miércoles, 26 de noviembre de 2014

AÑO 2003 - LA AUH CUANDO POCOS SE ATREVIAN A PERCIBIR LA SOLUCION



El presente documento es de archivo, fue elaborado en el año 2003 y el valor del mismo se asocia al testimonio sobre el concepto de una medida de política social que el Estado Nacional implementó algunos años después: la Asignación Universal por Hijo (AUH). A su vez también debería ser de interés para quienes indagan en las estadísticas, las proporciones y los impactos de las medidas de política en tanto y en cuanto los datos incorporados en el documento en relación al alcance e impacto financiero de la medida está calculado sobre la base de datos públicos de aquel año 2003.

DIEGO DEQUINO, noviembre 2014.


El régimen de Asignaciones

Familiares en la Argentina

“Sistema actual y
propuesta de reforma”

Córdoba, enero de 2003


Lic. Diego Dequino






Tabla de contenidos

 

I. Introducción
II. El sistema actual 
III. La reforma propuesta
IV. Los costos marginales para el Presupuesto Nacional.
V. Conclusiones.
Referencias Bibliográficas:

 



 




I. Introducción

El presente documento tiene por objeto presentar, analizar y valorar una propuesta de modificación de uno de los subsistemas más importantes de la Seguridad Social Argentina: Asignaciones Familiares.

Las Asignaciones Familiares son parte del Sistema de Seguridad Social de la Argentina, comprendiendo a diversos regímenes de nivel provincial o municipal a lo largo del país. El subsistema de Asignaciones Familiares (SAF) constituye un planteamiento doctrinal relativamente nuevo en la Seguridad Social. La introducción del SAF en los sistemas de Seguridad Social ha sido un proceso lento, que comenzó en la primera mitad del siglo XX y que se consolidaría en las últimas décadas. El mismo tiene como objetivo mejorar el ingreso de los hogares, en función de su tamaño y estructura, en lo que puede considerarse como una parte importante de la política social.

El SAF actual fue diseñado oportunamente para una realidad social y un mercado laboral de características muy distintas a las vigentes en la actualidad. Las Asignaciones Familiares actuales se diseñaron para operar, en lo social, sobre familias de carácter nuclear, con hijos nacidos y criados en el marco de parejas estables y con jefes de hogar como expresiones casi excluyentes de los miembros del hogar que participaban activamente del mercado laboral. En lo económico, para un mercado laboral con tasa de desocupación cercana a la tasa friccional, con una masa crítica de relaciones laborales formales entre empleadores y trabajadores superiores en número y calidad a las relaciones de carácter informal y con una dinámica del mercado laboral donde predominaron los aspectos de permanencia en el empleo y de movilidad de los trabajadores entre remuneraciones.

Una recorrida rápida por los parámetros mencionados, indica que la situación a la fecha se ha modificado de forma substantiva y con visos serios de permanencia para el futuro. La estructura familiar se encuentra en pleno proceso de mutación desde su constitución nuclear hacia esquemas multifamiliares, estimaciones recientes indican que aproximadamente la mitad de los hijos nacen fuera del matrimonio (Delich, 2002). La participación femenina en el mercado laboral es un fenómeno en franco crecimiento en los últimos 30 años, que se aceleró  a partir de la década del ’90, desplazando al varón como único exponente familiar dentro del mercado laboral (MTEySS, 2002. INDEC-EPH, 2002).

Considerando aspectos de carácter más propiamente económico, los rasgos centrales indican que la tasa de desocupación se disparó por vez primera hacia los dos dígitos a mediados de los ’90, lo cual representó un punto de inflexión en las series, iniciando una tendencia ascendente que será el rasgo distintivo de los años sucesivos[1]. Desde ese momento la desocupación nunca más volvió siquiera aproximarse a los valores previos a la década de los ’90, muy por el contrario el comportamiento de la economía en el año 2002 terminó de alejar la fantasía de un retorno rápido a tasas de desocupación de un dígito (INDEC-EPH, múltiples períodos).

La formalidad de las relaciones laborales ha disminuido desde valores superiores al 70% en la década del ’70 al 46% actual, calculado como proporción sobre el total de trabajadores ocupados. En efecto, considerando solamente los trabajadores ocupados en relación de dependencia los 29 aglomerados urbanos más importantes del país, 7,3 millones en total, solamente 3,8 millones de estos tienen vínculos laborales dentro de los estándares legales previstos y por lo cuál son los únicos que están en condiciones de aspirar a los beneficios de la Seguridad Social (MTEySS, 2002).

