregado mayor confusión e incertidumbre al escenario económico angustiante que atraviesa nuestro país.

En diferentes oportunidades hemos señalado que el valor del dólar en la Argentina es un termómetro de la confianza de los agentes económicos.

Proyectar su valor para los agentes económicos, en el corto plazo, depende siempre de la lectura que ellos realicen sobre la relación entre pesos y dólares que administra el BCRA.

Esta relación mide el tipo de cambio de conversión, es decir el valor que hace equivalentes el total de pesos emitidos respecto del total de dólares que posee el BCRA, ajustado por regulaciones y expectativas.

Dicho cálculo en los últimos días, incorporando el drenaje de reservas y la emisión recurrente de pesos del BCRA, arroja valores que lo ubican en el rango $133-$233. Incluyendo Leliq y Pases del BCRA en el cálculo y los argendólares depositados netos de préstamos en dólares otorgados por los bancos.

Nótese que el valor de piso del rango citado en $133 coincide con el nuevo valor que definió el gobierno para el llamado dólar ahorro o dólar solidario, luego de agregarle retenciones de ganancias por 35% en su operatoria.

La mediana estadística del rango indicado arroja $182 por dólar, funcionando este valor cómo una referencia para la operación de moneda extranjera a la cual tiene acceso el público, es decir dólares financieros y dólar blue.

Entonces podemos afirmar que los valores actuales de $146 dólar MEP, $158 dólar CCL, o $167 dólar blue, tienen aún margen para aumentar. Incluso sin empeoramiento disruptivo de las condiciones de mercado, en la medida que continúen deteriorándose las expectativas del público con relación a nuestra moneda, el peso.

El desafío para las autoridades que definen la política económica de nuestro país es cambiar el sendero de las expectativas negativas actuales. Pero según los valores expuestos, ese cambio deberá estar inexorablemente ligado a una reducción del ritmo de emisión monetaria y una recomposición paulatina de las reservas de nuestro Banco Central.

 

viernes, 9 de octubre de 2020

PRESUPUESTO NACIONAL 2021

 

PRESUPUESTO NACIONAL 2021:

MUCHOS CEROS, MÁS DÉFICIT, MÁS CAJA.

 

02/10/2020

El proyecto de ley sobre el presupuesto nacional 2021 presentado por el gobierno es ante todo un acto que debemos celebrar. Primero porque logra cumplir con el ritual exigido por la ley de administración financiera luego de un año en el cual dicha exigencia fue salteada.

Pero en especial porque facilita y promueve la discusión de aspectos centrales que atraviesan nuestra coyuntura económica argentina. En tal sentido nos ocupamos de señalar dos de dichos aspectos que este proyecto de presupuesto puso de manifiesto.

El primero se refiere a la nominalidad desbordante de la contabilidad pública que opaca y confunde la discusión de fondo. El segundo se refiere al resultado fiscal expuesto y su manera de expresarlo.


La nominalidad que confunde


Los gastos totales para 2021 se estiman en 8,4 billones de pesos, es decir un número 8 seguido de doce ceros. En el año 2019 el presupuesto de gastos aprobados rondaba los 4,4 billones de pesos. En dos años el presupuesto de gastos se duplicó de forma nominal.

Esta nominalidad está vinculada a la evolución de la inflación, que de mantenerse en los niveles promedio de los últimos dos años podemos proyectar que antes del 2030 el presupuesto nacional de gastos superará cómodamente los 125 billones de pesos.

La contabilidad pública nacional dispone de un conjunto rico y completo de planillas y anexos, los cuales se pueden expresar en varios miles de páginas impresas. Esa información indispensable y valiosa para poner en foco y valor la discusión de las políticas públicas, lamentablemente es opacada por la confusión propia que genera realizar cálculos sobre métricas de totalización con 13 dígitos, sin contar decimales.

Si bien es muy improbable que se produzca un cambio de moneda por quita de ceros, si es muy probable que asistamos a un reajuste por simplificación del modelo de exposición en la contabilidad pública de las cantidades monetarias expresadas.

 

El déficit fiscal bajo enfoque financiero


Nuestro gobierno nacional proyecta gestionar recursos en 2021 por el equivalente a un tercio de la riqueza nacional. Los números allí contenidos son por lo tanto claves fundamentales para comprender el desempeño económico de nuestro país, independientemente de la capacidad regulatoria que posee el Estado sobre las personas y las empresas.

Según los números presentados, el déficit fiscal para 2021 se estableció en $1,45 billones. No obstante, hay que señalar que ese valor se alcanza con recursos corrientes que incluyen las transferencias de utilidades por parte del Banco Central (BCRA) al Tesoro por $0,8 billones.

Entonces debemos decir que el déficit fiscal total alcanza $2,25 billones, pero que una parte de ello se financia con impuesto inflacionario y ganancias por revaluación en pesos de las reservas.

