domingo, 28 de diciembre de 2014

COYUNTURA Y PENSAMIENTO ECONÓMICO. ARGENTINA 2002-2014.

Nota al lector: El presente documento fue elaborado durante febrero de 2002, impulsado por la inquietud en encontrar argumentos que permitieran desarrollar una explicación, al igual que otras de la época, a la muy díficil situación social, política y económica que atravesaba la Argentina en aquél momento. En este final de año 2014, simplemente realizamos una relectura y apenas una actualización de fechas debidamente señaladas entre paréntesis en cada caso. Esta republicación la realizamos dado que consideramos que el contenido fue asumiento una actualidad y vigencia durante 2013 y 2014 que augura -lamentablemente- un nuevo final de ciclo económico en el manejo de la política económica similar a lo ocurrido entre 1976 hasta 2002. El documento como observarán se ocupa de bucear en los procesos de pensamiento y poder antes que en la receta o política económica que se elija. El drama colectivo argentino consiste en última instancia en lograr la consistencia de largo plazo en los acuerdos antes que la mejoría o acierto puntual en materia de política económica.

La mirada plácida sobre cómo otros resuelven o desmejoran la realidad material y social de los ciudadanos consideramos que es al menos un acto de irresponsabilidad  profesional.  Por ello intento conmover a los colegas de la economía a que sean responsables en sus procesos de adoctrinamiento así como en los momentos de acceso al manejo de las herramientas de la política económica, sean de la Nación, de las Provincias o de un Municipio.
Córdoba, 28 de diciembre de 2014


INFLACIÓN: LAS PERCEPCIONES REFUTAN A LAS ESTADÍSTICAS




Inflación y velocidad del dinero: cuando las percepciones refutan a las estadísticas

11 de Diciembre de 2014
Diego Dequino
Especial para "La Voz del Interior"


Los índices de precios para medir inflación, son convenciones técnicas adoptadas para lograr consensos de cómo medir “cosas” que de por sí no podrían reunirse. Sino ¿cómo podría compararse el precio de la carne, el costo de vacaciones, con el costo de la salud o la entrada del cine? La percepción de los ciudadanos sobre la magnitud de la suba de los precios, se traduce lamentablemente en estadísticas oficiales diluidas, al extremo de alimentar una discusión política y técnica que incluye causas judiciales.

La Velocidad del dinero

La economía descriptiva como disciplina debería ser un espejo de la realidad si se desea construir confianza entre los ciudadanos. El método entonces debe exigirse para que sea capaz de validar las percepciones ciudadanas. Buscamos un concepto que permitiera a todos mirar la misma película de la inflación, pero con otra perspectiva. La Ecuación Cuantitativa del Dinero provee ese concepto. Esta ecuación en cuanto descripción es una tautología: dada la cantidad de dinero disponible en la economía y dada la cantidad de bienes y servicios que se producen en un período de tiempo – un año -, entonces ese dinero deberá “girar” o pasar de manos una cierta cantidad de veces para que los bienes producidos puedan comprarse y venderse.

La cantidad de veces que el dinero “gira” o pasa de manos, se conoce como velocidad de circulación del dinero. Es una medida de la cantidad de tiempo que estamos dispuestos a mantener el dinero en el bolsillo o en el banco, antes de gastarlo, invertirlo, trocarlo por algún bien o convertirlo en algún otro medio para atesorar (metales preciosos, moneda fuerte).

Cuando la velocidad aumenta, la gente percibe que el dinero “comienza a quemar” en sus manos y cuando disminuye se asocia a una mayor preferencia a ahorrar en pesos. Esta sensación sobre cuánto “quema” el dinero en las manos es común a todos los ciudadanos, no distingue escalas sociales ni estatus. Cuando “quema” lo sienten quienes compran a inicio del mes todo lo necesario para subsistir, o quienes invierten o compran dólares porque tienen recursos extraordinarios.

¿Cuánto “quema” el dinero?

Dividir bienes producidos sobre la cantidad de dinero disponible, permite calcular la velocidad del dinero. Las estadísticas oficiales proveen cantidad de dinero circulante a través de los agregados que el Banco Central calcula; la cantidad de bienes que se producen en la Argentina es su PBI; los precios surgen de los índices oficiales. Sobre cantidad de dinero y PBI no hay alternativas técnicas, pero sobre precios sí, por ello medimos la velocidad con tres índices oficiales: Índice de Precios Implícitos (IPI); Índice de Precios Mayoristas (IPI) e Índice de Precios al Consumidor (IPC) de GBA hasta 2013 y Nacional Único en 2014.

El cálculo arroja que en la última década la velocidad del dinero se redujo entre un 20% al 50%, dependiendo del Índice utilizado. Ello implicaría que los argentinos mantienen en sus bolsillos cada peso un tiempo superior entre el 20%-50% al que lo hacían en 2004, antes de gastarlos o invertirlos. Esta imagen contradice la percepción ciudadana ya que en los últimos cinco años los patrones comunes han sido huir de la moneda local adelantando consumo, cambiando a moneda fuerte, invirtiendo en activos o bienes durables.

