miércoles, 21 de diciembre de 2022

BREVE BALANCE DE LA POLÍTICA ECONÓMICA ARGENTINA 2022 Y PERSPECTIVAS

LA ECONOMÍA ARGENTINA EN EL PIZARRÓN DE SUBASTAS

Diego Dequino

05/12/2022

(especial para Comercio y Justicia - Anuario 2022)

 

La salida de Guzmán como ministro fue porque su diagnóstico y sus recetas no convencían a la coalición de gobierno. El hábil ministro Massa rechazó diagnóstico y recetas, pasando a ocuparse exclusivamente de los síntomas de los problemas macroeconómicos argentinos.

 

Pero el cambio de política económica en 2022 comenzó poco antes de la salida de Guzmán, cuando se puso el cepo a las divisas del Banco Central para los importadores. Allí el gobierno reconoció que el tipo de cambio estaba atrasado estructuralmente.

 

Desde el inicio de la pandemia el dólar oficial creció 160%. La inflación, dólar blue y CCL crecieron 270% aproximadamente. El tipo de cambio de conversión -equilibrio de corto plazo- 380%. Los pasivos remunerados del Banco Central (Leliq y Pases) 600%.

 

Mientras las reservas brutas cayeron 15% y nunca se recompusieron, incluso con récord de saldo de balanza comercial y liquidaciones extraordinarias de saldos exportables.

 

En la gestión de Massa vemos medidas heterodoxas y coyunturales, que logran mover la rueda de la agenda circular de la economía argentina: emisión de pesos muy por encima de la demanda, reservas que no se recuperan con dólar desalineado, inflación descalibrada que acelera.

 

Las medidas económicas de estos cuatro meses parecen escritas en pizarrones de subastas semanales. Canje de deuda en pesos, dos veces en cuatro meses. Gotear créditos del BID y la CAF. Gotear viejos créditos de infraestructura y cambiar el swap de monedas con China. Precios de oportunidad para el dólar: soja I, soja II, Qatar. Precios, algunos, que se acuerdan por pocos meses. Nuevo proyecto de blanqueo de capitales como consecuencia de un acuerdo de intercambio de información con un país, USA.

 

Las arcas públicas no sufren por los vencimientos porque se obliga al Banco Central a orientar todos los pesos al Tesoro y se sostiene el acuerdo con el FMI a sólo 9 meses de su firma, mientras los privados sin crédito a la vista.

 

La economía real se enfría desde mayo/junio de 2022. Luego el cepo a las importaciones comenzó a golpear de forma rotativa a los sectores económicos, semana a semana o mes a mes.

 

La ruleta de la desgracia económica comenzó a girar para ir dañando de manera selectiva, todo indica que su aceleración producirá un daño consolidado mayor.

 

En los últimos cuatro meses se aceleró la huida del Peso por parte de los agentes, la calidad de nuestra moneda se deterioró a un ritmo del 1% cada 10 días.

 

El año próximo la política económica será subsidiaria del proceso electoral, los sectores de ingresos fijos -asalariados, jubilados, planes sociales, monotributos bajos- tendrán una garantía de salvavidas económico mensual porque la política necesita penetrar su adhesión.

 

Los sectores económicos del propio Estado -cajas con autonomía diversas, empresas públicas-, los privados -empresas, bancos, fondos, cooperativas- y los corporativos -gremios, cámaras, mutuales- serán quienes tensen la cuerda tratando de sufrir el menor daño posible en un contexto de muy alta inflación donde rezagarse o adelantarse un mes puede hacer la diferencia económica de todo el año.

 

 

jueves, 29 de septiembre de 2022

POBREZA E INDIGENCIA ANOTACIONES

 

Reflexiones y señalamientos sobre pobreza e indigencia en el Gran Córdoba, en base a la medición realizada por el INDEC

Diego Dequino

29/09/2022

·      Gran Córdoba, 40% POBREZA en la última medición del 28/9/2022, DIEZ VIÑETAS:

1)     Desde que se comenzó a medir nuevamente la pobreza por el INDEC, 1er semestre 2016, hubo 12 mediciones en 6 años.

2)     El promedio general de los 31 aglomerados urbanos medidos tuvo piso en 25,7% en segundo semestre 2017 y máximo en plena pandemia con 42% en segundo semestre 2020.

3)     En las últimas 8 mediciones (3 últimos años) de las 12 realizadas, Gran Córdoba marcó valores que van del 36,5% hasta 46,6% en plena pandemia.

En las últimas 5 mediciones (2,5 años atrás) son todos valores superiores al 40%.

Se debe volver al primer semestre 2018 (3,5 años atrás) para encontrar un registro del 30,3%.

Solamente en 3 mediciones se alcanzaron valores menores al 35%.

4)     Si se hiciera un ranking negativo (del peor al mejor valor) entre los aglomerados urbanos medidos, Gran Córdoba siempre ocupó el tercio peor entre las 31 urbes medidas.

5)     Gran Córdoba tuvo su mejor registro con la posición 13° en las dos mediciones del año 2019 y su peor medición con el 3° peor puesto en 2016, año donde hubo controversia metodológica sobre cómo se ejecutó la medición. Lo cierto es que Córdoba siempre tuvo el 5° y 10° peor valor de los 31 aglomerados medidos.

6)     En particular en la última medición, en Gran Córdoba la POBREZA baja apenas 0,4% y ello en el ranking negativo le empeora 2 lugares su posición (se posiciona como 6° peor valor, desde el 8° peor que ocupaba en la medición anterior).

Gran Córdoba en este año 2022:

6.1) Se aleja más de Gran Rosario que logró bajar una veinteava parte, desde 33% a 31,2% y por lo tanto tiene a la fecha 9% menos de pobreza que Gran Córdoba.