En cuanto a la titulación del déficit fiscal señalado por $1,45 billones, se prevé que:

* $0,4 billones serán titularizados mediante anticipos netos del BCRA al Tesoro, o emisión monetaria pura.

* $1,7 billones serán mediante emisión neta de deuda, de los cuáles $1,3 billones será deuda de largo plazo en pesos y $0,4 billones será deuda de largo plazo en moneda extranjera.

* La deuda titularizada por encima del déficit fiscal primario proyectado está prevista aplicarse para obtener una mayor liquidez para el Tesoro de $0,65 billones, en particular mediante mayores disponibilidades de caja y aumentos en las cuentas a cobrar.

 

sábado, 3 de octubre de 2020

MONEDA Y BANCOS EN LA ARGENTINA COVID19

 

MONEDA, BANCOS Y TASA DE INTERÉS ¿QUÉ ESPERAR LUEGO DEL FMI?

Diego Dequino

03 de octubre 2020

  

La composición de los agregados monetarios, exponen un alto nivel de volatilidad tanto desde el lado de los Activos del BCRA (Reservas y Títulos garantizados), cómo del lado de sus Pasivos (Billetes y Monedas, Depósitos a la vista, Cajas de Ahorros, Plazos Fijos de particulares).

Esta volatilidad está tensionada principalmente por la asimetría marcada entre excedentes financieros privados atesorados en plazos sumamente cortos para un sistema financiero: la mitad de los depósitos son la vista y la mitad de los depósitos a plazo no exceden en su parte principal los 90 días. Versus déficits públicos consolidados que no dan respiro ni ventaja a la generación de excedentes de divisas en el sector externo imponiendo una necesidad inmediata de una fenomenal aspiradora de los excedentes financieros privados.

La expresión sintética de esta asimetría se visualiza en el estrés recurrente a la que son sometidas las reservas en moneda dura del BCRA. La única salida posible para evitar una espiral inflacionaria será solamente posible en la medida que aumente la demanda de pesos por parte de los particulares de forma sostenida y permanente.

Para ello la composición de los depósitos en pesos de los particulares en el sistema financiero deberán aumentar su participación de los depósitos a plazo, a la vez de estirar progresivamente el plazo de estos. Ello debería darse de forma voluntaria, pero si así no ocurriera, el BCRA estará obligado a realizar un ajuste de única vez sobre dicha estructura.

Las herramientas con las cual cuenta el BCRA hoy son muy básicas y simples. No tiene variedad de instrumentos, usando las Leliq para todo propósito desde esterilizar la oferta excedente de pesos hasta dotar de rentabilidad a las hojas de balances de los Bancos del sistema.

La tasa de interés actualmente como variable de ajustar expectativas y corregir estímulos de mediano plazo sobre la demanda de pesos de particulares, no funciona en la cantidad y calidad requerida.

La alta inflación junto con el bimonetarismo selectivo de los particulares argentinos, trasladan todo el foco de atención para reservar valor hacia el dólar.

El BCRA entonces afronta la principal batalla con relación a controlar los agregados monetarios, a la vez de viabilizar el funcionamiento del sistema financiera, contra tres variables: tasa de interés, inflación, precio del dólar; cuando debería ser solamente en las dos primeras variables.

Por dicho motivo, el BCRA está obligado a desarrollar su estrategia de forma conjunta con el Ministerio de Economía, lo cual debilita su carácter autónomo natural que debería poseer y por lo tanto limita la efectividad de sus acciones.

Aparece como la primera estrategia que se advierte, según lo proponen en sus acciones las autoridades económicas nacionales, el traslado desde deuda del BCRA con particulares a través de los Bancos mediante el modelo depósitos-Leliq-adelantos al Tesoro Nacional; hacia un modelo donde el Tesoro Nacional estaría decidido a constituirse en la principal aspiradora de pesos de la economía al alimentar una curva de endeudamiento en pesos aunque atada a inflación (CER) más premio. El gobierno en este sentido ya propone una curva a 8 años en pesos con la emisión del último bono del canje de deuda BONCER 2028 (TX28; CER+2,25% anual) y por lo tanto podemos esperar que asistamos a un proceso acelerado de instrumentos que se liquiden en pesos, aunque ajusten por otras referencias (inflación, o dólar oficial dólar-linked).

No obstante, debemos ser conscientes que un funcionamiento de la economía real en stand by debido al fenómeno COVID-19 perjudica todos los estímulos direccionados a aumentar la demanda de pesos y aumenta la especulación hacia el atesoramiento en monedas duras de los particulares.

En efecto una economía refrenada, sin claridad sobre el recorrido de crecimiento próximo, junto a una Sociedad asustada que recurrentemente debe aumentar sus recaudos, desemboca en una sobre adhesión a la reserva de valor en formatos de guarda financiera líquida, en detrimento del consumo y de la inversión.

Por el momento la apuesta general se advierte tendiente a crecer más rápido el volumen de la deuda en pesos del gobierno nacional que la tasa a la cual crecen las Leliq (38%), la cuál es idéntica la inflación esperada.