En relación a las características estructurales que combinan alto desempleo con niveles crecientes de informalidad en la relaciones laborales deben agregarse algunos rasgos dinámicos, en particular los períodos cada vez mayores de permanencia en la desocupación por parte de los trabajadores y una reducción progresiva en los tiempos de permanencia en el empleo, especialmente en el sector privado. Estadísticas recientes señalan que el 36% de los desocupados tiene más de 6 meses de permanencia en el desempleo; el 58% de los trabajadores tiene menos de 5 años de antigüedad en el empleo y si se consideran solamente los trabajadores del sector privado esta última proporción se eleva al 65% (MTEySS, 2002).

Si los cambios en los parámetros descritos conllevan necesariamente a reconocer un cambio drástico en el contexto de desempeño del SAF; un análisis minucioso del comportamiento actual de este sistema prestacional, especialmente en aspectos referidos a exigencias de equidad social y redistributiva, plantea la necesidad de reexaminar el Sistema vigente a la luz de las nuevas condiciones sociales y económicas en las cuáles se desenvuelven las familias argentinas y en función de la vigencia de los objetivos  originales para los cuáles fue previsto.

II. El sistema actual

La caracterización global del sistema actual puede realizarse en torno a cuatro grandes ejes: organización burocrático-administrativa de la gestión, cobertura, equidad y financiamiento.

En relación a la organización burocrático-administrativa, el SAF que está actualmente en manos del Poder Ejecutivo Nacional en el marco del Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones, administra una universo heterogéneo de beneficios, a través de mecanismos administrativos diversos. Algunas cifras globales permiten advertir rasgos importantes de una organización poco rigurosa de la administración de estos beneficios, que impacta de forma plena no sólo en la (in)eficiencia de la gestión sino también, y de forma especial, sobre el nivel de transparencia y credibilidad que adquiere la Seguridad Social en su conjunto para con los ciudadanos, sean contribuyentes, sean beneficiarios.

A pesar que en el año 1996, se produjo una reforma en el SAF, limitando el acceso a los beneficios a quienes perciban remuneraciones inferiores a $1.500 mensuales ($1.800 en zonas desfavorecidas) y la simplificación del esquema existente en aquél momento, en rigor la situación actual indica que el SAF, gestiona al menos 9 (nueve) beneficios principales y distintos a través de 6 (seis) operatorias administrativas preferentes, alcanzando más de 15 millones de transacciones anuales y administrando recursos cercanos a los $1.500 millones anuales.

La variedad del universo de beneficios administrados no se agota en los conceptos contenidos sino que también alcanzan al carácter de los pagos que se afectan. Es decir, hay beneficios de pago periódico mensual, y beneficios de carácter excepcional cuyo pago es único o en períodos específicos vinculados a la existencia de un evento disparador (v.g. maternidad).

Los beneficios principales incluidos en la actualidad dentro del SAF, son los siguientes: A)de pago regular: hijo, hijo discapacitado y cónyuge; b)de pago no regular: ayuda escolar, maternidad, prenatal, nacimiento, adopción, matrimonio.

Como primera conclusión podemos advertir que una trama normativa y burocrática administrativa demasiado compleja, sostiene en la actualidad un esquema de beneficios que a priori podría suponerse como sencillo en función de los macro-objetivos previstos para el propio sistema.

En relación a la cobertura, el alcance del SAF en los últimos períodos es el siguiente:



Cuadro1: Cantidad de beneficios anuales del SAF,
según concepto


Beneficio
Año 2000*
Año 2001
Año 2002*
Hijo**
      1,878,534
      2,053,730
      2,010,120
Ayuda escolar
        538,318
      1,161,104
      1,278,927
Maternidad
            7,523
          12,065
          18,191
Prenatal
        232,356
        289,430
        350,573
Nacimiento
        555,454
        733,659
        870,163
Adopción
            3,952
            3,175
            3,379
Hijo disc.**
          59,147
          64,434
          68,601
Matrimonio
        203,399
        261,116
        279,286
Cónyuge**
        748,636
        732,546
        725,111
*Promedio simple de casos en conceptos de pagos regulares (hijo, hijo discapacitado y cónyuge) y casos según proporciones de 2001  para conceptos de pagos de única vez (ayuda escolar, maternidad, prenatal, nacimiento, adopción, matrimonio)
**Expresado en casos promedio anual.
Fuente: elaboración propia en base al Informe de la Seguridad Social. Segundo trimestre de 2002. ANSeS.