6.2) Gran Mendoza con una baja muy notoria del 6% desde 44,6% a 38,6% muestra una dinámica contraria y mejor.

6.3) Se mantiene "a distancia" de la CABA con 2,5 veces más de personas pobres en términos proporcionales, pero siendo CABA lejos el menor valor nacional.

6.4)Gran Córdoba parece moverse similar que la pobreza en el conurbano Bonaerense, ya que tuvo caída también insignificante, desde 42,3% al 42%.

7)     Una particularidad para Gran Córdoba que se advierte: sus valores de pobreza tienen poca movilidad o variabilidad al descenso, a diferencia de lo que indican los valores nacionales y los correspondientes a otros aglomerados equivalentes como CABA, Conurbano, Gran Rosario y Gran Mendoza.

8)     La referencia de 7) aparece consistente con el deterioro -o la NO mejora- en los indicadores de desocupación que arroja el mercado de trabajo en Gran Córdoba, cuando se los compara con aquellos mismos aglomerados urbanos de referencia que también mide el INDEC.

Recordemos que Gran Córdoba tiene hoy la tasa de desocupación más alta del país. Tiene DOBLE de tasa de desocupación que Rosario (8,7% vs 4,3%); tenemos 50% más de desocupación que CABA y Mendoza (8,7% vs 5,4% y 5,6% c/u.) e incluso superamos al Conurbano Bonaerense en desocupación.

Vale señalar como nota técnica: el argumento muchas veces esgrimido de tasa de actividad más alta para Córdoba hoy NO es válido. Ello porque Rosario, Mendoza y CABA tiene TODAS MAYOR tasa de actividad que Córdoba. Entonces no es correcto afirmar que hay "más gente con ganas de trabajar en Córdoba" (para igual empleo).

9)     Si bien no hay cruces/estudios por el momento disponibles entre las mediciones de desempleo y pobreza, se advierte al menos que en Gran Rosario, en el Conurbano, en Gran Mendoza (e incluso en la CABA que tiene otra escala en ambos indicadores) existe una correlación visual entre caída del desempleo y caída de la pobreza.

10) Entonces si hubiera que buscar razones de fondo sobre los valores altos y que no descienden de pobreza en Córdoba, me inclino en la explicación en poner foco en la formación de empleo y la dinámica del mercado de trabajo local, que junto a un marco de muy alta inflación deja sumamente expuestos a los trabajadores de baja productividad y retribución.

En otros términos, la estabilidad relativa en los indicadores de pobreza del Gran Córdoba expone anquilosamiento en la distribución del ingreso y pérdida de movilidad social, que son CONSISTENTES CON LOS DATOS DE DESEMPLEO que expone el propio INDEC.

 

·      Gran Córdoba, 9,9% INDIGENCIA en la última medición del 28/9/2022, el razonamiento debe ser diferente al enfoque de la pobreza, CINCO VIÑETAS:

1)     Primero porque la magnitud del problema en términos cuantitativos entre cuatro y cinco veces menor.

2)     Segundo porque la indigencia debería ser un problema de más fácil resolución que la pobreza. Depende de proveer ingresos mínimos de subsistencia a la población y ello está ligado a la acción social directa del Estado en todos sus niveles.

3)     Tercero porque la mayor responsabilidad e injerencia en la política social está en el Estado nacional, por volumen y envergadura, con ello cualquier movimiento de desacople político de una jurisdicción provincial o Municipal con el Estado Nacional produce impactos rápidos y negativos.

4)     Cuarto porque la Indigencia medida por INDEC le cuesta "capturar" los ingresos en especie (comidas por caso) que suelen brindar Municipios y Provincias y que tienen mucha incidencia en el resultado de esta medición.

5)     En el caso de Gran Córdoba los valores de indigencia, desde que se miden nuevamente por INDEC en 2016, acompañaron los movimientos de los valores nacionales, estuvieron en una relación esperable con el conurbanos bonaerense (en general Córdoba tuvo menores valores), se ubicaron en una relación también esperable con CABA (siempre Córdoba tuvo valores alrededor del doble de indigencia que CABA), y valores más o menos similares que Gran Mendoza o Gran Rosario, pero con el distingo que en la última medición Córdoba tuvo movimientos inversos que éstas últimas y un movimiento remarcado respecto al promedio nacional.

En efecto Gran Córdoba tuvo un aumento de un tercio en la indigencia, desde 7,5% a 9,9%; mientras que Gran Rosario y Gran Mendoza cayeron casi a la mitad de sus valores anteriores del 7,2% ambas hasta 3,6% y 4,6% respectivamente. A su vez, la suba del promedio nacional fue de 0,6% o una treceava parte, desde 8,2% al 8,8%.

Gran Córdoba cae en el ranking de los peores aglomerados en Indigencia 4 lugares, siendo ahora la 7° peor cuando ocupaba el 11° peor lugar en 2021.

En materia técnica es necesario señalar que en esta medición no está anotado un alto Coeficiente de Variación para Córdoba, eso significa que INDEC está diciendo que prima facie no se pueden señalar problemas de "volatilidad" muestral.

domingo, 25 de septiembre de 2022

PRESUPUESTO NACIONAL 2023

PRESUPUESTO 2023, ENTRE LA PROMESA Y LA PIRÁMIDE DE PONZI

 

20/09/2022

Diego Dequino

(también en https://www.lavoz.com.ar/negocios/presupuesto-2023-entre-la-promesa-y-la-piramide-de-ponzi/)


Hace diez días el gobierno nacional presentó el proyecto de presupuesto para el año 2023.

 

El documento es una pieza indispensable para conocer las ideas y decisiones principales que se impulsan en materia económica.