El éxito o no de esta estrategia, pondrá a los Bancos comerciales en la encrucijada de aumentar su exposición al riesgo del soberano o crecer atados al desempeño de la economía real.

Una evolución acompasada, no de única vez, se advierte por el momento como la estrategia más probable para la gestión señalada en materia de política monetaria y de gestión financiera del déficit fiscal. No obstante, es también razonable considerar que las cosas no siempre ocurren de una sola manera en nuestro país en cuanto a la economía, y por lo tanto es factible que el modelo acompasado no disruptivo tenga también algunos “momentos” donde existan golpes de redireccionamiento de parte de los excedentes financieros depositados. Ejemplo de este modelo de gestión es el proceso que se llevó delante de renegociación de la deuda pública.

El punto de inflexión para que se presenten esos momentos disruptivos parciales será seguramente luego de que se logren al menos acuerdos parciales de gobernanza económica con el FMI. Hasta ese momento, el gobierno nacional intentará tal como lo viene haciendo exponer calma y mesura con el fin de lograr el respaldo que se busca del FMI: “libertad de acción en materia de política económica, monetaria y financiera”.

lunes, 21 de septiembre de 2020

SÚPER CEPO AL DÓLAR

SÚPER CEPO AL DÓLAR: INCONSISTENCIAS Y VACIOS NORMATIVOS

Diego Dequino

 

Las medidas extraordinarias de regulación en materia de cambios de divisas que tomó el Banco Central de la República Argentina (BCRA) el martes 15 de septiembre, aunque eran esperadas por el mercado, no dejan de sorprender por su manifiesto contraste de diseño con la política financiera del Estado Nacional y por un lenguaje burocrático que aturde.

 

Lo urgente oculta lo importante

 

El gobierno nacional para implementar su plan financiero para el Estado Nacional renegoció pasivos equivalentes un tercio de la riqueza nacional, sin fisuras jurídicas ni administrativas, con un diseño que simplificó y transparentó el esquema de vencimientos financieros del Tesoro.

Redujo desde más de treinta a una decena los títulos públicos, se unificaron las tasas de interés comprimiendo a la mitad los márgenes de dispersión, estandarizaron los plazos de las maduraciones de los títulos de deuda desde más de quince a seis opciones, y concentraron todos los vencimientos anuales de pago en dos fechas del calendario.

Mientras el Ministerio de Economía demoró ocho meses para poner a punto una estilizada solución financiera y legal para el canje de la deuda pública en moneda extranjera, el BCRA en menos de 24hs emitió un conjunto de intrincadas y crípticas regulaciones sobre el mercado de divisas para contener los desbordes de demanda en la compra de 200 dólares por mes por persona.

 

Los puntos ciegos de la normativa

La normativa emitida durante la presente semana por el BCRA, destinada a regular el mercado de cambios, se define por una larga lista de consignas negativas y prohibiciones. Se eligió el camino más retorcido para comunicar algo que podría haberse definido por un puñado simple de afirmaciones positivas.

No obstante, si bien en los próximos días habrá de terminar la interpretación sobre el alcance exacto de las nuevas limitaciones, existen dos inconsistencias centrales que deben ser esclarecidas.

A) Según las exigencias que la Comunicación “A” 7105 del BCRA impone a las entidades financieras, la renta en dólares de bonos, CEDEARS u obligaciones obtenidas de forma legal y regulada a través de operaciones en los mercados autorizados -Bolsa-, serán de muy difícil o imposible acreditación en las cuentas bancarias de la misma moneda de los titulares de esas rentas.

Ello resulta incomprensible, dado que el Ministerio de Economía acaba de canjear bonos bajo ley nacional y ley extranjera, que generan renta en dólares. Claro qué debido a la reprogramación de plazos, hasta julio de 2021 no habrá renta para acreditarse. Pero si esta medida sigue vigente tal y como está escrita, entonces en dicho momento un tenedor de los bonos canjeados, le convendrá "vender" los dólares que el propio Estado le pague en concepto de renta mediante el llamado dólar MEP y pedir que le transfieran Pesos.

Recomendación deducida I: si los particulares no quieren andar con problemas por la vida en los próximos meses, deberán mutar todas sus transferencias bancarias a Pesos.

 

B) Según las limitaciones definidas por la Comunicación “A” 7106 del BCRA con relación a los consumos en dólares con tarjetas de débito o crédito y que sean pagados en Pesos, serán deducidos del límite mensual de compra de 200 dólares mes por persona. Cuando los consumos superen los 200 dólares/mes, entonces la deducción se traslada a los meses subsiguientes hasta completar el monto.

