martes, 11 de febrero de 2020

¿BCRA vs Ministerio de Economía?

DÓLAR RETRASADO EN EL CORTO PLAZO, AUNQUE LUCE CONSISTENTE EN EL LARGO.

Política monetaria desacoplada de la política fiscal y financiera.

11/02/2020
Diego Dequino

Para proyectar el valor del dólar es indispensable una mirada de corto plazo y una perspectiva de equilibrio largo plazo. El valor actual de la divisa extranjera en la Argentina tiene cuatros acepciones en la punta vendedora: dólar oficial $63,25; dólar informal $78; dólar turista $82,23; y dólar fuga o CCL $84,57. El promedio ponderado de la divisa depende del volumen y objetivo de las operaciones diarias en el mercado de cambios.

La mediana estadística expresa mejor el valor único que puede reflejar el abanico de precios. La mediana de los precios alternativos del dólar alcanza $74 en los últimos días.

Analicemos esos valores en función de la percepción del mercado en el corto plazo, así como en función de una perspectiva de tipo de cambio de equilibrio.

a)  En el corto plazo analizamos la relación entre pesos y dólares que administra el BCRA.

Esta relación mide el tipo de cambio de conversión, es decir el valor que hace equivalentes el total de pesos emitidos respecto del total de dólares que posee el BCRA, ajustado por regulaciones y expectativas. Dicho cálculo en los últimos días se ubica en el rango $73-$126, incluyendo en el cálculo Leliq y Pases Pasivos, y considerando los argendólares depositados netos de préstamos en dólares otorgados por los bancos. La mediana estadística de dicho rango arroja $99,5 por dólar.

La comparación de ambas medianas estadísticas indica un retraso del 35% en el tipo cambio actual respecto al tipo de cambio de conversión.

b)     En el largo plazo analizamos la relación entre el tipo de cambio y la competitividad de la economía argentina

Para este objetivo se vinculan los términos de intercambio del país, es decir el precio de los bienes que exportamos respecto de los bienes que la Argentina importa; respecto del tipo de cambio real multilateral que expresa el precio promedio ponderado del conjunto de monedas contra las cuales lleva adelante aquél comercio nuestro país (dólar, euro, yuan, real, yen, etc).

Esta relación señala que cuando mejores sean los términos de intercambio (la relación entre precios de exportación vs precios de importación) y/o más alto sea el tipo de cambio real multilateral, entonces mejores serán las condiciones de competitividad de la economía argentina en relación a otros países. En resumidas cuentas, mayores precios de exportación, menores precios de importación y/o dólar/euro/real más caro en pesos, significa que son mejores las condiciones para vender al mundo por encima de lo que argentina compra. Eso se traduce como un mejor valor para nuestro índice de competitividad (IC)

Considerando los últimos 16 años (2004-2020), es decir luego de la estabilización macroeconómica del año 2004 posterior a la crisis de los años 2001 y 2002, este IC alcanza un valor promedio de número índice de 156, con picos de 205 en año 2008 con la crisis financiera internacional y de 96 en 2015 antes de unificarse el mercado de cambios. Con períodos de fuerte superávit de comercio exterior entre 2004-2010 y de fuerte déficit de comercio exterior entre 2012-2017.

En términos del precio del dólar, el promedio para esos 16 años arroja a valor de hoy $60, con un margen de competitividad para el mismo de + o- 20%, es decir en el rango $48-$72 la economía tendería a converger a los $60 del promedio.

Las previsiones

Primera previsión, el valor de dólar continuará sometido a una extrema volatilidad que por el momento se comenzó a atender con múltiples tipos de cambio que intentan discriminar precio según aplicación. El retraso de la divisa en el corto plazo supera el 35%, considerando el valor de los agregados monetarios actuales y los niveles de reservas disponibles. Por ello se puede esperar que continue la presión alcista sobre alguno o todos los precios vigentes de la divisa extranjera, como así también obligue al BCRA a incorporar algún nuevo tipo de cambio para liquidar exportaciones de bienes y servicios por ejemplo, o para importación de bienes de forma tal que discrimine la presión alcista.

La segunda previsión indicaría, que en términos de la economía real y dados los niveles de “protección de competitividad” que proveen los valores actuales de los términos de intercambio del país, el tipo de cambio real se encuentra en torno al promedio histórico por lo cual cualquier oscilación que se produzca sobre el mismo tenderá a equilibrarse en rangos de 24 a 36 meses en torno al valor actual en términos reales. En otros términos el tipo de cambio actual no se encuentra retrasado en relación a la capacidad de la economía real para generar divisas.

¿BCRA vs Ministerio de Economía?


En cuanto a las razones de esta divergencia entre corto y largo plazo, entre la percepción de los mercados versus las capacidades reales de la economía, es necesario considerar que la política financiera del Estado y el proceso de renegociación de la deuda le ponen presión extra a la situación.

No obstante la razón más probable de la divergencia entre la previsión de corto y largo plazo, se encuentre vinculada al evidente desacople que comienza a visualizarse entre la política impulsada por la autoridad monetaria en torno a la cantidad de moneda circulante y el valor de la tasa de interés, respecto de la política fiscal y financiera que en materia de manejo de deuda por parte del poder ejecutivo nacional.

A medida que la posibilidad de que esta divergencia aumente, hará entonces crecer las chances de una nueva devaluación y corrida contra el peso.