 

Con sus cinco mil carillas (leyó bien) que incluyen textos y cuadros, es una pieza documental que desborda el discurso y los argumentos del sofisma político.

 

Es el primer remedio efectivo luego de un año sin previsiones claras sobre las cuentas públicas, debido al fiasco del ministro Guzmán cuando su propia coalición gobernante le reprobó los contenidos del que hubiera sido el presupuesto del año en curso.

 

Los cambios en el gabinete nacional de agosto pasado sirvieron para que la coalición volviera a pactar sus acuerdos internos, quedando sin excusas para desconocer los números propuestos para el último año de gobierno del presidente Alberto Fernández.

 

Este año 2022 debemos considerarlo perdido para el análisis de las cuentas públicas del país, porque el gobierno decidió gestionar al “bulto”.

 

Resta comparar los planes para los años 2021 y 2023, para observar cuánta distancia existe entre dichos y realidad, entre el presente escrito y el futuro prometido.

 

Pasen y vean.

 

Asfixiando al sector privado

 

Los gastos totales del Estado Nacional para 2023 se estiman en 29 billones de pesos (veintinueve con doce ceros), valor 3.45 veces superior al último presupuesto aprobado por el Congreso Nacional correspondiente al año 2021 y presentado en septiembre de 2020.

 

En términos porcentuales el presupuesto del año 2023 es 245% superior al del año 2021.

 

En los mismos dos años transcurridos entre la presentación de ambos presupuestos, la inflación minorista alcanzó 170%.

 

El gobierno aumenta los gastos a un ritmo mensual de 1% por encima de la inflación minorista.

 

Este crecimiento nominal exacerbado, según datos del propio presupuesto, se explica más de la mitad por decisión de las autoridades de aumentar la participación del Estado, correspondiendo el resto a la recuperación de la economía post COVID19.

 

En términos de producción implica un pase -inquietante- desde el sector privado hacia al sector público del orden del 5% del PBI, en apenas dos años.

 

Ello siempre y cuando la economía crezca según las predicciones oficiales: 4% en el año 2022 y 2% en el año 2023.

 

La asfixia a los privados parece una emboscada porque el pase desde lo privado a lo público será mayor si el crecimiento económico es menor al previsto, y será menor si la inflación es mayor a la prevista.

 

Peor resultado económico con menor inversión

 

Los recursos corrientes o habituales para el año 2023 se estiman en 22.4 billones de pesos, un valor de 3.25 veces superior al presentado en el presupuesto 2021.

 

En el caso de los gastos corrientes o impostergables serán 26.6 billones de pesos, representando un valor de 3.54 veces superior al presupuesto 2021.

 

El resultado económico corriente se deteriora al doble de velocidad que los gastos y los recursos, aumentando unas extravagantes 6.7 veces en veinticuatro meses.

 

Por su parte los gastos de capital como estimación de la inversión pública aumentan apenas igual que la inflación cayendo su participación en el total de los gastos desde el 10% en 2021 hasta menos del 8% en 2023.

 

Los resultados señalan que lo escrito en el presupuesto nacional contradice las afirmaciones públicas del propio gobierno que lo envió.

 

Tomándose todo el crédito

 

El déficit fiscal se puede medir de varias maneras pero tomemos como en casa el valor final, el que duele a fin de mes, a ese se lo conoce como déficit financiero.

Para el año 2023 se estima un déficit financiero de 6.4 billones de pesos, con un crecimiento del 184% respecto al presupuesto 2021.

Ese crecimiento sería un estrafalario 340% si fuéramos estrictos y dejáramos una “avivada” de aquel momento del Ministro Guzmán, al poner como fuente de recursos a las ganancias del Banco Central, es decir el impuesto inflacionario.

El déficit crece entonces, de piso, 14% por encima de la inflación minorista entre la presentación de ambos presupuestos.

El gobierno nacional decidió parece cambiar de táctica desde la máquina de imprimir dinero hacia la máquina de aspirar crédito.

El crédito del gobierno es muy corto y con tasas altas, por ello tendrá que realizar colocaciones brutas durante el año 2023 por 30 billones de pesos (leyó bien), en una estrategia de tapar los agujeros de los vencimientos que él mismo generó por 23,7 billones (leyó bien de nuevo).

La apuesta entre montos de colocaciones y montos de vencimientos, es aspirar la diferencia mientras los agentes económicos “no se dan cuenta”.

Por las dudas se asegura una parte de ese crédito con la emisión de dinero por 880 mil millones como anticipos netos del Banco Central.

Mientras en el sector privado si se suman los stocks de todas las hipotecas, prendas y saldos de tarjeta de los argentinos y sus empresas, se alcanza apenas tres cuartas partes del financiamiento en un solo año del gobierno nacional.

Para agravar la perspectiva debemos remarcar que el financiamiento a privados para inversión está disminuyendo en valores reales, y el crédito para el consumo de las personas apenas acompaña la inflación.

 

La contabilidad es enemiga de Ponzi

 

El apalancamiento financiero total o cantidad bruta de dinero que se pide representará en 2023 el 103% del total de los gastos, mientras que en 2021 ese valor alcanzaba 84%.

Esos veinte puntos de mayor necesidad bruta de apalancamiento podrían alcanzar los treinta puntos si descontamos las travesuras contables del ministro Guzmán.

Las alertas se intensifican cuando aparecen en el margen anotaciones por valores sorprendentes, que parecen cheques al portador, como por ejemplo la ANSeS prestando un increíble número redondo (sí, redondo) por un billón de pesos exactos.

Las relaciones entre el total de gastos, el agujero fiscal por falta de recursos, los vencimientos de deuda y la duración de las colocaciones financieras del Tesoro Nacional revelan riesgos efectivos de que la Argentina desemboque en una corrección disruptiva en los próximos meses.

