domingo, 21 de junio de 2020

SIETE APUNTES SOBRE EMPLEO EN LA ARGENTINA POST COVID


Siete apuntes conceptuales para una discusión sobre la coyuntura del empleo y el desempleo en la Argentina post Covid19

Diego Dequino
12-06-2020

    1)    Encuadre propuesto

El desempleo es un fenómeno que solamente se puede resolver o mitigar, en la medida que se comprenda el proceso de creación de empleo.

El empleo del siglo XXI, es un empleo cambiante, dinámico, con pluriempleo a lo largo de la vida laboral del trabajador. Con cada vez mayor tiempo para tareas sociales y personales, con tramos de prestaciones laborales en distintas condiciones con relación a los sistemas prestacionales (aportando como trabajador independiente, como pluriempleo, como prestador de empleador único por tiempo acotado, etc). Lo que prima hoy es la función del trabajador y ello depende de sus capacidades. 

El empleo del siglo XX, mono relación laboral, con cambios de empleo solamente promovidos por el fracaso del empleador por su función misma o por el despido quebrando la relación laboral. Casi nunca como decisión de renuncia del trabajador o su autoexclusión del empleo. Ello junto a la identificación del trabajador en relación al empleador como una identidad continúa y de época, producía el efecto de alterar la identidad del trabajador en función de su pertenencia.

El trabajador en el siglo XX se definía por ser empleado de la empresa “EMPRESA S.A.”, en lugar de definirse como persona en el mundo del trabajo en el actual siglo XXI, por sus saberes ("sé hacer TAL/CUAL") o sus aspiraciones ("quiero dedicarme a SER/PARECER").

Los empleos modernos, actuales en cuanto que no sean rémoras de procesos productivos del siglo XX, pueden y deben separarse en relación a sus funciones de alta productividad versus funciones de baja o muy baja (o nula) productividad. 

Los empleos de alta productividad son aquellos que tienen la capacidad de subsidiar a los tramos de la población que no trabajan, por edad o por desempleo o por condición particular. 

Los empleos de baja productividad solamente tienen capacidad para sostenerse a sí mismos y su grupo inmediato, con muy baja o nula capacidad de ahorro.

Los empleos de muy baja (o nula) productividad son aquellos asociados a tareas que se promueven en función de lograr que el trabajador pueda mantenerse insertado socialmente a la vez de construirle rutas de mejoras de sus capacidades para escalar a empleos de baja o alta productividad. 

    2)    Primera afirmación propuesta:

El desempleo solamente podrá ser reducido o mitigado en la medida que se comprenda que la salida de esa condición es una vía con etapas.

Algunos trabajadores podrán alcanzar la etapa última de forma directa, el empleo de alta productividad, porque poseen las capacidades necesarias y las oportunidades correctas. 

Existirán trabajadores que deban ser asistidos para alcanzar empleos de baja productividad, sosteniéndolos para que transiten el camino a la alta productividad. 

Y también existirán trabajadores que deberán ser incorporados a empleos de muy baja productividad para mejorar su integración en la comunidad y facilitarles de esa manera el camino a las etapas siguientes de su probable vida laboral. 

    3)    Segunda afirmación propuesta:

El desempleo cuando se produce responde a dos fenómenos diferentes: 3.1) Momentos de ruptura o quiebre de la función de producción; 3.2) Ciclos inerciales de refreno de la actividad económica pero sin producir quiebres en la función de producción.

El desempleo cuando se reduce, o aumenta el empleo, depende siempre de las características de la función de producción vigente. La función de producción es la que determinará el nivel de reacción para la absorción de los empleos de la economía.

Si la función de producción agregada de la economía contiene mayores bolsones (o subtramos) de generación de valor de alta productividad, entonces será mucho más rápido la reducción del desempleo en la medida que el crecimiento sostenido en la alta productividad produce excedentes suficientes para dinamizar el consumo y la inversión, a la vez que generan un crecimiento más que proporcional de impuestos al fisco que facilitan el financiamiento de sistemas que sostienen los empleos de muy baja productividad y/o el financiamiento de la mejora de capacidades e inserción de los empleos de baja productividad. 

    4)    Primer corolario propuesto:

El Estado en general debería organizar sus recursos para fomentar el empleo o combatir el desempleo, mirando y ajustando sus acciones con relación a los tramos diferentes de productividad que posee la función de producción agregada de la economía. Ello es equivalente a asignar recursos de forma diferencial con relación a la productividad de la mano de obra.