Cuando incorporamos estadísticas de precios oficiosas el resultado cambió. Utilizando datos del CENDA, ONG que conducía el actual Ministro de Economía de la Argentina (Índice de 7 Provincias, 2004-2010, discontinuado) empalmados con IPC Congreso, el resultado arroja una tendencia más próxima a la percepción.

Fuente: http://diegodequino.blogspot.com.ar/2014/11/velocidad-del-dinero-acelera-en-ano-2014.html

Entre 2004-2006, la velocidad permanece constante e inclusive desciende, ello corresponde con la etapa dura y próspera de los llamados superávits gemelos, años de definitivo despegue de la economía y donde no se recurrió a emisión para financiar gastos corrientes. Entre 2007-2010 hay pérdida paulatina de confianza en la moneda local, aumenta la velocidad en una media anual del 6%, ello es consistente con el pago compulsivo al FMI y la crisis de desconfianza global de 2008. Entre 2010-2013 la velocidad permanece inalterada en su nueva zona de confort, consistente con la performance de la economía, la estabilidad cambiaria y el crecimiento tenue del trienio.

En este año 2014 se percibe un quiebre en la serie, la velocidad de circulación aumenta 20% en un año, igual que todo el trienio 2007-2010. Si bien la serie es corta y prematuro realizar proyecciones, es indudable que esta aceleración al “triple” coincide con el cambio de equipo económico del gobierno nacional en 2013.

La incógnita para 2015

En los últimos días el Gobierno Nacional matizó la estrategia de financiamiento del Tesoro capturando fondos voluntarios con Bonos. No obstante existen aspectos técnicos de dichas emisiones que son inconsistentes, mientras que los resultados obtenidos no fueron los más alentadores. Todo ello debilita la profundidad del mercado de financiamiento voluntario local. En caso que el Gobierno no resuelva el financiamiento voluntario externo en cantidad y calidad, continuará recurriendo a la emisión como mecanismo principal para financiar el déficit público corriente. Todo ese dinero en exceso puesto en las manos del público en un corto período pueda generar un nuevo salto en velocidad de circulación, de dimensiones ya registradas como se observó en el último año. Ello producirá una aceleración de la propia dinámica de precios en la cual está inserta esta estrategia de financiamiento y quienes sufrimos la final y definitiva aceleración inflacionaria de fines de 1980, deseamos que ese pasado que considerábamos clausurado, así continúe.


miércoles, 26 de noviembre de 2014

AÑO 2003 - LA AUH CUANDO POCOS SE ATREVIAN A PERCIBIR LA SOLUCION



El presente documento es de archivo, fue elaborado en el año 2003 y el valor del mismo se asocia al testimonio sobre el concepto de una medida de política social que el Estado Nacional implementó algunos años después: la Asignación Universal por Hijo (AUH). A su vez también debería ser de interés para quienes indagan en las estadísticas, las proporciones y los impactos de las medidas de política en tanto y en cuanto los datos incorporados en el documento en relación al alcance e impacto financiero de la medida está calculado sobre la base de datos públicos de aquel año 2003.

DIEGO DEQUINO, noviembre 2014.


El régimen de Asignaciones

Familiares en la Argentina

“Sistema actual y
propuesta de reforma”

Córdoba, enero de 2003


Lic. Diego Dequino






Tabla de contenidos

 

I. Introducción
II. El sistema actual 
III. La reforma propuesta
IV. Los costos marginales para el Presupuesto Nacional.
V. Conclusiones.
Referencias Bibliográficas:

 



 


martes, 11 de noviembre de 2014

VELOCIDAD DEL DINERO ACELERA EN AÑO 2014



La Velocidad de Circulación del Dinero, una digresión analítica para analizar sus implicancias en la Argentina 2014
- Ensayo -

11 de Noviembre de 2014
Diego Dequino
Economista

Existen tres influjos indispensables para llevar adelante el análisis y la práctica de la disciplina económica: historia, estadística y teoría. Menospreciar cualquiera de estos tres influjos intelectuales implica degradar a la economía como disciplina útil para mejorar nuestra comprensión de la realidad y por lo tanto disminuir la probabilidad de construir un futuro de mejor calidad.

Largas son las discusiones y muchos quienes las alimentan cuando de historia se trata, particularmente cuando se refiere a la historia económica de una Nación joven como la Argentina considerando que su inclusión en la división internacional del trabajo apenas roza los 150 años.

En materia de teoría económica, los grupos de formadores de contenido intelectual resultan de más fácil identificación habida cuenta que existen ciertas adhesiones previas e incuestionables a determinadas corrientes del pensamiento basal de la disciplina económica, todas por cierto con una definida y fuerte tradición anglosajona.