Y recordemos que las pirámides del tipo Ponzi cuando fracasan, lo hacen por los documentos contables que no cierran y por los vencimientos que superan a los créditos.

 

  

domingo, 31 de julio de 2022

EL BIMONETARISMO COMO SOLUCION

LA SALIDA ES BIMONETARIA

Diego Dequino

28 de julio 2022

      (también en https://www.lavoz.com.ar/negocios/la-salida-es-bimonetariai)

 

Un escritor que lleve a los productores de Netflix un guion basado en la historia épica de una Nación que está dispuesta a arriesgarlo todo con el fin de escapar de su cruel destino de degradación económica, podría conseguir dinero para su proyecto e incluso lograr que muchos de los habitantes protagonizaran gratis esa idea en tiempo real, como docudrama no ficcional.

La Argentina podría ser esa Nación, pero no obstante desde hace muchos años, ya no importan cuantos, está inserta en un giro recurrente en materia de moneda, dólares e inflación donde siempre está el Estado medrando sobre el crédito disponible con una voracidad desmedida sobre la renta nacional.

Las dudas de todos por estos días ya no solamente alcanzan a las medidas de política económica que se toman o podrían tomar, sino al más profundo ¿qué puede pasar? como solemos autointerrogarnos.

Hagamos un repaso de las opciones inmediatas.

 

SIN PESOS, NO HAY PARAISO 


Cualquier país que desee tener plena disposición de sus herramientas de política económica, debería contar con una moneda propia que permita a sus ciudadanos ejecutar las funciones básicas: hacer cálculos, realizar las compras y ahorrar para planificar.

Digámoslo, tener moneda propia confiable, estable y competitiva es el paraíso para un país como la Argentina, donde el peso a duras penas permite hacer las compras del día.

Para llegar al paraíso habría que realizar un ajuste fiscal acumulado superior al 5% del PBI en 3 años, ahorrando USD25 mil millones al cambio oficial, que equivale a recortar 7% del gasto anual del Estado nacional.

Pero también se debería lograr que los Bancos coloquen ese dinero liberado para financiar la producción y el consumo a tasas de interés reales positivas que hoy serían superiores al 80%.

Ese crédito liberado podría, por ejemplo, como piso financiar 500 mil hipotecas de 25 mil dólares blue cada una.

Volviendo a este presente, el acceso al paraíso luce como quimera porque requiere gerenciar un nivel de conflicto en el recorte del gasto público que el gobierno no está dispuesto a afrontar.


EL BIMONETARISMO FUNCIONAL NO ALCANZA 


Si el paraíso es tener moneda propia, el bimonetarismo funcional actual representa el purgatorio donde se intentan purificar todos los problemas de precios y ahorro.

Las tensiones recurrentes entre pesos que se emiten por encima de lo que la gente desea, en una economía que sí produce dólares, se resuelve siempre con un ajuste del tipo de cambio de libre acceso.

Los ciudadanos ejercen su derecho de proteger propiedad y patrimonio en el campo libre de sus decisiones, mal le pese al gobierno al afirmar que son los especuladores los responsables.

El único que puede especular con éxito es el que más sabe y esos son los gobiernos que pueden saber día-hora en la cual modificarán el valor oficial del dólar o el acceso a la compra de dólares.

Los particulares, en cambio, como máximo pueden apostar a su riesgo.

Desde el inicio de la cuarentena se sumaron $11,5 billones a los agregados monetarios líquidos, el 70% se los quedó el propio Estado y apenas el 30% fue a créditos para privados.

Sepamos, sin especulaciones, que el valor del dólar siempre se acerca a su valor de conversión: que es el cociente entre los pesos emitidos y las reservas del Banco Central, ajustado por agregados, regulaciones y expectativas.

Ese valor hoy está entre $280-$520, donde su piso coincide con el primer salto de la corrida a fines de junio y su mediana estadística de $400 equivale al dólar de octubre 2020 ($190).

Los valores $320/$340 en CCL, MEP y Blue parecen zona de confort, teniendo margen para aumentar en la medida que se deterioren aún más las expectativas. 

Entonces, si solo se tratara de especulación, el Banco Central es el dueño del casino donde los particulares ingresan a apostar con la única moneda que aquel acepta: dólares.

Pero las apuestas se deben hacer en pesos que son como fichas del juego que vende el Central mientras fija precio, cantidad entregada, se reserva el derecho de admisión y por si fuera poco puede cambiar esas reglas todos los días a su antojo.

Pensando en el presente, el Purgatorio no parece ser el lugar adecuado para transcurrir la eternidad.

 

SE NECESITA UN BIMONETARISMO ABIERTO Y REGULADO


Hoy los ciudadanos prefieren al dólar por sobre el peso para hacer los cálculos y ahorrar, y parece que comienzan a utilizarlo para una variedad creciente de compras.

Los argentinos atesoran al menos USD75 mil millones en el territorio, el doble de las reservas brutas del Banco Central, por la sencilla razón que pueden hacerlo dado que nuestro país genera dólares.

La Argentina produce regularmente divisas basada en el valor agregado que crean sus empresas y trabajadores organizados en sectores económicos competitivos relativamente diversos, desde agro y agroindustria pasando por la industria general hasta servicios y desarrollo de tecnología.

Se engañan quienes creen que la producción de divisas se sostiene en rentas naturales como ocurre por caso con países petroleros.

El esfuerzo, ingenio, creatividad y capacidad de nuestros ciudadanos es lo que consigue traer divisas al país.

