miércoles, 19 de enero de 2022

Dólar blue otra vez

DÓLAR BLUE - Mirando el pasado, atisbando el futuro

Diego Dequino

19/01/2022

¿Hasta cuánto puede llegar el dólar Blue?

Si miramos el pasado reciente, tenemos información para aportar.

El último momento que el mercado se recalentó fue en octubre 2020, donde el dólar blue saltó desde el valor del dólar de conversión entre {(Base Monetaria+Leliq+Pases)/Reservas Brutas} hacia {(M2+Leliq+Pases)/Reservas Brutas}. Ese fue el salto de $120 a $180 de aquella época.

Luego, desde noviembre en adelante, corrigió a la baja y se estacionó en $160 que era el valor {(M1+Leliq+Pases)/Reservas Brutas} de aquél momento.

¿Hoy cuánto vale el Blue? $213. 

Hoy el dólar de conversión {(Base Monetaria+Leliq+Pases)/Reservas Brutas} es igual a $215.

Entonces, si el pasado se repite, ¿hasta dónde podría "empujar" el dólar blue si se recalienta el mercado?

Dos referencias tenemos que mirar:

Dólar de conversión de {(M1+Leliq+Pases)/Reservas Brutas=} $260.

Dólar de conversión de {(M2+Leliq+Pases)/Reservas Brutas}= $318.


PD: (Base Monetaria+Leliq+Pases) es la Base Monetaria real, dado que los pasivos remunerados contenidos en Leliq y Pases es en rigor Base Monetaria "retenida" por el propio emisor, el BCRA.
De igual manera, a la oferta de dinero M1 y a los activos financieros de alta liquidez M2, deben incorporarse Leliq y Pases para acercarse a su verdadera dimensión.

domingo, 16 de enero de 2022

AÑO 2022: SIN DESTINO VISIBLE

LA ECONOMÍA SIN HOJA DE RUTA

Diego Dequino

10/01/2022

(también en La Voz del Interior https://www.lavoz.com.ar/negocios/la-economia-sin-hoja-de-ruta/)

Nuestro presidente es un político experimentado, ocupó a lo largo de su vida numerosos cargos públicos con responsabilidad institucional creciente, alcanzando en 2019 la máxima magistratura de la Nación.

Cómo todo político experimentado tiene saberes y aprendizajes adquiridos en las innumerables discusiones y cruces que protagonizó o asistió de manera privilegiada.

Si hiciéramos una analogía con el automovilismo, diremos que el presidente tiene la experiencia suficiente para saber y conocer que conducir la economía de un país no se parece en absoluto a diseñar una pista de carreras.

Conducir la economía de un país es lo más similar a transitar un territorio a veces amigo y a veces hostil, donde el desafío es hacerlo con la mayor velocidad y con distinción, a la vez de minimizar el daño recibido en la unidad-país.

Para ello es indispensable contar con una hoja de ruta y con navegantes que sean capaces de leerla correctamente, para que el conductor ejecute en su momento las maniobras óptimas.

No obstante, el gobierno continúa diseñando un trazado en un territorio imaginario, para transitar la carrera en absoluta soledad, sin competidores, sin jueces y con un público que comienza a retirarse de las gradas.

Corriendo en el simulador

Si el gobierno tuviera la posibilidad de practicar para conducir la economía a la victoria, debería al menos hacerlo en un simulador para aprender a optimizar sus capacidades de conducción sin producir daño a terceros.

La simulación conlleva introducir las experiencias y dificultades atravesadas en el pasado antes que los viejos éxitos logrados. Incorporar los obstáculos que se advierten para el camino, antes que los sprint pretéritos ganados con aplausos.

Quedarse en relatos viejos conduce a errores que nos acercan a lo risible. Un claro ejemplo de ese error es intentar exponer la situación financiera del estado argentino del año 2021 como si equivaliera a lo ocurrido en el año 2001.

El deterioro financiero del estado en la economía del año 2001 comenzó desde la periferia hacia el centro: empezó en los municipios, pasando luego a las provincias, para por último copar al estado nacional.

En 2021, la situación es la contraria, la crisis financiera impacta primero en el centro del estado nacional. Continuará seguramente con las Provincias y luego con los Municipios sino hay una mejora sustantiva en la lectura del mapa para recorrer la ruta.