En cuanto a la estadística económica y social, si bien existen recomendaciones internacionales, manuales de buenas prácticas, clasificadores, entidades supragubernamentales que hacen las veces de homologadores y reuniones anuales en ámbitos multinacionales para ajustar la intercomparabilidad entre naciones y dentro de las naciones entre sus propias aperturas jurisdiccionales; lo cierto es que todos países tienen una fuerte autonomía para llevar adelante su práctica estadística de la forma más convenientes a su Estado y especialmente a sus gobiernos.

Es decir abordar la disciplina económica por algunos de sus tres afluentes intelectuales: historia, teoría y estadística suele ser una travesía no indemne de sofocones, discusiones y miradas encontradas sobre problemáticas únicas en cuanto se traducen en obstáculos para comprender y mejorar la realidad material y social de las personas. No obstante existen algunos filones tautológicos en los cuales es posible incursionar sin riesgo de movilizar nada más que inquietudes intelectuales ligadas a la economía como disciplina.

LA ECUACIÓN CUANTITATIVA DEL DINERO

En efecto en economía existen algunas constantes del análisis descriptivo de la realidad, no objetables en la medida que no se intente obligarlas a decir más de lo que expresan, tales como puede resultar la tabla periódica de elementos en el caso de la química, o las tablas de multiplicar en el caso de la aritmética.

Una de estas tautologías descriptiva es la ecuación cuantitativa del dinero, que insistimos si no nos adentramos en tratar de desarrollar o argumentar teorías económicas sobre el comportamiento humano y su prospección, no es más que una verdad expresada de distintas maneras.

La ecuación cuantitativa del dinero simplemente expresa que dada la cantidad de dinero disponible en la economía y a su vez dada la cantidad de bienes y servicios que se producen en un período de tiempo – un año -, entonces ese dinero deberá “girar” o pasar de manos una cierta cantidad de veces para que los bienes y servicios producidos puedan comprarse y venderse, puedan pasar de manos de quienes producen a quienes consumen y viceversa. Esa cantidad de veces que el dinero “gira” o pasa de manos, se la conoce como la velocidad de circulación del dinero.

Los términos de esta ecuación son:  M.V = P.Y

donde;
M = expresa la cantidad de dinero disponible en la economía
V = expresa la velocidad de circulación del dinero
P = expresa los precios de la economía
Y = expresa los bienes y servicios –en cantidades- producidos en un año

En los términos descriptos la ecuación cuantitativa, es tan banal, que se emparentan más con la fisiología de las cosas que con una teoría sobre el comportamiento humano (Zygmunt Bauman y sus perspectivas líquidas sobre el mundo, de parabienes).

No obstante en la banalidad de algunos pensamientos se exponen muchas veces las mayores inconsistencias.


PRECIOS, PRODUCCIÓN Y DINERO EN LA ARGENTINA 2014

En la Argentina las estadísticas oficiales económicas están sometidas a discusión intensa desde hace aproximadamente 5 años. Tan intensa que hubo denuncias, multas y causas judiciales, algo por cierto impensado inclusive en los peores momentos de la producción estadística en la Argentina. Esta discusión entre los productores de la información oficial y los usuarios calificados de la misma ha permitido configurar un escenario de relativa incertidumbre respecto del correcto valor de algunos indicadores críticos en materia económica.

Considerando la citada ecuación cuantitativa del dinero, deberemos prestarle particular atención a dos de ellos: cálculo del Producto (Y en la ecuación) y cálculo de los niveles generales de precios en la economía (P en la ecuación). Respecto de la cantidad de dinero (M en la ecuación), por el momento no existen discusiones de fondo en esta materia; aunque cuando nos referimos al cálculo del respaldo del dinero circulante en la economía, las llamadas reservas, comenzamos a percibir en los últimos doce meses una perspectiva divergente de cómo se realiza la contabilización entre productores de la información y analistas, esperemos que estas diferencias no se agudicen.

El término restante de la ecuación cuantitativa del dinero, V o velocidad de circulación del mismo, es un término derivado. Es decir es un término que no se calcula de forma independiente, con metodología y fuentes propias de información, sino que el mismo se deriva de despejar los términos de la propia ecuación. Es decir V = P . Y / M ; toda vez que el mismo consiste en el factor de ajuste de la tautología propuesta por la propia ecuación: que el dinero disponible debe alcanzar (alcanza) para transar todos los bienes y servicios producidos en un año.

Entonces la utilidad práctica del cálculo de V es relativa, dado que no implica resolver ningún interrogante útil para otros cálculos económicos, cómo si ocurre con el Producto (Y); con los Precios (P) o con la cantidad de dinero (M) en la medida que estos son indicadores que permiten referenciar la calidad de la política de crecimiento de un país, o de la distribución del ingreso, o de la estabilidad, o del perfil de su política monetaria. Nunca leeremos o escucharemos a economistas profesionales o periodistas hablando de si la velocidad de circulación del dinero subió, bajó o se mantuvo constante. Sin embargo permanentemente se refieren a la evolución del Producto, del nivel general de precios y de la emisión de moneda.