Estabilizar los precios relativos de la economía y reducir la incertidumbre se logrará cuando aumente la oferta de dólares internos mejorando la posición consolidada de reservas del país, junto con generar un mercado de crédito robusto que permita apalancar el crecimiento.

Una manera rápida de acordar una solución de compromiso entre todos los actores y sectores de la sociedad se alcanzaría con un régimen que permita coexistir de manera abierta y regulada dos monedas: el peso y el dólar, bajo un esquema de paridad flexible regido por la relación entre la cantidad de ambas monedas existentes en todo el territorio, no solamente en el Banco Central.

Para aumentar sólidamente la oferta de dólares, se necesitan remover obstáculos reconociendo las preferencias de ciudadanos y empresas que tienen capacidad de generar excedentes económicos, facilitando el giro de sus negocios y su vida cotidiana en la moneda que prefieran según oportunidad y conveniencia.

Para alentar a quienes producen y crean empleo, es necesario actualizar la métrica fiscal según valores equivalentes en países desarrollados, eliminando el "pitufismo" tributario, liberando a los sectores más emprendedores de la economía de cargas y regulaciones inservibles para que puedan aumentar su producción y crear empleo.

Para tener crédito y moneda el Estado necesita confiar en sus ciudadanos, así los ciudadanos podrán confiar en el Estado y sus políticas.

Un Estado inteligente debería comenzar por reconocer las preferencias del público por monedas duras por encima del peso.

Un Estado necio seguirá insistiendo en su papel policíaco y dueño del casino donde obliga a los particulares a jugarse diariamente sus salarios, patrimonio y futuro en un juego de apuestas entre precios y plenos de ruleta.


lunes, 23 de mayo de 2022

DOLARIZACIÓN O BIMONETARISMO FUNCIONAL

 

EL TIEMPO DE LOS PESOS SE ACABA

Diego Dequino

 

Argentina parece encaminarse sin remedio a una discusión de época que puede resumirse en dos alternativas: dolarización o bimonetarismo funcional.

Si miramos los eventos financieros destacados para nuestro país en los últimos cuarenta y ocho meses, podemos situar abril de 2018 como el momento del inicio de una larga serie eventos desagraciados para nuestra moneda.

Cuando el peso comenzó a devaluarse a un ritmo desbocado respecto al dólar parece ser el momento que se soltaron las últimas amarras que ataban a los ciudadanos, a los políticos, a las empresas y al mundo financiero a la defensa de nuestra moneda.

El cierre de los mercados financieros para el país, sin retorno a la fecha, fue condimentando por una larga corrida especulativa por parte de los argentinos.

Mientras tanto el Estado defeccionaba en cumplir obligaciones básicas en materia financiera.

Se inventó la palabra reperfilamiento para no honrar la deuda en monedad propia, algo inédito entre las naciones.

Continuó con la reinstalación de un cepo que atrasa cuarenta años al tipo de cambio.

Luego se suspendieron unilateralmente los pagos en moneda extranjera con acreedores privados abriendo una renegociación de la deuda.

En el camino quedaron cuarenta y cuatro mil millones de dólares de un paquete de asistencia del FMI, pero también los saldos de la balanza comercial argentina.

Mientras tanto desde el inicio de la pandemia en marzo de 2020 se emitieron casi 6 billones de pesos.

EL PESO SIN FUTURO

La inflación que parecía una chispa en 2021 fruto del rebote de la economía post cuarentena, en este magro año 2022 pocos dudan de que se trate de un incendio en desarrollo.

El peso en este contexto parece tener los días contados, la falta de credibilidad sobre nuestra moneda es un hecho y las cosas están alcanzando un nuevo nivel.

La ausencia de credibilidad comienza en las falencias del Banco Central como responsable de la emisión, pero también es consecuencia de su relación endogámica con un Ministerio de Economía incapaz de hacer cuadrar la caja más grande que tiene el país que es el Estado.

El camino para recuperar la credibilidad sobre nuestra moneda debería venir de la mano de dejar de emitir dinero que la gente no quiere, con lo cual tampoco se podría darle dinero al Estado para financiar su déficit.

Para ello se requiere un consenso político amplio para aprobar en el Congreso las leyes que den cuenta de cambios profundos e irreversibles en la moneda y en el gasto público.

Luego será necesario un consenso tecnocrático y político para llenar los cargos de responsabilidad ejecutiva con profesionales capaces de garantizar los resultados, dado el enorme poder y responsabilidad que administrarán al margen del sistema político.

Este camino implica un esfuerzo que nuestro sistema político no está dispuesto a afrontar de forma inmediata.

TRES MONEDAS QUE NO FUNCIONAN

Hoy existen en la Argentina tres monedas: a)billetes físicos, b)pesos bancarios, y c)el dólar; pero ninguno de los tres cumple acabadamente las funciones básicas para las cuáles debe servirnos el dinero: “hacer las cuentas”, “pagar los gastos” y “ahorrar”.

a) Los billetes queman en las manos de las personas por su desvalorización mensual, se utilizan porque son útiles para la informalidad económica.

El billete de mayor denominación equivale a menos de cinco dólares y las transacciones obligadas a declarar origen de fondos son las superiores a setecientos dólares.

En marzo salieron de los bancos a billetes 1,5 Billones de pesos y se depositaron 1,8 Billones de billetes físicos.

b) Los pesos bancarios, es dinero que las personas necesitan para hacer sus transacciones económicas y buscan recibir intereses por la mayor porción posible.

Las Leliq están para eso y hoy pagan 60% anual de interés, alcanzando un stock de 5,5 Billones de pesos, siendo superiores a la suma de cuentas corrientes y cajas de ahorro.