Ello deja sin responder la situación de consumos varias veces superior a 200 dólares y pagados en Pesos al vencimiento de la tarjeta. Por ejemplo un resumen de 1.000 dólares en un mes, que implica anular cinco meses subsiguientes del cupo. El interrogante es si al mes inmediato siguiente se podrá realizar con la tarjeta otro gasto equivalente de 1.000 dólares, que a su vez anula cinco meses más del cupo en el calendario. Esta situación se puede imaginar con muchas variantes, en monto y en repitencia. Pero el foco del interrogante es si el titular de la tarjeta debe esperar a que se libere el cupo para volver a gastar; o pagar el saldo solamente con dólares -no con Pesos-; o no tiene restricciones mientras el límite de gasto de su tarjeta se lo permita.

Si las opciones posibles son las dos primeras, entonces de facto se está imponiendo un techo al gasto en dólares con tarjeta si el saldo se paga al vencimiento con Pesos.

Recomendación deducida II: si los particulares no quieren aumentar sus problemas en los próximos meses, deberán mutar todas sus compras a Pesos, incluyendo eliminar facturas de bienes o servicios que solamente se realizan en dólares.

 

Rumbo a la nueva normalidad

 

El BCRA deberá en los próximos meses fortalecer su rol de regulador más que penalizador. Penalizar conductas como única fuente para el resguardo de valor de nuestra moneda puede conducir a una espiral de prohibiciones, que impida recomponer y extender la confianza en nuestra moneda.

El liderazgo y energía como autoridad monetaria no deberá ser dilapidada ocupándose exclusivamente en producir micro regulaciones para la moneda que no es de curso legal, el dólar.

Su desafío para acompañar la nueva normalidad surgida de transitar la pandemia COVID-19, será promover y garantizar el uso creciente del Peso en nuestra economía. Para ello deberá ocuparse de producir iniciativas de regulación positiva sobre el Peso, que favorezcan y seduzcan la administración de ahorros que realizan personas y empresas.

  

 

miércoles, 5 de agosto de 2020

REESTRUCTURACIÓN DE LA DEUDA Y LA PRESIÓN SOBRE EL DÓLAR

LA PRESIÓN SOBRE EL DÓLAR CEDERÁ 20%

 04/08/2020

Diego Dequino

(también en https://www.lavoz.com.ar/politica/presion-sobre-dolar-cedera-20)

El acuerdo con los tenedores de bonos bajo legislación extranjera produce un efecto cascada sobre dos frentes financieros adicionales: tenedores de bonos de deuda bajo legislación nacional y organismos multilaterales acreedores de la Argentina, en especial FMI.

Entre los tres frentes financieros se despejarán incógnitas sobre un pasivo administrado para nuestro país del orden de los USD 150 mil millones a valor de capital. Ello representa alrededor del 25% de nuestra riqueza nacional.

La reestructuración de esos pasivos en moneda extranjera implica volver a operar en condiciones de normalidad dentro de los mercados financieros globales.

Genera mejores condiciones para administrar los flujos de capitales y cambios en posición de moneda para nuestro Banco Central. Repone de forma plena para el Estado en todos sus niveles y para las empresas privadas, la opción de recurrir a los mercados voluntarios de crédito.

Desde la perspectiva de los ciudadanos en tanto agentes económicos, siempre retorna a su minuta de interrogantes la eterna incógnita ¿y el valor del dólar?

Los primeros datos que procesa el mercado en el corto plazo es la relación entre pesos y dólares que administra el BCRA. Ese es el tipo de cambio de conversión, valor que hace equivalentes el total de pesos emitidos respecto del total de dólares que posee el BCRA, ajustado por regulaciones y expectativas.

Con información oficial publicada en los últimos días del mes de julio 2020 ese valor se ubica en el rango $122-$209, incluyendo Leliq y Pases del BCRA en el cálculo, así como los argendólares depositados netos de préstamos en dólares otorgados por los bancos. La mediana estadística de dicho rango arroja $165 por dólar, exponiendo las presiones alcistas que sufrió el tipo de cambio en los últimos treinta días.

No obstante, la reestructuración de la deuda producirá en los próximos meses una modificación en esa relación.

A) Las reservas, según siga la política actual de comercio exterior y la no emisión de nueva deuda en moneda extranjera en el mercado internacional, deberían mantenerse estables con leve tendencia al alza.

B) Los agregados monetarios que administra el BCRA serán mejor controlados en el futuro próximo, con más chances para enfocarse en estirar significativamente los plazos de los instrumentos que utiliza para esterilizar los excedentes de pesos: Leliq a 30 días y Pases diarios.

C) Las expectativas de los agentes económicos deberían mejorar, con ello se le quitaría presión también al tipo de cambio de conversión que fija un dólar que se asienta sobre la suma de todos los billetes, más los pesos en cuentas corrientes y en cajas de ahorro

Predecir por dónde ser realizarán los primeros ajustes de esas variables será la clave para anticipar la evolución del valor del dólar en los próximos meses.

La reconversión de todas o parte de las Leliq en instrumentos de plazo mayor al año quizá sea la primera corrección. La segunda se podrá asociar al despeje dentro de las expectativas de una parte de los depósitos en caja de ahorro como integrante de los pesos utilizados en el cálculo del tipo de cambio de conversión.