No obstante debemos señalar que la velocidad de circulación del dinero (V) tiene una característica útil para una dimensión del análisis económico, muchas veces despreciada por la tecnocracia y sus gobiernos: la percepción de la gente, del ciudadano común, de todos y cada uno de los argentinos en nuestro caso. Esta característica no la poseen ni el Producto (Y) y ni la cantidad de dinero (M), aunque sí de alguna manera la poseen el nivel general de precios (P).

Nos referimos especialmente a que para todos y cada uno de los ciudadanos es difícil aunar una perspectiva común respecto de cómo evoluciona el Producto (Y) de la economía toda vez que algunos de nosotros podemos estar en sectores que van mejor que otros, o sectores que tienen una ventaja competitiva que otros no lo poseen y así ocurre que mientras algunos sectores se benefician del crecimiento económico más que otros; otros ciudadanos en su carácter de trabajadores o empresarios son menos dañados que sus pares en los momentos de carestía. Con ello debemos considerar que la “sensación” de cómo evoluciona la economía, el Producto, es disímil según el sector económico que se trate, la región en la cuál resida, o su rol dentro de la economía como trabajador, o como empresario.

En relación a la cantidad de dinero (M), es sin dudas un artilugio conceptual y técnico que esta fuera del alcance de la mayoría de la población, incluyendo a profesionales, dirigentes políticos y sociales, e inclusive empresarios. Nos atrevemos a afirmar que su tecnicismo es de tal calibre en cuanto nicho analítico, que inclusive es una variable ajena al análisis de muchos profesionales de la ciencia económica. Por ello la cantidad de dinero (M) no implica ninguna percepción asociada en los ciudadanos, en la gente. La cantidad de dinero (M) no tiene traducción en el lenguaje de los ciudadanos, como si lo posee el Producto (Y) cuando se habla de la mal o lo bien que está la economía del país, de la región, de la ciudad o de un sector específico.

En cuanto al nivel general de precios (P) sí posee traducción en el lenguaje de uso de los ciudadanos. Cuando las personas expresan que las cosas, los bienes, los servicios, están más caros o más baratos, allí están traduciendo a su percepción aquello que las estadísticas de precios deberían expresar. Es decir el nivel general de precios (P), término de la ecuación cuantitativa del dinero, efectivamente sí tiene traducción a las percepciones de los ciudadanos pero en este caso nos encontramos con la limitante de nuestras estadísticas oficiales de la Argentina, discutidas de forma severa en los últimos cinco años tal como lo señalamos. Es decir la percepción del todo, del conjunto de los ciudadanos sobre los precios, la “sensación” de que todos los precios suben y con lo cuál hay inflación persistente; es traducido en la estadísticas oficiales en un sentido equivalente pero diluido toda vez que se instaló entre los ciudadanos que las estadísticas de precios subestiman sistemáticamente la evolución al alza en los mismo, en proporciones significativas. No obstante, debemos señalar que los precios de los bienes y servicios, no aumentan igual y uniforme en todo el país, en todos los sectores de la economía, en todos los bienes y servicios, a igual ritmo y con igual intensidad. Esto implica que si las estadísticas oficiales de precios de la Argentina dieran cuenta de la evolución efectiva y percibida por los ciudadanos, en cuanto porcentaje de aumento mensual por ejemplo; nos percataríamos que las percepciones en las distintas ramas de actividad económica, entre las distintas regiones no serían idénticas.

LA VELOCIDAD DE CIRCULACIÓN DEL DINERO EN LA ARGENTINA 2004-2014

La reseña pormenorizada sobre la tautológica ecuación cuantitativa del dinero, tiene por objeto redescubrir el legítimo y genuino interés por el término derivado de la misma: la velocidad de circulación del dinero (V). Esta inquietud tiene por objeto intentar contribuir a arrojar mayor claridad sobre aquello que las estadísticas oficiales no pueden dar cuenta: las percepciones que poseen los argentinos respecto de los precios de la economía y sobre el valor de su moneda.

La velocidad de circulación del dinero (V), para el ciudadano podría traducirse en la cantidad de tiempo que está dispuesto a mantener el dinero que posee en el bolsillo o en el banco, incluyendo el interés que le devengue un depósito en la moneda local. Ello antes de decidir gastarlo, trocarlo por algún bien de su necesidad o convertirlo en algún otro medio de pago que le permita atesorar o reservar valor (metales preciosos como el oro o la plata; o moneda fuerte de otro país, dólar o euro en el caso de la Argentina). Puesto en tales términos, la velocidad de circulación del dinero, a diferencia del Índice General de Precios tiene una traducción cuasi homogénea y transversal a lo largo y ancho del país, de los sectores económicos y de los sectores sociales. Es decir la velocidad de circulación cuando aumenta, es cuando la gente percibe que el dinero en moneda local “comienza a quemar” en sus manos y cuando disminuye es cuando la gente prefiere ahorrar a consumir. Esta “sensación” o percepción sobre cuanto “quema” el dinero en las manos es común a todos los ciudadanos, cada uno en su escala y en sus capacidades económicas, pero no distingue escalas sociales ni estatus.