Las Leliq, dinero inútil porque queda en manos de quien lo emite, superan al dinero bancario que se utiliza para que la economía funcione.

c) Los dólares, físicos o bancarios, de particulares o empresas, pero en el territorio argentino se utilizan para atesorar y como reserva de valor.

Los depósitos en dólares de los privados son aproximadamente USD 15 MM.

Los dólares físicos son de difícil cálculo, los declarados están bajo secreto fiscal y el resto no hay registro, pero existe cierto consenso que el piso puede ser USD 75 MM y el techo USD 200 MM.

DOLARIZACIÓN O BIMONETARISMO FUNCIONAL

Haciendo cálculos al tipo de cambio CCL, los billetes en poder de público equivalen a USD12 MM; el total de dinero bancario para mover la economía equivale a USD25MM; el total de dinero en Leliq equivalen a USD26 MM.

Mientras el total de dólares de los argentinos en territorio argentino supera los USD 100 MM.

Los dólares que los argentinos guardan triplican a todos los medios de pagos en pesos de la economía, pagando incluso costos de resguardo.

Los dólares que los argentinos atesoran sin rentabilidad son cuatro veces superiores las Leliq por las cuáles el Banco Central paga 60% de interés.

Los números son elocuentes en cuanto a las preferencias del público.

Resta entonces saber si la encerrona para nuestra moneda decantará por la opción de un bimonetarismo funcional entre el peso y el dólar, o por la opción de la dolarización total de los medios de pagos.

Para la primera opción se requerirá un esquema jurídico y financiero que permita destrabar las numerosas trabas existentes a la tenencia, circulación y montos de moneda extranjera en el territorio nacional.

Para la segunda alternativa, se elimina el peso como moneda, se dolarizan todos los medios de pagos cambiando radicalmente al sistema bancario y el rol de la autoridad monetaria.

Ambas opciones implicarán mecanismos de amortiguación de daños colaterales, opciones para la gestión operativa del cambio y pericia técnica.

 

 

 

domingo, 13 de marzo de 2022

ACUERDO ARGENTINA - FMI

 

ARGENTINA Y FMI: NI EL TIRO DEL FINAL

Diego Dequino

El acuerdo con el FMI elevado al Congreso por el gobierno, presentado como caso de ejemplo y réplica para otros países, termina siendo un conjunto de ideas sueltas que no logran explicar el conjunto de fundamentos sobre los cuáles la Argentina volverá a crecer, eliminará la inflación y reducirá la pobreza.

Un gobierno que hace gala de poseer una idea única y grandilocuente de cómo debe ser nuestro país, termina firmando un documento técnico agrio, indolente, lleno de subjetividades para ofrecerlo como pieza a cambio de un nuevo crédito con el Fondo.

Desde el punto de vista del FMI, nos queda la sensación que su interés con la Argentina se resume a dos aspectos: eliminar el déficit fiscal en un horizonte de tres años y que suspendamos la emisión de dinero sin respaldo de manera inmediata.

Entonces nos surge una pregunta ¿Cómo conciliar tamaña ambición de nuestro gobierno, con tan precisas y simples demandas del Fondo?

Una petición de principios impropia, a algo tan propio y argentino como el tango donde desencuentros, fiarnos entre hermanos, fracasos y ni el tiro del final quizá aporten las palabras que mejor describan las circunstancias de este nuevo empréstito para el país.

Qué desencuentro cuando el acuerdo no está donde dice estar

Si nos detenemos brevemente en el proyecto de ley que el gobierno envió en los primeros días de marzo al Congreso, nos percataremos que el mismo no incluye el texto del acuerdo con el FMI.

El proyecto contiene un pedido de autorización legislativa para suscribir un acuerdo con el FMI por parte del Poder Ejecutivo Nacional.

La diferencia es de forma, pero también de sustancia, porque el contenido detallado del acuerdo entre Argentina y el FMI no está incorporado.

El proyecto de ley sí contiene dos artículos de fondo, donde el primero autoriza al poder ejecutivo a suscribir el acuerdo con el FMI que no está adjunto, y el segundo artículo indica que se adjuntan dos documentos técnicos.

El primer adjunto constituye una reseña económica y social del país en los últimos años con la perspectiva discursiva del gobierno, junto con afirmaciones técnicas y proyecciones económicas que curiosamente se expresan en pesos que equivale a dibujar números en el agua.

El segundo adjunto contiene definiciones técnicas, métricas a aplicar en los cálculos y en lo fundamental las necesidades de información exigidas por el FMI para monitorear las cuentas del país, con indicación de cómo y cuándo entregarlas.

Con alta inflación no te fíes ni de tu hermano

Los números de referencia del documento de política económica que suponen la hoja de ruta del país para los próximos diez años, se expresan en pesos argentinos inflacionarios que harán imposible no sólo su cumplimiento sino su seguimiento.

Esa pieza basal de la propuesta del gobierno para que volvamos a crecer económicamente se escribió en un secretismo inédito durante los más de dos años que lleva la negociación abierta con el FMI.

Secretismo que alcanzó a los propios miembros de la coalición de gobierno según se desprende de las discusiones públicas.

Esa conclusión transcripta sobre la idea económica del país que el gobierno posee, arriba a un conjunto al menos curioso de indicadores críticos con valores que parecen caprichos de redactor o extraídos de una tabla de número aleatorios: déficit fiscal por 1,9% para 2023 y 0,9% para 2024, más un déficit flotante adicional del 0,8%.

Resulta increíble que con inflación superior al 50% anual, que hace que cualquier cálculo en pesos pierda rápidamente sentido, la diferencia entre lo correcto y lo errado se establece en los dígitos que van luego de la coma decimal.

No solamente se dibuja en el agua, sino también en aguas con muchas olas.