Si el mercado comienza a descontar ambas correcciones, entonces tendremos que la presión sobre el valor de dólar cederá a valor constante aproximadamente un 20% respecto de los precios actuales del dólar blue.

 

lunes, 6 de julio de 2020

EMPLEO PARA LA ARGENTINA DEL SIGLO XXI


Empleo para la Argentina del siglo XXI, más allá de la cuarentena.

Diego Dequino

El desempleo es un fenómeno que solamente se puede mitigar de manera consistente, en la medida que acertemos en comprender el proceso de creación de empleo.

En el siglo XX, empleo fue sinónimo de mono relaciones laborales. Cambiar de empleo solía ser un disvalor con fracaso de la relación laboral, por error empresario o por error del trabajador con su despido. La decisión de un trabajador de renunciar o su autoexclusión del mercado de trabajo era visto como la anomalía ante el estándar.

En el siglo XXI, empleo se asocia a palabras antes inéditas: dinámico, cambiante, pluriempleo, multiempleo a lo largo de la vida laboral del trabajador. La función del trabajador como tal y sus capacidades se imponen por encima del propio empleo o su lugar de trabajo. El trabajador del siglo XXI es un individuo que paulatinamente dispone de más tiempo para tareas personales y sociales, que presta servicios durante su vida laboral en diferentes condiciones de aportes a los sistemas de contención y seguridad social.

Productividad del trabajo

De los empleos actuales, en cuanto no estén insertos en procesos productivos transferidos desde el siglo XX, podemos destacar tres grupos designados para producir las condiciones de compensación recíproca de renta económica dentro de la sociedad, si deseamos el crecimiento económico sostenido. A) Un grupo con funciones de alta productividad, quienes tienen la capacidad de subsidiar a los tramos de la población que no trabajan, por edad o por desempleo o por condición particular. B) Empleos de baja productividad que sólo poseen capacidad para sostenerse a sí mismos y su grupo inmediato, con escasa capacidad de ahorro. C) Empleos de muy baja o nula productividad asociados a tareas que facilitan la inserción social, pero que también proveen chances de mejoras de sus capacidades y ascenso social.

Mitigar el desempleo de forma sólida implica aceptar que la salida de esa condición será para el trabajador un recorrido con etapas. Una porción menor podrá alcanzar la etapa de alta productividad de forma directa, porque poseen las capacidades necesarias y las oportunidades correctas. Pero un amplio espectro de personas deberá ser asistido para alcanzar y sostenerse en empleos de baja, muy baja o nula productividad.

Un modelo que necesita reemplazo

En la década de 1980 el aumento moderado del desempleo del 2%, tuvo de contrapeso sostener un número significativo de empleos de muy baja o nula productividad en empresas públicas deficitarias y sin inversiones, junto a costos desmedidos de producción en actividades privadas por protecciones arancelarias. La falta de consistencia entre la función de producción y sus capacidades para absorber empleos de alta productividad, junto a un cambio estructural no producido, inhibió la creación de un ciclo de inversión que absorbiera mayor cantidad de empleos de alta productividad. Al agotarse las capacidades de la economía para crecer se impusieron tiempos más cortos de reconversión en la década siguiente, aumentando los riesgos de daño permanente sobre los grupos de baja y muy baja productividad. 

En la década de 1990, el desempleo saltó 5%-6% como consecuencia del cambio en la matriz de producción con reasignación de factores productivos de forma disruptiva, fallando en la construcción de una red de reintegración económica de los trabajadores desvinculados: personas con capacidades funcionales de baja productividad. El ingreso al siglo XXI encontró a la Argentina con un crack bancario como consecuencia de una crisis de endeudamiento y capacidad de repago del sector público consolidado. Esta crisis que tuvo impacto de shock con consecuencias sobre toda la economía adicionó entre 5%-7% a la tasa de desempleo, teniendo como rasgo diferencial el aumento más que proporcional del desempleo en el sector privado respecto del sector público, incidiendo de forma más marcada sobre trabajadores con muy alta productividad. 

En la primera década de este siglo, corregidos los precios relativos y absorbidas las consecuencias del crack financiero, se facilitó la recuperación rápida de la economía al localizarse la misma sobre los sectores de muy alta productividad más castigados: campo, agroindustria, industria competitiva, servicios de valor agregado, esparcimiento. Ello generó un círculo virtuoso que proveyó de manera rápida al Estado de mayores recursos para: i) financiar la inserción y continuidad de los trabajadores de baja productividad, fortaleciendo las redes formativas y educación; ii) financiar subsidios directos a personas de muy baja o nula productividad, mediante el sistema de pagos previsionales sin aportes previos y el crecimiento de los planes sociales asistenciales. Este ciclo virtuoso permitió bajar entre 11%-13% la tasa de desempleo de manera sólida en el período, pero se agotó definitivamente en el año 2011 sin encontrar reemplazo a la fecha.