El refugio o el confort de permanecer en la moneda de nuestro país, hablan de la confianza sobre la misma, pero particularmente expone cuanto están dispuestos los ciudadanos a aceptar emisión excedente de dinero por encima de lo necesario para transar los bienes y servicios que la economía produce. En otros términos la aceleración en la velocidad de circulación del dinero expone la negativa progresiva de los ciudadanos a absorber dinero por encima de lo necesario para que la economía funcione. Cuando se sostiene esa tendencia en el tiempo puede implicar en procesos de muy alta inflación o hiperinflación la reversión o la negativa a aceptar el dinero como fiducia para transar los bienes de la economía, ello en el extremo puede conducir a un proceso de sustitución de la moneda como ocurrió de forma parcial en la Argentina durante la vigencia plena de la Ley de Convertibilidad o como ocurre actualmente en Ecuador con una economía que opera sobre la base de una moneda emitida en otro país (el dólar americano).

Para tales fines se compilaron sobre fuentes oficiales y reconocidas los valores de los indicadores de referencia para los últimos diez años de la Argentina: 2004-2014, proyectando por cierto este último año:

·        En particular se utilizaron las estadísticas oficiales del INDEC en relación al cálculo del Producto (Y) incluyendo sus ajustes de empalme metodológico luego de la readecuación en función del Censo de Actividad Económica 2004 y aplicado a fines de 2013
·        En cuanto al nivel general de precios se utilizaron las distintas alternativas que ofrece la misma estadística oficial: IPC (Índice de Precios al Consumidor, con el cambio de metodología en febrero 2014 desde el alcance en Gran Buenos Aires al llamado Nacional Urbano); IPI (Índice de Precios Implícitos de la economía); IPIM (Índice de Precios Mayoristas) habida cuenta de las diversas interpretaciones metodológicas que ello puede arrojar.
A su vez debido a los notorios cuestionamientos al cálculo de los índices de precios oficiales, incorporamos una cuarta medición que intenta dar cuenta de los precios minoristas o al consumidor. En particular para el tramo 2004-2010 se utilizó información del CENDA (Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino, institución conducida en tal período por el actual ministro de economía de la República Argentina, http://cyt-ar.com.ar/cyt-ar/images/3/34/IPC_7_Provincias_CENDA_a_mar-2011.pdf; IPC sobre 7 Provincias) y para el tramo 2010-2014 proyectado se empalmó la serie con el Índice que publica mensualmente el conjunto de bloque opositores del Congreso de la Nación Argentina.
·        La cantidad de dinero, considerada esta como dinero emitido o circulante en la economía, se obtuvo de las estadísticas oficiales que confecciona el Banco Central de la República Argentina regularmente. Para el cálculo de la cantidad de dinero (M), recurrimos a los tres opciones de cantidades clásicas para estos fines: M0 que refleja la cantidad de dinero en poder del público lo cual expresa la idea más cercana a los billetes y monedas en la calle; M1 que suma al M0 la cuantificación de los depósitos a la vista o en cuenta corriente lo cuál incorpora parte del llamado efecto del multiplicador bancario del dinero; y M2 que incorpora al M1 los depósitos en Caja de Ahorro lo cuál perfecciona la medida del efecto multiplicador bancario del dinero y da cuenta en menor medida de las necesidades de atesoramiento de las personas y empresas.
Tanto en el caso del M1 como del M2; se incluyeron los depósitos en moneda extranjera convertidos a pesos, de forma tal de incorporar algún rasgo del bimonetarismo de la economía argentina.

Los resultados obtenidos aceptan múltiples y diversas formas de presentación. En nuestro caso le hemos dado prioridad a tres tipologías para la misma: a)la referida a develar las inconsistencias de las estadísticas oficiales cuando de percepciones se trata en relación a los ciudadanos argentinos; b)aportar información útil para comprender las implicancias derivadas de una política monetaria errática que no considera a la confianza como parte componente de su diseño; c)sobre la inutilidad de ciertas categorías de las regulaciones bancarias y financieras toda vez que no se respetan reglas básicas para asegurar el atesoramiento en función de la política monetaria elegida.

LA INCONSISTENCIA ESTADÍSTICA

Para presentar la información se optó por número índices de manera tal de evitar ingresar en la discusión respecto de cuál es el valor asociado a la velocidad de circulación del dinero en cada año (V) y concentrarnos en observar la evolución de V a lo largo de los últimos diez años. Al considerar V calculado en relación a los cuatros índices de precios señalados (IPC oficinal; IPI; IPIM; IPC CENDA+IPC Congreso no oficiales pero incuestionables por sus fuentes), y calcularla en relación a los tres agregados monetarios mencionados (M0; M1 y M2) observamos una marcada inconsistencia entre los datos oficiales sobre precios, el dato no oficial y la percepción que los ciudadanos poseemos sobre cuanto tiempo estamos dispuestos a mantenernos en moneda local antes de desprendernos de ella.