El Fondo mira el Banco Central por el total fracaso en lo fiscal

Los costos de recalibrar las numerosas inconsistencias de nuestra economía, al afectar múltiples intereses, son barrera infranqueable para un FMI que ya puso todo el dinero, que no pondrá más dólares y que solamente pretende anotar en azul en su balance el recobro del empréstito ya otorgado.

Esta vez el FMI aparece resignado con la Argentina en cuanto a estar encima del seguimiento de reformas estructurales, indicadores de buena salud económica y variables objetivos de largo plazo por conseguir.

Este FMI parece considerar que nuestro país es un caso perdido en materia fiscal.

Parece no importarle demasiado si el gobierno coloca 2,5% o 1,9% o 0,8% o lo que fuere de déficit fiscal. Lo único que le importa es que el déficit fiscal se ubique este 2022 debajo del 3% porque así lo prescriben los manuales de política pública del planeta y que tenga tendencia al 0% o superávit en un cuatrienio.

La única preocupación del Fondo parece centrarse en nuestro Banco Central, quizá para evitar ser asociados a la turbulencia de nuestra moneda o buscando reaseguros que los indemnicen de responsabilidad por una eventual nueva fuga de capitales, debido al estiramiento de los plazos del crédito original.

Al Fondo sí parece importarle mucho si nuestro Banco Central continúa emitiendo dinero porque se lo indica la política y no porque se lo demandan los ciudadanos que trabajan, producen y crean valor.

El memo de entendimiento técnico establece hacia nuestro Banco Central un nivel de detalle abrumador en los requerimientos de información y la regularidad de envío.

El FMI pone así al Banco Central en un monitor de terapia intensiva financiera, igual que ocurre con bancos comerciales en riesgo estructural cuando son ingresados al llamado hospital de bancos.

Ni el tiro del final

Mientras los argentinos esperamos pacientes volver a creer que podemos crecer y prosperar, el gobierno parece decidido a imponer un debate permanente de última hora.

Las discusiones se presentan rotundas y definitivas, aunque el sustrato de fondo poco tenga que ver con los argumentos.

El debate real en materia financiera para la Argentina, no se trata de la obviedad de acordar para cambiar un crédito a tres años por otro a doce años, sino que se trata de encontrar la normalidad de un país promedio que tenga baja inflación, tipo de cambio único y crédito bancario disponible para todos los ciudadanos y empresas.

Para ello la Argentina deberá retornar a los mercados voluntarios de crédito con mejores tasas, mayores plazos, mejor titulación por moneda y legislación.

El perfil consolidado de los vencimientos externos de los próximos diez años hará muy difícil su cumplimiento sobre la base de la caja propia del país, que no es otra que el esfuerzo de nosotros los argentinos.

Seguir tergiversando el debate al fomentar el desencuentro, la desconfianza y el fracaso quizá termine logrando que el tiro del final salga.

 

 

miércoles, 19 de enero de 2022

Dólar blue otra vez

DÓLAR BLUE - Mirando el pasado, atisbando el futuro

Diego Dequino

19/01/2022

¿Hasta cuánto puede llegar el dólar Blue?

Si miramos el pasado reciente, tenemos información para aportar.

El último momento que el mercado se recalentó fue en octubre 2020, donde el dólar blue saltó desde el valor del dólar de conversión entre {(Base Monetaria+Leliq+Pases)/Reservas Brutas} hacia {(M2+Leliq+Pases)/Reservas Brutas}. Ese fue el salto de $120 a $180 de aquella época.

Luego, desde noviembre en adelante, corrigió a la baja y se estacionó en $160 que era el valor {(M1+Leliq+Pases)/Reservas Brutas} de aquél momento.

¿Hoy cuánto vale el Blue? $213. 

Hoy el dólar de conversión {(Base Monetaria+Leliq+Pases)/Reservas Brutas} es igual a $215.

Entonces, si el pasado se repite, ¿hasta dónde podría "empujar" el dólar blue si se recalienta el mercado?

Dos referencias tenemos que mirar:

Dólar de conversión de {(M1+Leliq+Pases)/Reservas Brutas=} $260.

Dólar de conversión de {(M2+Leliq+Pases)/Reservas Brutas}= $318.


PD: (Base Monetaria+Leliq+Pases) es la Base Monetaria real, dado que los pasivos remunerados contenidos en Leliq y Pases es en rigor Base Monetaria "retenida" por el propio emisor, el BCRA.
De igual manera, a la oferta de dinero M1 y a los activos financieros de alta liquidez M2, deben incorporarse Leliq y Pases para acercarse a su verdadera dimensión.

domingo, 16 de enero de 2022

AÑO 2022: SIN DESTINO VISIBLE

LA ECONOMÍA SIN HOJA DE RUTA

Diego Dequino

10/01/2022

(también en La Voz del Interior https://www.lavoz.com.ar/negocios/la-economia-sin-hoja-de-ruta/)

Nuestro presidente es un político experimentado, ocupó a lo largo de su vida numerosos cargos públicos con responsabilidad institucional creciente, alcanzando en 2019 la máxima magistratura de la Nación.

Cómo todo político experimentado tiene saberes y aprendizajes adquiridos en las innumerables discusiones y cruces que protagonizó o asistió de manera privilegiada.

Si hiciéramos una analogía con el automovilismo, diremos que el presidente tiene la experiencia suficiente para saber y conocer que conducir la economía de un país no se parece en absoluto a diseñar una pista de carreras.

Conducir la economía de un país es lo más similar a transitar un territorio a veces amigo y a veces hostil, donde el desafío es hacerlo con la mayor velocidad y con distinción, a la vez de minimizar el daño recibido en la unidad-país.

Para ello es indispensable contar con una hoja de ruta y con navegantes que sean capaces de leerla correctamente, para que el conductor ejecute en su momento las maniobras óptimas.