A cada cual, lo suyo

Construir un nuevo marco regulador sólido y consistente en el tiempo para el empleo y el crecimiento de nuestro país, deberá hacerse en vista a la situación de época y sin especulación política. Cada grupo de productividad deberá contar con señales y políticas claras según se trate: A) Sectores económicos de muy alta productividad que aún no maduraron deberían acceder a reinvertir regularmente impuestos en su propia actividad durante períodos definidos de 2 a 5 años, a la vez de asegurarles continuidad de las condiciones jurídicas de sus relaciones laborales y comerciales. B) El Estado Nacional debería protagonizar la inversión en formación profesional y empleabilidad de los trabajadores que funcionalmente se encuentran en sectores de baja productividad. C) Las provincias y los municipios enfocarse en organizar sistemas de producción económica cuyo objetivo sea sostener la integración social de las personas en condiciones de trabajar que por capacidades funcionales tienen muy baja o nula productividad. 

Asignar recursos de forma diferencial con relación a la productividad de la mano de obra, será la clave del siglo XXI para un nuevo orden en el empleo de nuestras generaciones futuras.


domingo, 21 de junio de 2020

SIETE APUNTES SOBRE EMPLEO EN LA ARGENTINA POST COVID


Siete apuntes conceptuales para una discusión sobre la coyuntura del empleo y el desempleo en la Argentina post Covid19

Diego Dequino
12-06-2020

    1)    Encuadre propuesto

El desempleo es un fenómeno que solamente se puede resolver o mitigar, en la medida que se comprenda el proceso de creación de empleo.

El empleo del siglo XXI, es un empleo cambiante, dinámico, con pluriempleo a lo largo de la vida laboral del trabajador. Con cada vez mayor tiempo para tareas sociales y personales, con tramos de prestaciones laborales en distintas condiciones con relación a los sistemas prestacionales (aportando como trabajador independiente, como pluriempleo, como prestador de empleador único por tiempo acotado, etc). Lo que prima hoy es la función del trabajador y ello depende de sus capacidades. 

El empleo del siglo XX, mono relación laboral, con cambios de empleo solamente promovidos por el fracaso del empleador por su función misma o por el despido quebrando la relación laboral. Casi nunca como decisión de renuncia del trabajador o su autoexclusión del empleo. Ello junto a la identificación del trabajador en relación al empleador como una identidad continúa y de época, producía el efecto de alterar la identidad del trabajador en función de su pertenencia.

El trabajador en el siglo XX se definía por ser empleado de la empresa “EMPRESA S.A.”, en lugar de definirse como persona en el mundo del trabajo en el actual siglo XXI, por sus saberes ("sé hacer TAL/CUAL") o sus aspiraciones ("quiero dedicarme a SER/PARECER").

Los empleos modernos, actuales en cuanto que no sean rémoras de procesos productivos del siglo XX, pueden y deben separarse en relación a sus funciones de alta productividad versus funciones de baja o muy baja (o nula) productividad. 

Los empleos de alta productividad son aquellos que tienen la capacidad de subsidiar a los tramos de la población que no trabajan, por edad o por desempleo o por condición particular. 

Los empleos de baja productividad solamente tienen capacidad para sostenerse a sí mismos y su grupo inmediato, con muy baja o nula capacidad de ahorro.

Los empleos de muy baja (o nula) productividad son aquellos asociados a tareas que se promueven en función de lograr que el trabajador pueda mantenerse insertado socialmente a la vez de construirle rutas de mejoras de sus capacidades para escalar a empleos de baja o alta productividad. 

    2)    Primera afirmación propuesta:

El desempleo solamente podrá ser reducido o mitigado en la medida que se comprenda que la salida de esa condición es una vía con etapas.

Algunos trabajadores podrán alcanzar la etapa última de forma directa, el empleo de alta productividad, porque poseen las capacidades necesarias y las oportunidades correctas. 

Existirán trabajadores que deban ser asistidos para alcanzar empleos de baja productividad, sosteniéndolos para que transiten el camino a la alta productividad. 

Y también existirán trabajadores que deberán ser incorporados a empleos de muy baja productividad para mejorar su integración en la comunidad y facilitarles de esa manera el camino a las etapas siguientes de su probable vida laboral. 

    3)    Segunda afirmación propuesta:

El desempleo cuando se produce responde a dos fenómenos diferentes: 3.1) Momentos de ruptura o quiebre de la función de producción; 3.2) Ciclos inerciales de refreno de la actividad económica pero sin producir quiebres en la función de producción.

El desempleo cuando se reduce, o aumenta el empleo, depende siempre de las características de la función de producción vigente. La función de producción es la que determinará el nivel de reacción para la absorción de los empleos de la economía.