Tomando como referencia testigo las asignaciones por hijo, las mismas están vinculadas 3,5 millones de trabajadores en relación de dependencia, los cuáles representan exclusivamente al sector formal privado de la economía. Los mismos constituyen alrededor del 25% del total de miembros de la población en condiciones de trabajar. Esta relación expresa de forma objetiva las limitaciones que atraviesa la cobertura del actual SAF en relación a las pretensiones de universalidad.

En cuanto al financiamiento, al inicio de la década, el sistema se financiaba un 75% con recursos propios (aportes y contribuciones), mientras que los recursos fiscales solo alcanzaban al 25%, por el contrario al final del período, esta relación se invierte, es decir, en la actualidad el financiamiento de la Seguridad Social se compone de un 30% de aportes y contribuciones y un 70% proveniente de impuestos (IVA, Ganancias, Combustibles, etc.).

La situación combinada entre cobertura y fuentes de financiamiento atenta contra el concepto de equidad. Los porcentajes crecientes de financiamiento del sistema mediante rentas generales junto con el estrechamiento de la pirámide de cobertura por mayor desempleo y mayores niveles de informalidad en el mercado laboral, distorsionan severamente el concepto de equidad en el sentido que cada vez aportan proporcionalmente más contribuyentes para que sean cada vez menos los ciudadanos beneficiados.

A su vez, dado que la estructura de beneficios se focaliza sobre trabajadores que se desempeñan en el sector formal de la economía, se produce una asimetría en la distribución de estos beneficios que agudiza los aspectos de inequidad señalados. En efecto los trabajadores formales, universo excluyente de los beneficiarios del actual SAF, disponen de una situación promedio superior que sus equivalentes en el sector informal de la economía, específicamente en relación a ingresos y acceso a cobertura en el marco del resto de los institutos de la seguridad social.

III. La reforma propuesta


La reforma propuesta, analizada en términos de costos comparativos en el resto del documento, consiste en otorgar un beneficio en cabeza de todas las personas de 5 a 17 años que asistiendo al colegio, pertenezcan a familias que se encuentren por debajo de la línea de pobreza – lo cual incluye a quienes se sitúan por debajo de la línea de indigencia -. Esta definición de población beneficiaria no se encuentra restringido por la situación de los mayores del hogar en relación al mercado laboral, es decir los beneficiarios se definen de forma independiente a si los padres se encuentren en el mercado formal o informal de trabajo o si están desocupados.

Para ello se evaluarán alternativas vinculadas a los montos de la prestación y escenarios de eliminación de algunos de los actuales conceptos contenidos en el SAF. En cada caso, los aspectos relevantes se referirán al alcance macro de la cobertura y los costos marginales globales de la medida dentro de distintos escenarios de inclusión.

Dentro de los escenarios analizados, se previeron dos alternativas de prestación. Considerando que las mismas reflejan de forma adecuada el piso y el techo prestacional para un escenario operativo de reforma.

·        Un escenario en donde la prestación sería un valor equivalente al necesario para que la ecuación financiera agregada permanezca inalterada (suma cero), según las pautas que se explicitan en el análisis del Costo marginal para el presupuesto. En este caso la prestación anual alcanzaría un monto de $270, equivalente a $22,5 mensuales.
·        Un escenario donde la prestación sería de un valor similar al existente para el beneficiario promedio del actual SAF. Esta prestación anual alcanza los $670, equivalente a $55.8 mensuales y surge del cociente entre montos y beneficiarios de los conceptos susceptibles de ser eliminados según las pautas que se explicitan también en el análisis del Costo marginal para el presupuesto.