En particular se puede prever la siguiente estrategia: 

4.1) Para los sectores económicos de muy alta productividad que aún no maduraron, se debería permitir conmutar impuestos de forma puntual y acotado en el tiempo (de 2 a 5 años) para ser reinvertidos en la propia actividad. A la vez de asegurar la continuidad de las condiciones jurídicas en las cuales se desempeñan las relaciones laborales y comerciales.
4.2) Invertir en formación profesional y empleabilidad de los trabajadores que funcionalmente se encuentran en sectores de baja productividad;
4.3) Ayudar a organizar sistemas de producción social y económica que sean capaces de sostener la integración social de las personas en condiciones de trabajar que por sus capacidades funcionales tienen muy baja o nula productividad. 

El abordaje entonces de las medidas sobre los trabajadores desocupados y de las personas en condiciones de trabajar que no tienen ni buscan empleo, debería ser consistente con la situación de época en la cual se encuentra la función de producción de la Argentina. 

5)    La historia reciente como antecedente

Para analizarlo con relación a la historia reciente Argentina podemos citar los hitos más relevantes en esta materia de modificación del empleo y desempleo estructural desde 1983 a la fecha, a la vez de mirar el futuro inmediato y de largo plazo de la situación actual.

5.1) En la década de 1980, gobierno de Alfonsín, el aumento controlado del desempleo estuvo (creció alrededor de 2%) estuvo vinculado a sostener un número significativo de empleos de muy baja (o nula) productividad vinculados en especial a empresas públicas deficitarias y sin inversiones; junto con actividades privadas con protecciones arancelarias que permitían vender algunos bienes producidos a valores muy encima de precio de referencia internacional. La falta de consistencia entre la función de producción vigente y sus capacidades para absorber empleos de alta productividad, a la vez que no se abordó con el suficiente tiempo y profundidad el cambio de dicha función de producción, terminó construyendo un pasivo financiero colectivo que eclosionó cuando se consumió todo el ahorro nacional y las reservas monetarias asociadas.

El cambio estructural no producido, que inhibió la creación de un ciclo de inversión que generará mayor absorción de empleos de alta productividad, terminó agotando las capacidades de la economía para crecer e incluir mayor empleo de alta productividad, imponiendo tiempos más cortos de reconversión en la década siguiente y aumentando por consiguiente los riesgos de realizar una transición de la matriz de producción que produzca un daño permanente sobre los grupos de baja y muy baja productividad. 

5.2) La década de 1990, gobierno de Menem, el desempleo se disparó (subiendo entre 5% y 6%) como consecuencia del cambio en la matriz de producción, con reasignación de factores productivos -entre ellos el trabajo- de forma disruptiva y de un solo golpe, fallando en la construcción de una red de reintegración económica de los trabajadores directamente desvinculados: trabajadores con capacidades funcionales de baja productividad, en general ligados a los sectores protegidos en exceso, empresas públicas eclosionadas en el cumplimiento de sus propias misiones productivas y sectores con prebendas de protección sobre sus costos de producción excesivos.

5.3) La primera década del siglo XXI encontró a la Argentina con una crisis bancaria terminal inédita como consecuencia de una crisis de endeudamiento y capacidad de repago del sector público consolidado nación y provincias.

Esta crisis que tuvo impacto de shock con consecuencias sobre toda la economía produjo un salto adicional en la tasa de desempleo del orden del 5% al 7%, acumulando respecto de la década anterior. No obstante, su rasgo diferencial es que el fuerte y rápido aumento del desempleo se produjo de forma más que proporcional sobre el sector privado respecto del sector público, incidiendo de forma más notoria más sobre los trabajadores con muy alta productividad. 

Una vez corregido los precios relativos y absorbidas las consecuencias del crack financiero, amortiguado también al evitarse la ruptura total del sistema de entidades bancarias vigente, la característica señalada de impacto diferencial de la crisis según productividad del empleo facilitó la recuperación rápida y sostenida del empleo. En primer término la recuperación se localizó sobre los sectores inmediatos más castigados, aquellos de muy alta productividad (campo, agroindustria, industria competitiva, servicios de valor agregado, esparcimiento), permitiendo ingresar en un círculo virtuoso de manera rápida que facilitó promover la inserción y continuidad de los trabajadores de baja productividad mediante fortalecimiento de las redes formativas y la educación, especialmente mediante el incremento de los recursos destinados a educación. A la vez que permitió financiar subsidios directos a trabajadores de muy baja o nula productividad a través del fortalecimiento del sistema de sostén a la vejez (jubilaciones sin aportes) y el crecimiento del modelo de planes sociales (asignación universal por hijo).