Si la función de producción agregada de la economía contiene mayores bolsones (o subtramos) de generación de valor de alta productividad, entonces será mucho más rápido la reducción del desempleo en la medida que el crecimiento sostenido en la alta productividad produce excedentes suficientes para dinamizar el consumo y la inversión, a la vez que generan un crecimiento más que proporcional de impuestos al fisco que facilitan el financiamiento de sistemas que sostienen los empleos de muy baja productividad y/o el financiamiento de la mejora de capacidades e inserción de los empleos de baja productividad. 

    4)    Primer corolario propuesto:

El Estado en general debería organizar sus recursos para fomentar el empleo o combatir el desempleo, mirando y ajustando sus acciones con relación a los tramos diferentes de productividad que posee la función de producción agregada de la economía. Ello es equivalente a asignar recursos de forma diferencial con relación a la productividad de la mano de obra.

En particular se puede prever la siguiente estrategia: 

4.1) Para los sectores económicos de muy alta productividad que aún no maduraron, se debería permitir conmutar impuestos de forma puntual y acotado en el tiempo (de 2 a 5 años) para ser reinvertidos en la propia actividad. A la vez de asegurar la continuidad de las condiciones jurídicas en las cuales se desempeñan las relaciones laborales y comerciales.
4.2) Invertir en formación profesional y empleabilidad de los trabajadores que funcionalmente se encuentran en sectores de baja productividad;
4.3) Ayudar a organizar sistemas de producción social y económica que sean capaces de sostener la integración social de las personas en condiciones de trabajar que por sus capacidades funcionales tienen muy baja o nula productividad. 

El abordaje entonces de las medidas sobre los trabajadores desocupados y de las personas en condiciones de trabajar que no tienen ni buscan empleo, debería ser consistente con la situación de época en la cual se encuentra la función de producción de la Argentina. 

5)    La historia reciente como antecedente

Para analizarlo con relación a la historia reciente Argentina podemos citar los hitos más relevantes en esta materia de modificación del empleo y desempleo estructural desde 1983 a la fecha, a la vez de mirar el futuro inmediato y de largo plazo de la situación actual.

5.1) En la década de 1980, gobierno de Alfonsín, el aumento controlado del desempleo estuvo (creció alrededor de 2%) estuvo vinculado a sostener un número significativo de empleos de muy baja (o nula) productividad vinculados en especial a empresas públicas deficitarias y sin inversiones; junto con actividades privadas con protecciones arancelarias que permitían vender algunos bienes producidos a valores muy encima de precio de referencia internacional. La falta de consistencia entre la función de producción vigente y sus capacidades para absorber empleos de alta productividad, a la vez que no se abordó con el suficiente tiempo y profundidad el cambio de dicha función de producción, terminó construyendo un pasivo financiero colectivo que eclosionó cuando se consumió todo el ahorro nacional y las reservas monetarias asociadas.

El cambio estructural no producido, que inhibió la creación de un ciclo de inversión que generará mayor absorción de empleos de alta productividad, terminó agotando las capacidades de la economía para crecer e incluir mayor empleo de alta productividad, imponiendo tiempos más cortos de reconversión en la década siguiente y aumentando por consiguiente los riesgos de realizar una transición de la matriz de producción que produzca un daño permanente sobre los grupos de baja y muy baja productividad. 

5.2) La década de 1990, gobierno de Menem, el desempleo se disparó (subiendo entre 5% y 6%) como consecuencia del cambio en la matriz de producción, con reasignación de factores productivos -entre ellos el trabajo- de forma disruptiva y de un solo golpe, fallando en la construcción de una red de reintegración económica de los trabajadores directamente desvinculados: trabajadores con capacidades funcionales de baja productividad, en general ligados a los sectores protegidos en exceso, empresas públicas eclosionadas en el cumplimiento de sus propias misiones productivas y sectores con prebendas de protección sobre sus costos de producción excesivos.

5.3) La primera década del siglo XXI encontró a la Argentina con una crisis bancaria terminal inédita como consecuencia de una crisis de endeudamiento y capacidad de repago del sector público consolidado nación y provincias.

Esta crisis que tuvo impacto de shock con consecuencias sobre toda la economía produjo un salto adicional en la tasa de desempleo del orden del 5% al 7%, acumulando respecto de la década anterior. No obstante, su rasgo diferencial es que el fuerte y rápido aumento del desempleo se produjo de forma más que proporcional sobre el sector privado respecto del sector público, incidiendo de forma más notoria más sobre los trabajadores con muy alta productividad. 

Una vez corregido los precios relativos y absorbidas las consecuencias del crack financiero, amortiguado también al evitarse la ruptura total del sistema de entidades bancarias vigente, la característica señalada de impacto diferencial de la crisis según productividad del empleo facilitó la recuperación rápida y sostenida del empleo. En primer término la recuperación se localizó sobre los sectores inmediatos más castigados, aquellos de muy alta productividad (campo, agroindustria, industria competitiva, servicios de valor agregado, esparcimiento), permitiendo ingresar en un círculo virtuoso de manera rápida que facilitó promover la inserción y continuidad de los trabajadores de baja productividad mediante fortalecimiento de las redes formativas y la educación, especialmente mediante el incremento de los recursos destinados a educación. A la vez que permitió financiar subsidios directos a trabajadores de muy baja o nula productividad a través del fortalecimiento del sistema de sostén a la vejez (jubilaciones sin aportes) y el crecimiento del modelo de planes sociales (asignación universal por hijo).