Para la evaluación de impacto del programa de beneficios mencionados se utilizaron datos de población y escolaridad correspondientes a los censos de población y vivienda disponibles. Específicamente la información de cantidad global se ajustó según el CNPV 2001, y la distribución de la pirámide poblacional según datos del CNPV 1991 debido a que los correspondientes al último censo no se encuentran aún disponibles. También se sensibilizaron algunas variables en función de que se considera que la puesta en marcha del propio programa de beneficios puede alterar algunos de los parámetros que definieron los escenarios de cálculo, específicamente el referido a niveles de escolaridad en los menores. Por ello se utilizó como supuesto que la brecha de no escolaridad entre los estudiantes secundarios se reduciría en un 50% a partir del funcionamiento del programa. En el caso de los estudiantes primarios no se consideró apropiado realizar supuestos de modificación en los niveles de escolaridad, debido a que dichos valores se encuentran en niveles superiores al 96% respecto de la población en edad de asistir a dicho nivel. Por último cabe señalar que para el dimensionamiento no se tomaron en cuenta aspectos vinculados a la repitencia escolar, es decir que a los fines de los cálculos se excluyeron dichos factores, con lo cual puede preverse un leve subestimación en la ecuación final de gasto.

Cuadro2: Escenario de beneficios alcanzando a todos los menores escolarizados pertenecientes a hogares pobres*

Edad
Población escolarizada 2002**
Población escolarizada 2002 en hogares pobres***
Costo anual en $ corrientes con beneficio de $270 anuales por menor
Costo anual en $ corrientes con beneficio de $670 anuales por menor
5
696,793
369,300
$ 99,711,000
$ 247,431,000
6
696,793
369,300
$ 99,711,000
$ 247,431,000
7
696,793
369,300
$ 99,711,000
$ 247,431,000
8
696,793
369,300
$ 99,711,000
$ 247,431,000
9
696,793
369,300
$ 99,711,000
$ 247,431,000
10
710,660
376,650
$ 101,695,500
$ 252,355,500
11
710,660
376,650
$ 101,695,500
$ 252,355,500
12
710,660
376,650
$ 101,695,500
$ 252,355,500
13
660,535
350,083
$ 94,522,410
$ 234,555,610
14
660,535
350,083
$ 94,522,410
$ 234,555,610
15
562,582
298,169
$ 80,505,630
$ 199,773,230
16
562,582
298,169
$ 80,505,630
$ 199,773,230
17
562,582
298,169
$ 80,505,630
$ 199,773,230
Total
8,624,761
4,571,123
$ 1,234,203,210
$ 3,062,652,410

*Suponiendo un aumento en los índices de escolaridad en el nivel medio en un 50% debido al incentivo producido por la puesta en marcha del programa.
**Estimación propia según datos del censo 1991 y 2001.
***Estimación propia con información de hogares por debajo de la línea de pobreza en Mayo 2002.
Fuente: elaboración propia en base a información del CNPAV ’91 y ’01 y resultados de EPH.

En el escenario simulado, los beneficiarios del programa ascenderían a casi 4,6 millones, lo cual representa más del doble de los beneficios otorgados por las asignaciones por hijo que existen dentro del actual SAF. El costo anual estimado del programa, con el alcance especificado, tiene un piso de $1.234 millones para prestaciones iguales a $270 anuales ($22.5 mensuales); hasta $3.062 millones en el caso que la prestación otorgada ascienda a $670 anuales ($55.8 mensuales).

Por último, debemos señalar algunas de las principales virtudes de un sistema de las características citadas:

·          Debido a que se trata de un modelo de transferencia de recursos de acceso universal y dinámico, es decir sin períodos fijos de tiempo para lograr el acceso, se elimina de raíz el problema del clientelismo político. Los recursos llegan directamente a manos de los beneficiarios y al existir una condición de acceso simple y universal desaparecerán los intermediarios.
·          Las condiciones de acceso se simplifican y transparentan de cara a la ciudadanía. En otros términos, el acceso al beneficio no esta ligada a un sinnúmero de condiciones burocráticas que el ciudadano común desconoce.
·          Al generalizarse el beneficio, será posible establecer esquemas de seguimiento específicos y condicionalidades adicionales cuando sean necesarias o deseables. Así se podrán reforzar otros objetivos de la política pública, tales como los niveles de  escolaridad y condiciones de salud de la población, permitiendo transformar el modelo prestacional en un sistema de derecho y obligaciones.

