domingo, 13 de marzo de 2022

ACUERDO ARGENTINA - FMI

 

ARGENTINA Y FMI: NI EL TIRO DEL FINAL

Diego Dequino

El acuerdo con el FMI elevado al Congreso por el gobierno, presentado como caso de ejemplo y réplica para otros países, termina siendo un conjunto de ideas sueltas que no logran explicar el conjunto de fundamentos sobre los cuáles la Argentina volverá a crecer, eliminará la inflación y reducirá la pobreza.

Un gobierno que hace gala de poseer una idea única y grandilocuente de cómo debe ser nuestro país, termina firmando un documento técnico agrio, indolente, lleno de subjetividades para ofrecerlo como pieza a cambio de un nuevo crédito con el Fondo.

Desde el punto de vista del FMI, nos queda la sensación que su interés con la Argentina se resume a dos aspectos: eliminar el déficit fiscal en un horizonte de tres años y que suspendamos la emisión de dinero sin respaldo de manera inmediata.

Entonces nos surge una pregunta ¿Cómo conciliar tamaña ambición de nuestro gobierno, con tan precisas y simples demandas del Fondo?

Una petición de principios impropia, a algo tan propio y argentino como el tango donde desencuentros, fiarnos entre hermanos, fracasos y ni el tiro del final quizá aporten las palabras que mejor describan las circunstancias de este nuevo empréstito para el país.

Qué desencuentro cuando el acuerdo no está donde dice estar

Si nos detenemos brevemente en el proyecto de ley que el gobierno envió en los primeros días de marzo al Congreso, nos percataremos que el mismo no incluye el texto del acuerdo con el FMI.

El proyecto contiene un pedido de autorización legislativa para suscribir un acuerdo con el FMI por parte del Poder Ejecutivo Nacional.

La diferencia es de forma, pero también de sustancia, porque el contenido detallado del acuerdo entre Argentina y el FMI no está incorporado.

El proyecto de ley sí contiene dos artículos de fondo, donde el primero autoriza al poder ejecutivo a suscribir el acuerdo con el FMI que no está adjunto, y el segundo artículo indica que se adjuntan dos documentos técnicos.

El primer adjunto constituye una reseña económica y social del país en los últimos años con la perspectiva discursiva del gobierno, junto con afirmaciones técnicas y proyecciones económicas que curiosamente se expresan en pesos que equivale a dibujar números en el agua.

El segundo adjunto contiene definiciones técnicas, métricas a aplicar en los cálculos y en lo fundamental las necesidades de información exigidas por el FMI para monitorear las cuentas del país, con indicación de cómo y cuándo entregarlas.

Con alta inflación no te fíes ni de tu hermano

Los números de referencia del documento de política económica que suponen la hoja de ruta del país para los próximos diez años, se expresan en pesos argentinos inflacionarios que harán imposible no sólo su cumplimiento sino su seguimiento.

Esa pieza basal de la propuesta del gobierno para que volvamos a crecer económicamente se escribió en un secretismo inédito durante los más de dos años que lleva la negociación abierta con el FMI.

Secretismo que alcanzó a los propios miembros de la coalición de gobierno según se desprende de las discusiones públicas.

Esa conclusión transcripta sobre la idea económica del país que el gobierno posee, arriba a un conjunto al menos curioso de indicadores críticos con valores que parecen caprichos de redactor o extraídos de una tabla de número aleatorios: déficit fiscal por 1,9% para 2023 y 0,9% para 2024, más un déficit flotante adicional del 0,8%.

Resulta increíble que con inflación superior al 50% anual, que hace que cualquier cálculo en pesos pierda rápidamente sentido, la diferencia entre lo correcto y lo errado se establece en los dígitos que van luego de la coma decimal.

No solamente se dibuja en el agua, sino también en aguas con muchas olas.

El Fondo mira el Banco Central por el total fracaso en lo fiscal

Los costos de recalibrar las numerosas inconsistencias de nuestra economía, al afectar múltiples intereses, son barrera infranqueable para un FMI que ya puso todo el dinero, que no pondrá más dólares y que solamente pretende anotar en azul en su balance el recobro del empréstito ya otorgado.

Esta vez el FMI aparece resignado con la Argentina en cuanto a estar encima del seguimiento de reformas estructurales, indicadores de buena salud económica y variables objetivos de largo plazo por conseguir.

Este FMI parece considerar que nuestro país es un caso perdido en materia fiscal.

Parece no importarle demasiado si el gobierno coloca 2,5% o 1,9% o 0,8% o lo que fuere de déficit fiscal. Lo único que le importa es que el déficit fiscal se ubique este 2022 debajo del 3% porque así lo prescriben los manuales de política pública del planeta y que tenga tendencia al 0% o superávit en un cuatrienio.

La única preocupación del Fondo parece centrarse en nuestro Banco Central, quizá para evitar ser asociados a la turbulencia de nuestra moneda o buscando reaseguros que los indemnicen de responsabilidad por una eventual nueva fuga de capitales, debido al estiramiento de los plazos del crédito original.

Al Fondo sí parece importarle mucho si nuestro Banco Central continúa emitiendo dinero porque se lo indica la política y no porque se lo demandan los ciudadanos que trabajan, producen y crean valor.

El memo de entendimiento técnico establece hacia nuestro Banco Central un nivel de detalle abrumador en los requerimientos de información y la regularidad de envío.

El FMI pone así al Banco Central en un monitor de terapia intensiva financiera, igual que ocurre con bancos comerciales en riesgo estructural cuando son ingresados al llamado hospital de bancos.

Ni el tiro del final

Mientras los argentinos esperamos pacientes volver a creer que podemos crecer y prosperar, el gobierno parece decidido a imponer un debate permanente de última hora.

Las discusiones se presentan rotundas y definitivas, aunque el sustrato de fondo poco tenga que ver con los argumentos.

El debate real en materia financiera para la Argentina, no se trata de la obviedad de acordar para cambiar un crédito a tres años por otro a doce años, sino que se trata de encontrar la normalidad de un país promedio que tenga baja inflación, tipo de cambio único y crédito bancario disponible para todos los ciudadanos y empresas.

Para ello la Argentina deberá retornar a los mercados voluntarios de crédito con mejores tasas, mayores plazos, mejor titulación por moneda y legislación.

El perfil consolidado de los vencimientos externos de los próximos diez años hará muy difícil su cumplimiento sobre la base de la caja propia del país, que no es otra que el esfuerzo de nosotros los argentinos.

Seguir tergiversando el debate al fomentar el desencuentro, la desconfianza y el fracaso quizá termine logrando que el tiro del final salga.

 

 

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