No obstante, el gobierno continúa diseñando un trazado en un territorio imaginario, para transitar la carrera en absoluta soledad, sin competidores, sin jueces y con un público que comienza a retirarse de las gradas.

Corriendo en el simulador

Si el gobierno tuviera la posibilidad de practicar para conducir la economía a la victoria, debería al menos hacerlo en un simulador para aprender a optimizar sus capacidades de conducción sin producir daño a terceros.

La simulación conlleva introducir las experiencias y dificultades atravesadas en el pasado antes que los viejos éxitos logrados. Incorporar los obstáculos que se advierten para el camino, antes que los sprint pretéritos ganados con aplausos.

Quedarse en relatos viejos conduce a errores que nos acercan a lo risible. Un claro ejemplo de ese error es intentar exponer la situación financiera del estado argentino del año 2021 como si equivaliera a lo ocurrido en el año 2001.

El deterioro financiero del estado en la economía del año 2001 comenzó desde la periferia hacia el centro: empezó en los municipios, pasando luego a las provincias, para por último copar al estado nacional.

En 2021, la situación es la contraria, la crisis financiera impacta primero en el centro del estado nacional. Continuará seguramente con las Provincias y luego con los Municipios sino hay una mejora sustantiva en la lectura del mapa para recorrer la ruta.

Sin embargo, el gobierno nacional está empecinado en transmitir a las jurisdicciones menores su impericia para resolver problemas financieros que dañan la cotidianeidad de los ciudadanos.

Los distritos provinciales y municipales asisten azorados desde gestiones económicas razonables, a la vez que atrincherados sobre sus arcas públicas, preparándose para resistir que los intentos de enseñanzas no se transformen en realidades en sus distritos.

El gobierno nacional debería intentar aprender de los gobernadores e intendentes en lugar de querer explicarles cómo conducir las cuestiones económicas.

La fecha del calendario FMI

Los préstamos FMI no se pueden asimilar a un crédito hipotecario que se utiliza para vacacionar, en vez de utilizarse para comprar una propiedad.

El empréstito de la Argentina se contrajo y se utilizó para repagar deudas que ya tenía el país, en un contexto donde el estado no utilizaba la “maquinita” de fabricar dinero para pagar deudas y donde el financiamiento de los mercados para países emergentes se cerró a fines de enero del 2018.

El sendero de ajuste de gastos y presión fiscal que el FMI reclama a la Argentina, por lo cual el gobierno plantea discusión; no debe confundirse con la solución financiera de plazos, tasas y repago de la deuda vigente con el organismo, por el cual el gobierno intenta imponer una ecuación desconocida.

¿Qué haría en estas circunstancias otro estado con una deuda similar, con el organismo económico multilateral más importante del concierto de naciones, para implementar una solución financiera?

Veamos. Si esa deuda es de corto plazo - 36 meses -, nominada en una moneda que no es la propia, por un monto equivalente al 8% de su PBI; una estrategia racional de solución financiera consistiría en un plan concertado donde el país coloca deuda a una tasa levemente superior en los mercados, o de forma bilateral con países con excedentes de divisas en stock y ganas de cooperar con la Argentina, con una curva de plazos significativamente mayores de 10, 20 o 30 años y con períodos de gracia de devolución del capital significativos.

Con esos fondos obtenidos por la confianza conseguida en mercados o con terceros países, el país honra su relación multilateral y consigue oxígeno de tiempo para crecer. Pero para ello es necesario acordar, no imponer una fórmula de alquimista desconocida.

Cayéndonos del mapa

La Argentina luce empecinada en el sentido contrario al necesario.

Intenta imponer condiciones y licuar pasivos a la primera oportunidad, pero exponiendo cotidianamente voluntad por suscribir deudas con lógica cada vez más cercana al usurero: un registro con doble contabilidad de ingresos, gastos, deuda e intereses.

De manera interna el registro fidedigno indica a cada uno a qué atenerse. Hacia afuera del estado predominan papeles arrugados y desordenados provenientes de las más variadas fuentes, con muchas capas de inflación como pintura que oculta todos los defectos de la superficie.

El gobierno decidió desde el inicio de su gestión, sin interrupciones, firmar papeles al portador con montos y tasas de interés según su parecer.

Se emiten sin precisiones de horizonte temporal billetes por billones de pesos que equivalen a cheques al portador sin interés.

Se emiten Letras del tesoro que equivalen a pagarés con plazos similares al resumen de la tarjeta de crédito.

Se emiten infinidad de múltiples y creativos Bonos a plazos irrisorios para las necesidades de crecimiento de la Argentina.

Esta sobreabundancia de papeles emitidos cada vez con menores acuerdos colectivos, institucionales y de la dirigencia, comienzan a parecerse a un festival de deuda en pesos que no tiene fecha ni hora de finalización prevista.

Mientras tanto el gobierno como si tuviera a mano una solución de alquimia, se resiste a firmar acuerdos con opositores, terceros países y organismos multilaterales.

Decidió renunciar a tener un presupuesto nacional que incluye un tercio de la riqueza de la Argentina.

No logra el apoyo financiero de terceros países contactados para tal fin, según trascendidos, como Rusia, China o países productores de petróleo.

No acepta las reglas de negociación del concierto de los países desarrollados fijadas a través de organismos multilaterales como el FMI.

En definitiva, el gobierno expone a través de sus acciones, que no siempre son sus palabras, que desea seguir gastando a su propio diseño, pero sin controles y sin acuerdos.

Quizá el presidente sigue apostando y confiando en una regla no escrita del automovilismo para conducir la economía a la victoria: lo importante es girar primero, pero en la última vuelta.