IV. Los costos marginales para el Presupuesto Nacional

El impacto del programa en términos presupuestarios debe ser evaluado en términos marginales en relación a conceptos del actual SAF susceptibles de ser eliminados. Para modelizar y evaluar la medida debemos comprender que dentro de los actuales beneficios que gestiona el SAF existen conceptos directamente deducibles al ponerse en marcha el programa propuesto de cobertura a todos los menores de 5 a 17 años escolarizados en la medida que los segundos sustituyen y mejoran la cobertura de los primeros; pero también existen beneficios que al no tener una correspondencia directa con el concepto de beneficio introducido por el programa de reforma, su remoción representaría costos de índole político y social significativos en la medida que su eliminación no se asumiría por parte de los actuales beneficiaros debidamente compensadas, por lo menos en una primera instancia.

En este orden podemos agrupar dentro de los conceptos directamente deducibles a las asignaciones por hijo y las asignaciones por ayuda escolar.

Cuadro 3: Pagos anuales del SAF en conceptos susceptibles
de ahorro directo

Beneficio
Año 2000*
Año 2001
Año 2002*
Hijo
 $ 1,369,129,918
 $ 1,178,249,789
 $  997,592,548
Ayuda escolar
 $    143,578,461
 $    237,141,075
 $  224,572,354
Total
 $ 1,512,708,379
 $ 1,415,390,864
 $ 1,222,164,902

*Estimación lineal en conceptos de pagos regulares (hijo) y según proporciones de distribución de 2001 en caso de pagos con frecuencia no regular (ayuda escolar)
Fuente: elaboración propia en base al Informe de la Seguridad Social. Segundo trimestre de 2002. ANSeS.

El segundo grupo, es decir conceptos susceptibles de eliminación pero con costos políticos y costos en términos de opinión pública elevados, comprendería: asignaciones por maternidad, prenatal, nacimiento, adopción, hijo discapacitado, matrimonio y cónyuge.

Cuadro 4: Pagos anuales del SAF en conceptos no susceptibles
de ahorro directo

Beneficio
Año 2000*
Año 2001
Año 2002*
Maternidad
 $         4,214,592
 $         5,163,757
 $         7,077,798
Prenatal
 $        14,491,696
 $        13,357,358
 $        13,945,517
Nacimiento
 $      115,339,421
 $      137,574,849
 $      141,959,530
Adopción
 $         4,932,493
 $         3,556,033
 $         3,293,280
Hijo disc.
 $      125,862,900
 $      127,990,776
 $      132,075,449
Matrimonio
 $        63,688,722
 $        73,919,059
 $        68,784,729
Cónyuge
 $      137,904,953
 $      135,026,402
 $      133,770,864
Total
 $      466,434,777
 $      496,588,234
 $      500,907,167

*Estimación lineal en conceptos de pagos regulares (hijo discapacitado y cónyuge) y según proporciones de distribución de 2001 en caso de pagos con frecuencia no regular (maternidad, prenatal, nacimiento, adopción, matrimonio)
Fuente: elaboración propia en base al Informe de la Seguridad Social. Segundo trimestre de 2002. ANSeS.

Considerado el escenario en los términos descriptos y en función de obtener un primer orden de magnitud en relación al gasto incremental neto anual para el presupuesto público debido a la puesta en marcha del programa de reforma de beneficios del SAF, descontados los pagos por conceptos directamente deducibles del actual SAF arrojaría los siguientes resultados:

  • Escenario 1: Pago de $270 anuales por hijo para hogares por debajo de la línea de pobreza.

+
Gasto anual estimado del programa
 $ 1,234,203,210
-
Gastos anuales en conceptos directamente deducibles del actual SAF
 $ 1,222,164,902

Costo marginal bruto anual
 $ 12,038,308


  • Escenario 2: Pago de $670 anuales por hijo para hogares por debajo de la línea de pobreza.

+
Gasto anual estimado del programa
$ 3,062,652,410
-
Gastos anuales en conceptos directamente deducibles del actual SAF
 $ 1,222,164,902

Costo marginal bruto anual
$ 1,840,487,508


Una lectura rápida de los costos globales en ambos escenarios permite concluir que el costo de la reforma del programa de asignaciones familiares tendría un piso de inicio con costos nulos en términos presupuestarios para el Estado Nacional en el caso del Escenario 1. En este escenario, aceptado el criterio de equidad en la selección de beneficiarios sobre la base de cobertura ajustada según monto de los ingresos familiares, entonces el costo de la reforma recaería sobre aquellas familias que siendo actualmente beneficiarias del SAF continuaran en tal condición luego de la modificación del sistema. Debido a que no existen estadísticas precisas sobre las cuáles sustentar este cálculo, estimamos mediante métodos indirectos[2] que aproximadamente poco menos del 50% de los trabajadores que actualmente cobran la prestación, continuarían sus respectivas familias haciéndolo luego de la reforma. Con ello, a grupos familiares homogéneos, podría esperarse que de los 4,6 millones de menores beneficiarios luego de la reforma, aproximadamente 3,6 millones sean beneficiaros nuevos y el millón restante continúen desde el actual SAF.