Ello produjo dos efectos rápidos sobre el desempleo para su reducción, a diferencia de lo que no ocurrió en los '80 y de lo declamado, pero no logrado en los '90:

a) Redujo el desempleo “core” por la dinámica propia de la recuperación como herencia de la propia destrucción última de empleo, ya que fue lo más cercano a darwinismo económico que tuvo la Argentina desde 1930;
b) Quitó del mercado de trabajo a personas que estando en condiciones de trabajar tenían muy baja o nula productividad, reasignándolos a salario de reserva sin amenaza de reincorporación al mercado laboral.

    6)    Segundo corolario propuesto:

Las crisis financieras globales, debido a que encontraron a Argentina con una economía relativamente cerrada, incidieron de manera rápida pero puntual y coyuntural, aunque no determinante sobre el empleo/desempleo estructural. Mientras que las crisis financieras propias del país produjeron efectos también sobre el empleo /desempleo pero tampoco de forma estructural. 

Así ocurrió con la crisis de deuda de países latinoamericanos 1982, la crisis del default argentino con pérdida de moneda 1989, la segunda hiper 1990, el efecto tequila 1995, la crisis de deuda de Rusia 1998, incluso la crisis default 2001. El desempleo se resintió de forma estructural cuando la Argentina demoró en aceptar y absorber los cambios estructurales en su matriz de producción o cuando lo hizo se produjo sin contener las consecuencias negativas del mismo: siempre vinculadas estas a intentar reducir o eliminar el empleo de baja o muy baja o nula productividad. 

Las veces que el empleo se resintió de forma estructural, fue necesario disponer de tiempo suficiente (4 a 8 años) para que los cambios que dinamizan los sectores de mayor productividad de la economía se encarnaran en el proceso productivo. No obstante, en estos casos, la situación no retorno al punto inicial en cuanto a tasa de desempleo. 

El desempleo cuando se resintió de forma coyuntural y puntual, a pesar de ser más dañino desde la expectativa colectiva porque invade a todos los sectores, la recuperación del empleo fue más rápida y poderosa debido a que los sectores más dinámicos que poseen los puestos de mayor productividad relativa, son los primeros en reaccionar a las nuevas oportunidades de precios relativos y negocios.

7)    El empleo y el desempleo desde la caída del PBI de 2018

Para encuadrar la recuperación de la economía con relación al empleo se proponen siete puntos sobre los cuáles promover su discusión:

7.1) La suba del desempleo durante los años 2018 y 2019 no es de tipo estructural sino coyuntural vinculado a la crisis financiera interna ligada a la corrida financiera internacional de 2018 en contra de los mercados emergentes y de frontera.

7.2) La suba del desempleo alcanzó a todos los sectores económicos, con mayor o menor incidencia, en función de las características de cada uno de ellos. Ello se corresponde con que no existen desde fines de '90 políticas activas de eliminación/conversión de empleo de baja o muy baja o nula productividad.

7.3) La suba del desempleo es menos que proporcional a lo esperado en función de la elasticidad producto/empleo de la Argentina. Y ello es evidencia que los sectores de alta productividad no perciben una crisis estructural en sus sectores. 

7.4) Si las condiciones macroeconómicas continúan su proceso de estabilización es muy probable que la recuperación del empleo tenga impacto positivo rápido sobre la pérdida producida. La historia económica reciente de la Argentina demuestra que las crisis financieras que produjeron daño sobre el empleo fueron puntuales en el tiempo y de alcance indefinido sobre los sectores económicos, y las recuperaciones que sucedieron fueran rápidas y eficaces para paliar la desocupación. 

7.5) Dado que la política económica implementada desde 2016 no tuvo como eje castigar a ningún sector económico en particular y en especial a ningún grupo de trabajadores del sector productivo independiente de sus niveles de productividad, las condiciones de crecimiento asociadas a la matriz productividad se encuentran intactas y con mejoras relativas a los años anteriores toda vez que hubo inversiones efectivas sobre sectores de energía, comunicaciones y transporte, a la vez que correcciones de precios relativos de referencia. 

7.6) La redistribución solidaria del proceso de corrección de precios relativos sobre las franjas de población con alguna capacidad de ahorro, pero sin focalizar a ningún sector productivo en particular, permite entrever que la recuperación será rápida y eficaz. Si ello así fuera, dejará al final del recorrido al empleo de la economía en mejor posición en cuanto a productividad. 

7.7) Será fundamental abordar de manera reformista y proactiva el encuadre en cuanto a derechos de los trabajadores y cargas asociados a la creación de empleo para optimizar y maximizar el impacto de la recuperación económica.