Si bien para examinar con detalle puede el lector referirse al anexo estadístico del presente, para incorporar una ilustración gráfica de la información se optó por considerar el cálculo de V según el agregado monetario M2 en la medida que el mismo expresa de mejor manera el concepto actualizado de dinero en poder del público y la gente. De hecho al incorporar los depósitos en caja de ahorro está dando cuenta del fenómeno masivo de la bancarización en la última década en la Argentina, particularmente del pago de la mayoría de los salarios a través de acreditaciones en cuenta. En tales términos una V calculada en base a M2 implicaría en términos teóricos una tendencia suavizada en relación a la V calculada sobre M0 y M1; especialmente en los últimos años donde los ciudadanos somos conscientes del proceso acortamiento del tiempo en el cual los ciudadanos poseemos tenencias de pesos en nuestras manos antes de consumirlos o buscar refugio en otros activos de resguardo. A la V elegida la llamaremos entonces V2.


El gráfico es elocuente en cuanto a la expresión de una inconsistencia que a todas luces aparece como contraria al sentido más elemental en materia de reserva de valor. En efecto cuando analizamos V2 para el período 2004-2014 en base a los índices de precios oficiales se expone una caída continua en todo el rango con los índices de precios al consumidor oficial y mayorista. Es decir en base a dicha información habría que interpretar que la preferencia por los pesos como moneda de atesoramiento se ha duplicado, dado que los índices caen de 100 en el año base 2004 a valores cercanos a 50 en 2014. Ello implica que los argentinos mantienen en promedio el doble de tiempo en sus bolsillos cada peso que reciben, antes de gastarlos o invertirlos. Esta es una imagen que poco se condice con la percepción ciudadana de la aceleración, especialmente en los últimos cinco años, al huir de la moneda local adelantando consumo, cambiando de moneda, invirtiendo en activos o fugando capitales.

Cuando se considera V2 calculado con el índice de precios implícitos de la economía, que por cierto es el índice que conceptualmente incluye la mayor canasta de productos, se observa que la tendencia no es exactamente la descripta. En el período 2004-2011 la velocidad de circulación se mantiene constante, encontrando inclusive un aumento en el año 2007, el año previo a la crisis financiera global de 2008. Es decir la preferencia por la moneda local no varió e inclusive tuvo un leve aumento en el momento de repunte de la economía local en 2007. Luego en el período 2011-2014 V2 comienza a disminuir siguiendo allí sí la tendencia prevista cuando V2 se calculó en base al IPC y al IPIM; ello nuevamente es contrario a la percepción del ciudadano cuando particularmente desde 2011 año de la implementación del cepo cambiario, la inflación al menos como percepción se aceleró progresivamente y la cantidad de tiempo que los actores económicos permanecen en la moneda local se acortaron, o el dinero local comenzó a “quemar”.

Por último, al considerar V2 calculado tomando como referencia el IPC CENDA hasta 2010 inclusive para luego empalmar con IPC Congreso 2011-2014, se observa una tendencia más próxima a la percepción, a la sensación de los ciudadanos en tanto actores económicos.

En el período 2004-2007 el índice permanece constante e inclusive desciende en 2006, ello expresa una preferencia inalterable o en aumento en cuanto a la moneda local por parte de las personas, que era acompañado con la etapa dura y próspera de los llamados superávits gemelos, años de definitivo despegue de la economía y donde el Poder Ejecutivo nunca recurrió a emisión para financiar gastos corrientes.

En el tramo 2007-2010 se percibe una perdida paulatina de confianza en la moneda local, a través del aumento en la velocidad de circulación del orden del 20% en dicho período, es decir un aumento medio del 7% anual. Ello es consistente ya que este tramo se inicia con el pago compulsivo al FMI y contiene la crisis de desconfianza global del 2008.

Luego entre 2010-2013 la velocidad permanece inalterada en el nuevo nivel de estabilización, lo cual es consistente con la performance de la economía, la estabilidad cambiaria y el crecimiento tenue del trienio.
Por último, en el último tramo 2013-2014 se percibe un quiebre en la serie, teniendo la velocidad de circulación un aumento en un año equivalente al producido en el trienio 2007-2010. Ello implica una aceleración al triple de tendencia del momento anterior de aumento en la serie. Si bien es corta la información y prematuro realizar proyecciones, es indudable que esta aceleración al “triple” coincide con el cambio de conducción el equipo económico del gobierno nacional en noviembre de 2013.


LA TENDENCIA

En relación a advertir una tendencia debemos descartar en el análisis los cálculos de V realizados con los índices de precios oficiales toda vez que conducen a exponer resultados contrarios a la sensación o percepción ciudadana, sobre la cuál no hay objeciones para realizar. Mientras el dinero en moneda local “quema” progresivamente en manos del público, lo cual implica una aceleración en velocidad con la cual ese dinero circula, las estadísticas derivadas de los índices de precios oficiales exponen exactamente lo contrario: que las personas deciden permanecer cada vez más tiempo en pesos antes de gastarlos o invertirlos.