En el Escenario 2, techo de la reforma, el costo estaría dado por mantener el monto promedio del beneficio del actual SAF para los conceptos directamente deducibles, en dicho caso el costo adicional para el presupuesto superaría los $1.800 anuales. Este costo incremental pueden ser reducido de forma significativa e inclusive eliminado, bajo dos tipos de situaciones no mutuamente excluyentes:

a)     Reducir el costo marginal de la reforma en el corto plazo a $1.338 millones en el Escenario 2, al eliminar el resto de los conceptos del actual SAF, a excepción de Asignación por Maternidad y por Hijo Discapacitado[3]. Este menor costo marginal financiero será, como se remarcó oportunamente, a cuenta de un trade-off mayor con el costo político de llevar adelante la reforma.
b)     Eliminar el costo marginal de la reforma en el escenario techo para el mediano plazo, a partir de integrar un sistema prestacional que combinando aspectos de la Seguridad y la Asistencia Social permita integrar dentro de un esquema único de prestaciones en cabeza de las familias fondos actualmente canalizados por programas divergentes, especialmente el correspondiente a Jefes y Jefas de Hogar por el cuál el Estado Nacional asignó durante 2002 aproximadamente $3.500 millones en prestaciones de $150 para solamente un miembro del hogar. En este sentido cabe destacar que el tamaño medio de los hogares pobres se ubica un 60% por encima de los hogares no pobres de la Argentina, 4.47 vs. 2.78 (EPH, 2002). Estas cifras permitan estimar que la cantidad de promedio de niños menores de 5 a 17 años en hogares pobres se ubica entre 2 y 2.5, ello permite inferir que considerando el techo de la prestación de $55.8 mensuales una familia promedio recibiría entre $110 y $140 mensuales luego de la reforma propuesta del SAF. Con ello se deduce que los $1.800 millones adicionales del presupuesto en el Escenario 2 permitiría cubrir entre el 75% y 93% de la prestación actual que reciben los beneficiarios del programa asistencial Jefes y Jefas de Hogar a un costo, como mencionamos, próximo a los $3.500 millones anuales.

V. Conclusiones

Las reformas económicas llevadas en la Argentina durante la década de los ’90 tuvieron impactos directos sobre la composición y funcionamiento del mercado laboral. Estas reformas cambiaron de forma radical y permanente las condiciones de desempeño dentro de las cuáles fueron diseñados los subsistemas e institutos integrantes de la Seguridad Social.

En ese marco, sistemas que originalmente fueron pensados y diseñados en base a criterios muy claros de equidad y universalidad tanto en la cobertura como en las prestaciones, se encuentran al comenzar la primera década del siglo XXI operando sobre esquemas de prestaciones contrarios a sus propios objetivos originarios.

Comprender que los cambios producidos sobre el mercado de trabajo son de difícil –o imposible- reversión constituye quizá la clave principal para comenzar a mejorar las condiciones de empleabilidad de la mano de obra y en particular para introducir mejoras sostenidas en la distribución social de la riqueza nacional. La dualidad del mercado laboral ya no es una prospección o una tendencia, sino por el contrario es una realidad cada más evidente y anquilosada. La convivencia de grupos dispares de trabajadores sin intercambio entre ellos; unos de relativa alta productividad, incluidos dentro de los sistemas prestacionales de la Seguridad Social; otros con bajo o nulo valor agregado, marginados de los esquemas de asistencia sostenidos por la renta social; constituyen las restricciones de desempeño de cualquier sistema prestacional. Abordar esta realidad con herramientas de focalización o con políticas de universalización, es otra cara de la elección que debe llevar adelante el Estado entre optar por estrategias tendientes a fijar definitivamente esas diferencias  y reproducirlas en el tiempo, ó, escoger estrategias que se orienten a eliminar las disimilitudes a partir de brindar un trato igual y lo más equitativo posible a todos ciudadanos.