Si por el contrario el BCRA se disciplina y adecua su política a la fijada por el Poder Ejecutivo en materia de manejo de deuda financiera entonces es probable que la volatilidad disminuya progresivamente y el tipo de cambio se estabilice en términos reales en torno a los valores actuales. Pero ello implicará decisiones de envergadura por parte del BCRA que incluso pueden redefinir el modelo de encajes bancarios y la manera de administrar el crédito por parte de las entidades financieras.


miércoles, 5 de febrero de 2020

Tasa de interés negativa



Tasa de interés negativa,

¿fin del capitalismo o cobrar por crecer?

03/02/2020
Diego Dequino
(publicado en diario La Voz del Interior

Las urgencias de nuestro país en materia económica, nuestro cortoplacismo innato al momento de presentar problemas y abordar soluciones, impide darnos la oportunidad de considerar contenidos de largo alcance. Percibir las variables y contextos exógenos a nuestra particular situación como nación, configura las bases del marco estratégico que nos impone amenazas u ofrece oportunidades.

Un reciente documento de trabajo publicado por el equipo de investigación y trabajo del Banco de Inglaterra (Staff Working Paper No. 845 Eight centuries of global real interest rates, R-G, and the ‘suprasecular’ decline, 1311–2018. Paul Schmelzing), se ocupa de exponer, respaldo documental mediante, la evolución de la tasa de retorno del capital financiero a través de un amplio e inédito período de 700 años, con alcance a las economías avanzadas de cada época.

La conclusión llamativa del documento señala que independientemente de los regímenes monetarios y fiscales, las tasas de interés reales de préstamos no comercializables, deuda privada y activos soberanos, entre 1311-2018 tienen una tendencia estadística a disminuir recurrentemente entre 0.006%-0.0016% por año. Basado en la evidencia empírica resalta que, independiente de las políticas monetarias y fiscales aplicadas por cada país, “pronto” las tasas de interés reales ingresarán en territorio negativo de forma permanente. El “pronto” en términos históricos se ubica según el método en los próximos 7 a 84 años.

Este aspecto luce al menos extravagante para nuestro país, porque implica que en un horizonte de 1 a 3 generaciones nuestra Nación podría aspirar acceder a financiamiento a tasas de interés negativas. ¿Podrán entonces generaciones futuras aspirar a cobrar por recibir préstamos? Descabellada parecería esta pregunta cuando debido a nuestra propia incapacidad como país para sostener los créditos de la nación pasamos con la misma urgencia y el mismo énfasis, considerando sólo los últimos 30 años, desde un default, a una renegociación con canje forzado, a colocar deuda, a volver a un default, para un nuevo canje forzado, para volver a colocar deuda, para un nuevo canje -por el momento- voluntario. Con el agravante que durante ese período desapareció el crédito entre privados.

Futuro utópico

La posibilidad cierta de tasas de interés reales negativas permanentes en el horizonte histórico, propone un conjunto de alternativas para la economía de nuestra nación en los próximos 30 a 50 años.

La Argentina, en un concierto global de países hiper conectados, podrá encontrarse dentro de una versión benigna postmoderna del capitalismo, donde el crecimiento económico de los países ricos se agotó para siempre. Mientras tanto esos mismos países y sus ciudadanos propietarios de riqueza, donarán parte de ella a otros países menos ricos y a su población necesitada, como una manera de sostener la convivencia global a partir de una redistribución justa de la riqueza planetaria.

En el otro extremo podemos imaginar una versión oscura de final de era, donde el agotamiento del capitalismo como modelo de acumulación y crecimiento luego de borrar las fronteras territoriales, agotar los mercados reales o mercados de explosión por mejora de productividad, recurrirá inevitablemente a la destrucción de capital y personas para lograr recomponer la caída sostenida en su tasa de ganancia.

En el medio habrá variantes cercanas a alguno de aquellos extremos, que recompongan la tasa de ganancia del capital sobre bases más o menos amistosas entre humanos y ambiente -así deseamos-. Siendo para ello necesario incorporar en las transacciones económicas los costos, pagos y producción de bienes que para el mercado hoy no son tales, y que por lo tanto no tienen precio. Como por caso el oxígeno, los árboles, la tierra, las plantas, el agua de mar, el campo electromagnético de la tierra, etc.

Presente distópico

La discusión que nos alcanza cómo generación es decidir el tipo de país que queremos habitar: un país que contiene y satisface las expectativas de nuestra generación o un país capaz de contener al menos 3 generaciones siguientes de compatriotas. Para que el país sea capaz de contener las generaciones próximas de argentinos es indispensable creer ahora mismo en nosotros como nación, ganarnos mutuamente la confianza de forma diaria entre todos los ciudadanos. Esa base de confianza edificará el crédito interno que necesitamos para subsistir, para pagar nuestros gastos corrientes como nación y ayudará a eliminar el tufillo persistente de que nuestro país es parte de un teatro de operaciones del capital financiero internacional.

Para crecer, siempre existirá crédito si tenemos un proyecto compartido. Como ya vimos, el crédito que se toma hoy y se devuelve en el largo plazo podrá ser incluso gratis en el futuro histórico próximo. Tanto que las generaciones venideras podrán cobrar por tomarlos. El lugar que la nación argentina ocupe entre los países en ese futuro previsto, prestando o recibiendo, será consecuencia de las decisiones que se tomen en el presente.