Sin embargo, el gobierno nacional está empecinado en transmitir a las jurisdicciones menores su impericia para resolver problemas financieros que dañan la cotidianeidad de los ciudadanos.

Los distritos provinciales y municipales asisten azorados desde gestiones económicas razonables, a la vez que atrincherados sobre sus arcas públicas, preparándose para resistir que los intentos de enseñanzas no se transformen en realidades en sus distritos.

El gobierno nacional debería intentar aprender de los gobernadores e intendentes en lugar de querer explicarles cómo conducir las cuestiones económicas.

La fecha del calendario FMI

Los préstamos FMI no se pueden asimilar a un crédito hipotecario que se utiliza para vacacionar, en vez de utilizarse para comprar una propiedad.

El empréstito de la Argentina se contrajo y se utilizó para repagar deudas que ya tenía el país, en un contexto donde el estado no utilizaba la “maquinita” de fabricar dinero para pagar deudas y donde el financiamiento de los mercados para países emergentes se cerró a fines de enero del 2018.

El sendero de ajuste de gastos y presión fiscal que el FMI reclama a la Argentina, por lo cual el gobierno plantea discusión; no debe confundirse con la solución financiera de plazos, tasas y repago de la deuda vigente con el organismo, por el cual el gobierno intenta imponer una ecuación desconocida.

¿Qué haría en estas circunstancias otro estado con una deuda similar, con el organismo económico multilateral más importante del concierto de naciones, para implementar una solución financiera?

Veamos. Si esa deuda es de corto plazo - 36 meses -, nominada en una moneda que no es la propia, por un monto equivalente al 8% de su PBI; una estrategia racional de solución financiera consistiría en un plan concertado donde el país coloca deuda a una tasa levemente superior en los mercados, o de forma bilateral con países con excedentes de divisas en stock y ganas de cooperar con la Argentina, con una curva de plazos significativamente mayores de 10, 20 o 30 años y con períodos de gracia de devolución del capital significativos.

Con esos fondos obtenidos por la confianza conseguida en mercados o con terceros países, el país honra su relación multilateral y consigue oxígeno de tiempo para crecer. Pero para ello es necesario acordar, no imponer una fórmula de alquimista desconocida.

Cayéndonos del mapa

La Argentina luce empecinada en el sentido contrario al necesario.

Intenta imponer condiciones y licuar pasivos a la primera oportunidad, pero exponiendo cotidianamente voluntad por suscribir deudas con lógica cada vez más cercana al usurero: un registro con doble contabilidad de ingresos, gastos, deuda e intereses.

De manera interna el registro fidedigno indica a cada uno a qué atenerse. Hacia afuera del estado predominan papeles arrugados y desordenados provenientes de las más variadas fuentes, con muchas capas de inflación como pintura que oculta todos los defectos de la superficie.

El gobierno decidió desde el inicio de su gestión, sin interrupciones, firmar papeles al portador con montos y tasas de interés según su parecer.

Se emiten sin precisiones de horizonte temporal billetes por billones de pesos que equivalen a cheques al portador sin interés.

Se emiten Letras del tesoro que equivalen a pagarés con plazos similares al resumen de la tarjeta de crédito.

Se emiten infinidad de múltiples y creativos Bonos a plazos irrisorios para las necesidades de crecimiento de la Argentina.

Esta sobreabundancia de papeles emitidos cada vez con menores acuerdos colectivos, institucionales y de la dirigencia, comienzan a parecerse a un festival de deuda en pesos que no tiene fecha ni hora de finalización prevista.

Mientras tanto el gobierno como si tuviera a mano una solución de alquimia, se resiste a firmar acuerdos con opositores, terceros países y organismos multilaterales.

Decidió renunciar a tener un presupuesto nacional que incluye un tercio de la riqueza de la Argentina.

No logra el apoyo financiero de terceros países contactados para tal fin, según trascendidos, como Rusia, China o países productores de petróleo.

No acepta las reglas de negociación del concierto de los países desarrollados fijadas a través de organismos multilaterales como el FMI.

En definitiva, el gobierno expone a través de sus acciones, que no siempre son sus palabras, que desea seguir gastando a su propio diseño, pero sin controles y sin acuerdos.

Quizá el presidente sigue apostando y confiando en una regla no escrita del automovilismo para conducir la economía a la victoria: lo importante es girar primero, pero en la última vuelta.