La reforma y escenarios propuestos y analizados no tienen mayor pretensión, en la parte técnica, que fijar un marco de referencia y exponer la validez de instrumentar estrategias alternativas de gestión dentro de la Seguridad Social. En tal sentido, debe señalarse que la mejor y más probable solución en cuanto a magnitudes y justeza de las prestaciones se ubicará seguramente en algún punto intermedio entre los escenarios bosquejados. Lo que sí no puede dejar de remarcarse es que una parte importante de la solución a los problemas hoy existentes en la Argentina relativos a la cada vez más regresiva distribución de la riqueza, transita seguramente sobre esquemas de cobertura de riesgo social que revalidando los conceptos originales que motivaron a lo largo del siglo XX la introducción de institutos protectorios y asistenciales sobre la clase trabajadora, tengan la inteligencia para reconocer el marco de desempeño, así como las herramientas idóneas, para mejorar la calidad de vida de las franjas de población más postergadas.

En términos de impacto cuantitativo, un programa de reforma focalizado de la manera descripta, es decir alcanzando solamente a familias de bajos recursos estaría aumentando el alcance absoluto del beneficio por hijo, en comparación con el SAF existente, en un 130%. El Escenario 1 que asocia igual cantidad de recursos con una mayor cobertura y una prestación ajustada en precio a los valores establecidos por los parámetros de la recaudación de la Seguridad Social, expone una eficiencia relativa positiva en el manejo de los recursos públicos debido a la reforma del sistema. Ello sin considerar en detalle los aspectos favorables acerca de la equidad o de redistribuciones más progresivas del ingreso nacional. En el caso del Escenario 2, el más deseable desde un punto de vista asistencial, la eficiencia relativa en el manejo de los recursos públicos es más difícil de estimar si se recurre a rentas generales para financiar el incremento del gasto presupuestario. En caso que el costo marginal calculado para este Escenario se financie mediante la integración y eliminación de partidas con otros programas asistenciales, específicamente los correspondientes al programa de Jefes y Jefas de Hogar, la eficiencia relativa, también se torna positiva en la medida que se lograría cobertura equivalente con menores recursos.






Referencias Bibliográficas:

  • ANSeS. Administración Nacional de la Seguridad Social. “Informe de la Seguridad Social”. Varios números.

  • Delich, Francisco. “La crisis en la crisis. Estado, Nación, Sociedad y Mercados en la Argentina contemporánea.” 2002. EUDEBA.

  • INARSS. Instituto Nacional de los Recursos de la Seguridad Social.“Boletín Mensual”. Varios números.

  • INARSS. Instituto Nacional de los Recursos de la Seguridad Social.“Memoria Trimestral”. Año I. N°1.

  • INDEC. Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Resultados de todas las Ondas disponibles.

  • INDEC. Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. CNPV 1991, Resultados definitivos. CNPV 2001, Resultados provisorios.

  • Editorial La Ley. “Legislación Laboral”. Tomo II. Años 1999, 2000 y 2001.

  • Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación. Informe “El Trabajo Decente en la Argentina”. Mayo 2002. Disponible en sitio web.

  • SAFJP. Superintendencia de Administradoras de Fondos de Jubilación y Pensión. “Boletín Estadístico del mes”. Varios números.

  • SAFJP. Superintendencia de Administradoras de Fondos de Jubilación y Pensión. “Memoria Trimestral N°34”.

  • SRT. Superintendencia de Riesgos del Trabajo. “Boletín Mensual”. Varios números.

  • SRT. Superintendencia de Riesgos del Trabajo. “Informe Anual”.Julio 2000-Junio 2001.

  • SRT. Superintendencia de Riesgos del Trabajo. “Series Temporales”. Sitio Web.



[1] Con la excepción de períodos que combinaron una buena performance de la economía junto con políticas asistenciales de carácter excepcionalmente amplias, por caso los años 1996 a 1998 donde operó un crecimiento neto de la economía y se implementaron los planes asistenciales “Trabajar”.
[2] Específicamente se valoró la situación de ingresos de los trabajadores en relación de dependencia del sector público a través de datos provenientes del SIJP.
[3] Estas dos asignaciones son recomendadas por todos los Organismos políticos y técnicos de alcance internacional para sus países miembros.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Si Ud. desea acceder a la fuente de información puede enviarnos un correo solicitando los archivos.