Ello produjo dos efectos rápidos sobre el desempleo para su reducción, a diferencia de lo que no ocurrió en los '80 y de lo declamado, pero no logrado en los '90:

a) Redujo el desempleo “core” por la dinámica propia de la recuperación como herencia de la propia destrucción última de empleo, ya que fue lo más cercano a darwinismo económico que tuvo la Argentina desde 1930;
b) Quitó del mercado de trabajo a personas que estando en condiciones de trabajar tenían muy baja o nula productividad, reasignándolos a salario de reserva sin amenaza de reincorporación al mercado laboral.

    6)    Segundo corolario propuesto:

Las crisis financieras globales, debido a que encontraron a Argentina con una economía relativamente cerrada, incidieron de manera rápida pero puntual y coyuntural, aunque no determinante sobre el empleo/desempleo estructural. Mientras que las crisis financieras propias del país produjeron efectos también sobre el empleo /desempleo pero tampoco de forma estructural. 

Así ocurrió con la crisis de deuda de países latinoamericanos 1982, la crisis del default argentino con pérdida de moneda 1989, la segunda hiper 1990, el efecto tequila 1995, la crisis de deuda de Rusia 1998, incluso la crisis default 2001. El desempleo se resintió de forma estructural cuando la Argentina demoró en aceptar y absorber los cambios estructurales en su matriz de producción o cuando lo hizo se produjo sin contener las consecuencias negativas del mismo: siempre vinculadas estas a intentar reducir o eliminar el empleo de baja o muy baja o nula productividad. 

Las veces que el empleo se resintió de forma estructural, fue necesario disponer de tiempo suficiente (4 a 8 años) para que los cambios que dinamizan los sectores de mayor productividad de la economía se encarnaran en el proceso productivo. No obstante, en estos casos, la situación no retorno al punto inicial en cuanto a tasa de desempleo. 

El desempleo cuando se resintió de forma coyuntural y puntual, a pesar de ser más dañino desde la expectativa colectiva porque invade a todos los sectores, la recuperación del empleo fue más rápida y poderosa debido a que los sectores más dinámicos que poseen los puestos de mayor productividad relativa, son los primeros en reaccionar a las nuevas oportunidades de precios relativos y negocios.

7)    El empleo y el desempleo desde la caída del PBI de 2018

Para encuadrar la recuperación de la economía con relación al empleo se proponen siete puntos sobre los cuáles promover su discusión:

7.1) La suba del desempleo durante los años 2018 y 2019 no es de tipo estructural sino coyuntural vinculado a la crisis financiera interna ligada a la corrida financiera internacional de 2018 en contra de los mercados emergentes y de frontera.

7.2) La suba del desempleo alcanzó a todos los sectores económicos, con mayor o menor incidencia, en función de las características de cada uno de ellos. Ello se corresponde con que no existen desde fines de '90 políticas activas de eliminación/conversión de empleo de baja o muy baja o nula productividad.

7.3) La suba del desempleo es menos que proporcional a lo esperado en función de la elasticidad producto/empleo de la Argentina. Y ello es evidencia que los sectores de alta productividad no perciben una crisis estructural en sus sectores. 

7.4) Si las condiciones macroeconómicas continúan su proceso de estabilización es muy probable que la recuperación del empleo tenga impacto positivo rápido sobre la pérdida producida. La historia económica reciente de la Argentina demuestra que las crisis financieras que produjeron daño sobre el empleo fueron puntuales en el tiempo y de alcance indefinido sobre los sectores económicos, y las recuperaciones que sucedieron fueran rápidas y eficaces para paliar la desocupación. 

7.5) Dado que la política económica implementada desde 2016 no tuvo como eje castigar a ningún sector económico en particular y en especial a ningún grupo de trabajadores del sector productivo independiente de sus niveles de productividad, las condiciones de crecimiento asociadas a la matriz productividad se encuentran intactas y con mejoras relativas a los años anteriores toda vez que hubo inversiones efectivas sobre sectores de energía, comunicaciones y transporte, a la vez que correcciones de precios relativos de referencia. 

7.6) La redistribución solidaria del proceso de corrección de precios relativos sobre las franjas de población con alguna capacidad de ahorro, pero sin focalizar a ningún sector productivo en particular, permite entrever que la recuperación será rápida y eficaz. Si ello así fuera, dejará al final del recorrido al empleo de la economía en mejor posición en cuanto a productividad. 

7.7) Será fundamental abordar de manera reformista y proactiva el encuadre en cuanto a derechos de los trabajadores y cargas asociados a la creación de empleo para optimizar y maximizar el impacto de la recuperación económica.