Ello nos deja con la única opción de utilizar las estadísticas de precios oficiosas, que por cierto en el tramo 2004-2010 no está demás remarcar que provienen del centro de estudios CENDA que conducía el actual Ministro de Economía de la Argentina y en el cual se reclutaron varios de los cuadros más importantes del equipo económico actual.

Cuando se sitúan los índices correspondientes a las tres maneras propuestas para medir, tal como se estila, la velocidad de circulación del dinero según el agregado monetario utilizado (M0; M1 y M2), es posible percatarse que la tendencia no cambia sino es la manera de desarrollarse la misma. Los cuatro subtramos identificados 2004-2007; 2007-2010; 2010-2013 y 2014 tienen una caracterización similar cualquiera sea el V elegido (V0; V1 y V2) pero la morfología es diferente cuando se toma en cuenta la Base Monetaria M0 , ya que los saltos del índice se acentúan, es decir son más marcados, ello seguramente está explicado por las dificultades crecientes que poseen los actores económicos para administrar dinero en efectivo debido a la relativa baja denominación del papel moneda. Ello combinado con la progresiva bancarización de la década, especialmente pago de salarios e impuestos, permite explicar porque las series calculadas con M1 y M2 tienen tendencias suavizadas en términos relativos a la calculada con M0 en la medida que las primeras están compuestas también por dinero electrónico, no físico.


Entonces se reafirma como rasgo distintivo la aceleración progresiva en el consumo de la moneda local como medio de pago, es decir el acortamiento de los tiempos en los cuales los ciudadanos deciden mantenerse líquidos en la moneda local del orden del 40% en los últimos siete años, 2007-2014, con una especial aceleración en 2013-2014. En términos de tiempo, podemos afirmar que los actores económicos están dispuestos a quedarse en pesos un tiempo inferior en un 40% en relación a la disposición que existía en el año 2007.

Los riesgos consideramos que están a la vista, el gobierno nacional si bien en los últimos treinta días ha matizado la estrategia de financiamiento del tesoro saliendo en parte de la emisión para la captura de fondos voluntarios con Bonos, es importante considerar que los plazos en los cuáles está calibrando estas operaciones son excesivamente cortos –inferiores a treinta y seis meses- mientras que las tasas nominales para los Bonos en pesos que está convalidando son contrarias al arbitraje de plazos del mercado cuando se las compara con las tasas implícitas con riesgo cambiario incierto en los Bonos dolarizados. Esta falta de profundidad sumada a la inconsistencia que por el momento se advierte permite imaginar que el Poder Ejecutivo deberá continuar recurriendo a la emisión como mecanismo principal para financiar el déficit público corriente. Ese dinero en exceso puesto en las manos del público en un corto período, tres meses es factible imaginar, puede generar un nuevo salto en V, de dimensiones ya registradas como se observó en el último año, produciendo una aceleración de la propia dinámica de precios en la cuál está inserta esta estrategia de financiamiento.

UNA REFLEXIÓN FINAL

Como todo ensayo, existen algunas veces colaterales no deseados del objeto analítico puesto a considerar. En este caso, nuestro esfuerzo por contribuir a encontrar evidencias de los problemas económicos y monetarios que aquejan a la Argentina, así como avizorar soluciones factibles, nos permitió percatarnos de la inutilidad de ciertas categorías de las regulaciones bancarias y financieras toda vez que no se respetan reglas básicas para asegurar el atesoramiento en función de la política monetaria elegida.

En particular nos referimos a la necesidad de que la autoridad monetaria se decida a rediscutir y rediseñar la concepción vigente en los agregados monetarios. Esta concepción tiene casi cien años, y es evidente en la caracterización que se realiza de las categorías principales está perimida y es decididamente inútil a los fines del planeamiento de una política monetaria que sea consistente con las capacidades reales y técnicas de la economía, inclusive en lo referido al contenido comunicacional de aquello que hace o deja de hacer en este caso el Banco Central como autoridad de emisión.

Las tradicionales categorías de Billetes y Monedas en poder del público, más los depósitos a la vista más las mal llamadas Cajas de Ahorro, se muestran inadecuadas para analizar el pleno funcionamiento de una política monetaria. El dinero electrónico, los pagos por transferencias, las autorizaciones de giro incluidas las especialmente previstas en los dineros plásticos de las tarjetas de crédito, al igual que la distorsión de, insistimos mal llamada, Caja de Ahorro ya que no genera beneficios por atesorar sino solamente costos de administración; deberían ser una señal para repensar el status en el diseño de la política monetaria. El concepto nativo del papel moneda como fiducia, o transferencia de crédito por confianza, se ha irradiado en los últimos veinte años a los lugares más inimaginables de la economía real tales como la construcción, los clubes de fútbol, la administración de dineros públicos e inclusive la tutela educativa. Mientras tanto el billete o papel moneda es sustituido en su uso por las nociones más creativas que hoy permite la tecnología, desde créditos inexistentes en cualquier contabilidad nacional tales como los que otorgan las tarjetas de créditos hasta monedas de equivalencia sin un emisor legal de los estatus regulados a partir de la aparición de los Bancos Centrales (v.g. bitcoin).

