domingo, 9 de julio de 2023

La sociedad, lentamente, se acostumbra a niveles cada vez más altos de inflación


ARGENTINA Y EL SÍNDROME DE LA RANA HERVIDA


Diego Dequino
07/07/2023

(especial para  La Voz del Interior) 

Según la bibliografía, si una rana es puesta en una olla con agua que se lleva a ebullición lentamente, no percibirá el peligro y se cocerá hasta la muerte.

 

Esta metáfora de incapacidad y falta de voluntad para reaccionar conscientemente a las amenazas que surgen gradualmente, en vez de otras que surgen de repente, aplica nuestro país en materia económica.

 

Los registros y cifras en materia económica para la Argentina del año 2023 expresan valores que bordean el descontrol monetario y cambiario, aunque la cotidianeidad luce una calma tensamente administrada.

 

Inflación, dólar, pobreza y actividad económica ingresaron en una nueva etapa de valores que empujan nuestra capacidad de asombro hasta límites insospechados meses atrás.

 

Como la rana en la olla, endurecer nuestra capacidad para resistir el daño que nos producen esos valores en nuestra piel de ciudadanos, no implica que la situación mejore sino que nos ocurre lo contrario.

 

La inflación que calienta la economía

 

En el año 2022 la inflación anual rozó el 100%, nos acostumbramos a una inflación mensual del 6%.

 

Esa cifra es algo así como doce veces más que la inflación de cualquier país comparable en este siglo XXI.

 

Durante el año 2023 la inflación mensual promedia casi 7,5%, es decir casi 140% anual, o veintidós veces la inflación de cualquier país comparable.

 

La inflación aumentó del 6% al 7,5% mensual en un semestre, es decir más del 20%.

 

La conciencia de esta situación cobra fuerza cuando evolucionamos a la siguiente pregunta obligada ¿cómo podrá encontrarnos los próximos meses en materia de inflación? si no hay una corrección en la tendencia.

 

Imaginar alternativas para esa respuesta seguramente asombrará a más de uno.

 

      Si la inflación mensual escala al 10% mensual, algo probable, la inflación anual escalaría a más del 200%.

      Si la inflación mensual alcanza 15% mensual, algo menos probable pero no imposible, la inflación anual escalaría a más del 400%.

      Si la inflación mensual subiera al 20% mensual, esperemos que no aunque no parece descabellado, la inflación anual escalaría al 800%.

 

¿Hiperinflación sí o hiperinflación no? Es irrelevante ya la pregunta, porque como se advierte la palabra hiperinflación está inserta en todos los escenarios.

 

Las preguntas correctas ¿Cuánto dura? ¿Hasta qué nivel llega? y ¿Cuánto daño produce? esa hiperinflación.

 

Las respuestas podrán obtenerse de forma posterior vía análisis forense, cuando la Argentina salga de esta coyuntura de nominalidad desmesurada recién podremos evaluar las consecuencias.

 

La emisión de pesos es hoy el combustible de la inflación

Luego de casi cuatro años de soltar la emisión de dinero por fuera de cualquier pauta cuantitativa, la fuente fundamental que alimenta el proceso de muy alta inflación actual es la emisión desmesurada de pesos por encima de la demanda que reclaman empresas y ciudadanos.

Los precios minoristas acumulan desde el inicio de la cuarentena en marzo de 2020, 456% de aumento, es decir que los precios en poco más de tres años se multiplicaron por 5,5 veces.

Al revisar la emisión de pesos, la situación es aún más exagerada.

En 1.200 días transcurridos desde el inicio de la cuarentena COVID19, la cantidad de dinero para pagos aumentó a un ritmo de $11 mil millones de pesos diarios o U$D 40 millones por día al tipo de cambio oficial minorista actual.

La Oferta de Dinero Ampliada (M2) creció al mismo ritmo de la propia inflación multiplicándose por 5,3 veces, pasando de $3 billones a $16 billones.

Pero la particularidad es que apenas el 30% de dicho crecimiento fue a créditos para privados, porque el 70% se lo quedó el propio Estado.

Con las Leliq, que son los pesos que nadie quiere en su poder, el Banco Central encontró la manera de emitir dinero unilateralmente por encima de lo que familias y empresas desean, logrando que no circulen.

Los registros son elocuentes, las Leliq aumentaron $12 mil millones por día o U$D 45 millones diarios al tipo de cambio oficial minorista actual.

Las Leliq aumentaron desde $1,3 billones a $15,8 billones, es decir 1.100% multiplicándose 12 veces su valor nominal.

El Banco Central paga para ello un descabellado interés del 140% anual, que produce una acumulación de energía suficiente para impulsar la expansión del dinero hasta fronteras inimaginables.

Liberar el dinero atrapado por las Leliq equivale a que los billetes circulantes se multiplicarían cinco veces.

La trampa, entonces, está en que si deja de golpe de alimentar esa expansión desenfrenada se producirá un verdadero big bang de precios de bienes y del valor del dólar (1989, 1991).

Apagar el fuego de las Leliq sin extinguirnos

Las Leliq crecieron a un ritmo diario igual a los ingresos fiscales diarios sumados de cuatro provincias grandes: Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Entre Ríos.

Los gobiernos de esas cuatro provincias podrían dejar de cobrar impuestos y vivir de imprimir billetes si el Banco Central les cediera sus derechos de franquicia exclusiva, que posee en todo el territorio nacional para emitir dinero.

Sin dudas que la agenda de problemas y obstáculos que deberá afrontar el próximo gobierno nacional son variados, extensos y sumamente desafiantes en materia económica, pero la urgencia ya tiene nombre.

Se tratará de encontrar lo más pronto posible la manera de desarmar las Leliq, apagar esa energía monetaria contenida antes de que ocurra un big bang de precios.

Las cartas están echadas, logramos disminuir progresivamente el fuego hasta que el agua se enfríe o la rana será hervida sin siquiera enterarse.