Es un desafío de las autoridades monetarias, en nuestro caso de la República Argentina, encontrar las alternativas idóneas que faciliten mejorar las decisiones de los actores económicos, aumentar las nociones de trazabilidad de las políticas públicas y sean capaces de ser consistentes con la política económica que impulse el Poder Ejecutivo Nacional.








miércoles, 5 de noviembre de 2014

FONDOS BUITRES: Especular o Volver a Crecer (especial para Comercio y Justicia)




LITIGIO CON LOS FONDOS BUITRES:
ESPECULAR O VOLVER A CRECER

17 de Octubre de 2014
Diego Dequino
Economista


La pregunta que corroe a la mayoría de los argentinos por estos días gira en torno a saber la manera en que se resolverá el conflicto con los fondos buitres, ya que se da por descontado en todo el arco político y de opinión que no es opción repudiar la negativa de la Corte de USA a la apelación Argentina por dicho caso. Por extensión tampoco es opción repudiar el fallo del juez Griesa. Ello a menos que el propio Estado Americano decida torcer esa decisión, algo improbable.

De todas maneras debemos colocar las cosas en su justa perspectiva. Una nueva década de crecimiento esa es la búsqueda de nuestro país y nadie debe prohibirnos su conquista. Argentina con 10 años de crecimiento a tasas promedio del 5% o 6% será un país con un PBI per cápita equivalente a Corea del Sur hoy. Ello implica que ingresaríamos de forma definitiva al concierto de las primeras 20 naciones del planeta.

Para crecer es indispensable invertir, para invertir se requiere ahorro macroeconómico que lo financie. Si Argentina desea volver a crecer sostenidamente, sin subterfugios ni mentiras, debe restablecer su tasa de inversión a valores que deben ubicarse entre el 25% y 30% del Producto Bruto Interno, desde el magro 20% de los últimos años o menos en algunos años previos. Para alcanzar esos valores de Inversión es necesario aumentar el Ahorro macroeconómico, el no-consumo, de forma equivalente. Para ello no existen demasiadas opciones, en el contexto actual la única manera consiste en restablecer la cuenta capital del Balance de Pagos, pero con la función adecuada para la cual debe utilizarse: financiar inversión de calidad y de amplio alcance nacional.

No debemos confundir a los ciudadanos en cuanto a que crean que el ahorro financiero, en términos sencillos los depósitos en moneda local, puede traducirse en ahorro macroeconómico que permita financiar un restablecimiento de la tasa de inversión. El ahorro financiero es una reserva de valor que hacen los individuos para consumir en el futuro cuando no posean ingresos. El ahorro macroeconómico es aquello que la sociedad produce y decide no consumir porque al acumularlo aumenta su productividad y confort en el futuro. El ahorro financiero puede estar sometido a procesos especulativos toda vez que existen terceros que los capturan y administran: bancos, emisores de deuda, etc. El ahorro macroeconómico puede realizarlo la propia sociedad o pedirlo prestado a otros países cuando no se tiene la suficiente capacidad para financiar el crecimiento. Este es el caso de la Argentina hoy, una sociedad no dispuesta a renunciar al consumo, un Estado no dispuesto a reducir su gasto corriente (déficit) y un sistema de inversión pública que adolece de rémora e ineficacia recurrente en su implementación.

El conflicto con los fondos buitres afecta a ambos ahorros, al financiero y al macroeconómico y por ende dificulta el restablecimiento de la Inversión. El gobierno nacional a pesar de haber iniciado el año 2014 con un enfoque sobre los mercados voluntarios de crédito asociado a restablecer la inversión, por lo cual regularizó la situación de los juicios en el tribunal internacional CIADI; acordó con Repsol-YPF por la estatización de la petrolera; acordó en tiempo récord con el Club de París y por si fuera poco puso en marcha un reclamado índice de precios con la anuencia del FMI. Ello implicó contratos y acuerdos por un monto consolidado que puede estimarse entre u$s 15- u$s 20 mil millones. Pero desde el 16 de junio de este año decidió abordar el problema como un asunto estrictamente vinculado al ahorro financiero y los colaterales asociados. Con ello, los problemas de expectativas y falta de acuerdos entre las partes, se comenzaron a traducir en una progresiva confusión sobre sus implicancias en el entramado económico.

El gobierno nacional está aún a tiempo de volver a seccionar el problema y reencauzar la solución de la discusión de la deuda financiera soberana para darnos a todos los argentinos la posibilidad de ser parte de un país próspero y con perspectivas sólidas de crecimiento. Renunciar a aplicar herramientas clásicas de soporte del desarrollo tal como recuperar la cuenta capital de la Balanza de Pagos para financiar inversión genuina dada la oferta global óptima en plazos y tasas, aparece más como una perspectiva necia, cercana al capricho o la especulación, que a una decisión meditada y reflexiva. Y debemos recordar que la economía es implacable con los necios.